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Diez años después, el Espanyol deja de ser "chino"

Las experiencias en los clubes españoles con propietarios extranjeros hasta ahora no han resultado especialmente alentadoras

    Aficionados del RCD Espanyol pidiendo la venta del club | Europa Press
    Aficionados del RCD Espanyol pidiendo la venta del club | Europa Press
    Roger Vinton
    Escritor
    18 de Julio de 2025 - 05:30

    Esta misma semana se ha hecho público que, después de mucho tiempo de incertidumbre y especulaciones diversas, el RCD Espanyol tiene nuevo propietario y, en consecuencia, la era Chen Yansheng ha llegado a su fin. Ha sido casi una década en la que la propiedad de los blanquiazules ha estado en manos de este empresario chino dueño de la firma Rastar, un período durante el cual no se ha cumplido ninguno de los propósitos iniciales. Recordemos que cuando Míster Chen llegó al Espanyol, su plan de negocio buscaba clasificarse para jugar la Champions League en un plazo de tres años. No es ningún secreto que esto no llegó a pasar nunca; al contrario, bajo su mandato los pericos han bajado a Segunda División en dos ocasiones. De hecho, la última temporada, la 2024/25, la entidad sufrió angustias muy serias para mantenerse en Primera. No hace falta decir que tampoco se hizo realidad la promesa de Chen de aprender catalán.

     

    La operación que ha permitido el cambio de manos se ha estructurado a partir de una compensación en parte en metálico y en parte en acciones de la firma compradora, de manera que Chen no se desvinculará del todo del Espanyol. La parte en cash será de 65 millones de euros, a la que se sumará un 16,5% de la sociedad adquirente, Velocity Sports Partners. No parece que el propietario de Rastar tenga que recuperar los 235 millones de euros invertidos en el club de Cornellà.

    Detrás de la transacción está el inversor americano Alan Pace, que también es propietario del Burnley FC de la Premier League. Formado profesionalmente en Lehman Brothers, donde estuvo entre 1994 y 2006, Pace entró en el mundo del deporte a través del Real Salt Lake, un equipo de la MLS, la liga profesional de Estados Unidos, hermanado emocionalmente con Real Madrid. Fue su presidente entre 2006 y 2008. Más tarde, se convirtió en el primer ejecutivo de la filial de activos financieros de Citicorp (2008-2016), mientras que en paralelo formaba parte del consejo de administración de Quadriserv, una firma de mercados financieros. Hasta 2019 acumuló varios cargos en Citibank, la mayoría relacionados con inversiones y finanzas.

     

    Cuando abandonó esta compañía, creó la sociedad ALK Capital, con la que adquirió, en 2020, la propiedad del Burnley FC. Hoy en día ejerce de presidente de este club. El objetivo de ALK Capital, que tiene sedes en Nueva York y Londres, es invertir en la industria del deporte. Aparte de haber puesto dinero en el club de Lancashire y en el Espanyol, ALK también tiene un acuerdo de colaboración con el Dundee FC, de la liga escocesa. Por otro lado, la firma Velocity Sports Partners, que es quien ha comprado el club blanquiazul, es un vehículo inversor de ALK Capital.

    No es ningún secreto que el antiguamente llamado club de Sarrià, actualmente asentado en Cornellà de Llobregat, ha estado a menudo en manos de familias de gran influencia

    La entrada en el club del ahora ya expropietario Chen se había producido de manera gradual desde finales de 2015 y, sobre todo, gracias a la compra del paquete de acciones que atesoraba Daniel Sánchez Llibre, presidente entre 1997 y 2011. La fortuna de la familia Sánchez Llibre se había construido a partir de la empresa de conservas que la segunda generación heredó del padre. El hermano de este antiguo propietario y presidente del club blanquiazul es Josep Sánchez Llibre, actual presidente de Foment del Treball. Entre la presidencia en el club de “Dani” y la llegada del empresario chino, hubo dos presidentes más: el primero fue Ramon Condal Escudé (2011-2012), miembro de la saga propietaria de la cadena de distribución Condis, y Joan Collet Diví (2012-2016), un presidente ejecutivo profesional (con sueldo), que no tenía carácter dominical.

    No es ningún secreto que el antiguamente llamado club de Sarrià, actualmente asentado en Cornellà de Llobregat, ha estado a menudo en manos de familias de gran influencia. Poco después de su fundación, el presidente fue Josep Maria Miró Trepat, que pertenecía a un clan de constructores de mucho peso. No solo presidió el Espanyol, sino que también ocupó este cargo en el Racing Club de Madrid (entidad fundada por su hermano Alejandro) y en la Real Sociedad Gimnástica Española, además de ser fundador del Sevilla FC.

    Pero si una familia ha mandado en el Espanyol, esta son los De la Riva y Oliveras de la Riva. Hasta cuatro miembros de la saga han presidido el club en diferentes etapas entre 1912 y 1989, y además fueron los propietarios de las fincas de Can Ràbia donde se instaló el club en 1923. Su sombra llegó más allá del fútbol, porque la empresa familiar, Industrias Riva (Inriva) apadrinó el nacimiento en la localidad donde se ubicaba la factoría de un club de hockey patines que con los años sería muy exitoso, el Club Patí Voltregà (naturalmente, con los colores blanquiazules).

    En medio de la ilusión de los pericos por perder de vista a un propietario no muy querido, hay cierto escepticismo por el apoyo que este nuevo accionista pueda dar a la entidad

    En la década de los sesenta, en el camino del club se cruzó otra familia que dejaría huella durante muchas décadas, como fueron los Lara, propietarios de la editorial Planeta. Primero, José Manuel Lara Hernández, y después sus hijos Fernando y José Manual Lara Bosch jugaron todos los papeles imaginables en la familia espanyolista. Fueron financiadores, directivos, accionistas y, en general, stakeholders clave durante la segunda mitad del siglo XX. En 1992 vino la transformación en sociedad anónima y después de unos años de incertidumbres, los paquetes accionariales se fueron consolidando y abrieron la puerta al control por parte de los presidentes mencionados antes.

    En medio de la ilusión de los pericos por perder de vista a un propietario no muy querido, hay cierto escepticismo por el apoyo que este nuevo accionista pueda dar a la entidad. Las experiencias en los clubes españoles con propietarios extranjeros hasta ahora no han resultado especialmente alentadoras.