Sistema City, mucho más que un club de fútbol

El fútbol como pasatiempo ha mutado radicalmente. Cada vez hay menos seguidores y más clientes

Imagen conjunta de Khaldoon Al Mubarak (Presidente del Manchester City), Mansour bin Zayed Al Nahyan (Propietario del Manchester City) y Pep Guardiola | Cedida Imagen conjunta de Khaldoon Al Mubarak (Presidente del Manchester City), Mansour bin Zayed Al Nahyan (Propietario del Manchester City) y Pep Guardiola | Cedida

El 27 de abril del 1974 sucedió un hecho excepcional. En Old Trafford, el estadio del Manchester United, se enfrentaba el equipo local con sus rivales ciudadanos, el Manchester City. A pesar de que los Red Devils eran un equipo histórico y los Sky Blues un conjunto menor, las circunstancias de la temporada habían provocado que el United necesitara una victoria para evitar el descenso a Segunda División, una categoría que no pisaba desde 1935. Para añadir más ingredientes a la historia, aquella tarde en las filas de los Sky Blues se alineaba Dennis Law, un delantero escocés que había sido un gran mito del United y donde había jugado hasta la temporada anterior. La providencia quiso que se llegara al minuto 28 con empate a cero y que justo en aquel momento a Law le llegara una pelota en medio del área visitante y la rematara de talón hacia el fondo de la red. El gol que enviaba el United a Segunda y que él no celebró. A partir de aquel momento, las constantes invasiones de campo por parte de los forofos del United transformaron el partido en un show grotesco, pero el marcador ya no cambió y los Red Devils jugaron la siguiente temporada en Segunda División.

Ha pasado medio siglo de aquella tarde de primavera y el Manchester City vuelve a estar de actualidad, ahora no para enviar sus rivales a Segunda, sino para quedar campeones de Europa por primera vez. Estos días se ha hablado mucho del talento inconmensurable de Pep Guardiola para acercarse a la perfección, y poco nos queda añadir sobre esto. Si el entrenador del Bages saltó a la fama en una entidad que simbólicamente es més que un club, ahora ha sobresalido en otro que también lo es, pero de forma literal; el City no solo es un equipo de Manchester, sino que es un puñado de clubes esparcidos por el mundo, aquello que se denomina el City Football Group.

En el año 2008, cuando el jeque Mansour bin Zayed Al Nahayan decidió comprar el Manchester City (a través de la sociedad Abu Dhabi United Group for Development and Investment, el brazo inversor de los Emiratos Árabes Unidos) empezó a cambiar la historia del fútbol. El tiempo ha demostrado que su ambición iba más allá de tener notoriedad gracias a un club de primer nivel, una práctica que hemos visto en los casos de Román Arkádievich Abramóvich con el Chelsea o Tamim bin Hamad Al Thani con el PSG. El City solo era un primer paso para convertirse en un operador mundial del negocio del fútbol, ahora mismo el primer operador del mundo, según ellos mismos aseguran. Son propietarios totales o parciales del Manchester City (Premier League), del New York City FC (MLS de los Estados Unidos), del Melbourne FC (Australia), del Yokohama F. Marinos (Japón), del Montevideo City Torque (Uruguay), del Girona FC, del Sichuan Jiuniu FC (Xina), del Mumbai City FC (India), del Lommel SK (Bélgica), del ESTAC Troyes (Francia), del Palermo FC (Italia) y del Bahia SAF (Brasil), además de tener como miembro asociado al histórico Club Bolívar de La Paz (Bolivia). En este último nos pararemos un momento, para hacer notar que su presidente es el magnate boliviano Marcelo Claure (propietario de la compañía de telefonía Sprint Corporation y fundador de la tecnológica Likewize), que también es uno de los principales accionistas del Girona FC. Además, Claure fue uno de los creadores del Inter de Miami, un equipo últimamente de moda por el fichaje de Leo Messi. Por cierto, una cosa que los medios no han comentado sobre este club de Florida es que sus propietarios, además de David Beckham, son los hermanos Mas, hijos del líder anticastrista en el exilio Jorge Mas Canosa (1939-1997).

El City solo era un primer paso para convertirse en un operador mundial del negocio del fútbol

Cómo ya hemos indicado, el propietario de toda esta estructura futbolística llamada CFG (City Football Group) es el jeque Mansour bin Zayed Al Nahayan, pero no está solo en el accionariado, porque el 18% pertenece a la compañía de inversiones en tecnología Silver Lake, que gestiona un patrimonio de un billón de dólares y que tiene sede en California (Estados Unidos). El principal ejecutivo de CFG es el catalán Ferran Soriano Compte (1967), con pasado en el Barça y Spanair, mientras que el jefe de operaciones del grupo es el neerlandés Roel de Vries. ¿No hay duda que el palo de pajar de toda la estructura es el Manchester City, el producto más reconocido y de más éxito de toda la cartera, pero es una fuente de beneficios? Pues cómo pasa en la mayoría de los clubes de primera línea -sobre todo en la Premier League- no lo es. Con penas y trabajos consiguen cerrar en paces el ejercicio, normalmente gracias a la venta de jugadores y no a su negocio ordinario, que es deficitario. Incluso la temporada 2021-2022, en que hicieron récord de beneficios (42 millones de libras), su actividad ordinaria los proporcionaba pérdidas, y fueron los 68 millones de libras en ventas de jugadores lo que permitió girar la tortilla. Sí que es cierto, pero, que hoy en día el Manchester City es una marca muy valorada (1.300 millones de libras, según los analistas de Brand Finance) construida casi desde cero, y esto es el punto que remarcan algunos financieros (en otras palabras, consideran que la generación de caja puede ser un aspecto secundario si se crea marca).

En lo que tampoco hay duda es en el hecho que el City es un club estado, con todo lo que esto conlleva. Las inyecciones de dinero que reciben este tipo de entidades -el PSG es el otro caso evidente- además de poder parecer poco éticas y de perturbar la naturaleza de la competición, también pueden acabar resultando ilegales; de hecho, recientemente la Premier League hizo público un documento donde acusaba el City de haberse saltado más de un centenar de normas financieras de la liga inglesa.

Las inyecciones de dinero que reciben estos tipos de entidades, además de poder parecer poco éticas y de perturbar la naturaleza de la competición, también pueden acabar resultando ilegales

Este primer cuarto del siglo XXI pasará a la historia, dentro del universo futbolístico, por ser la época en que los grandes fondos de inversión -públicos y privados- entraron en la industria de la pelota. De momento nadie consigue rentabilizar sus inversiones, de forma que está por ver si de aquí a veinticinco años los capitales financieros se habrán mantenido aparcados en el mundo del fútbol o si ya lo habrán abandonado. Lo que sí que ha pasado, y quizás es un fenómeno irreversible, es que el fútbol como pasatiempo ha mutado radicalmente. Cada vez hay menos seguidores y más clientes. La pasión que había caracterizado el fútbol europeo a lo largo de más de cien años se está desvaneciendo para dar a paso a un ejército de consumidores de experiencias, con nulo vínculo emocional con los clubes.

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