
Esta semana se ha presentado la Memòria Econòmica de Catalunya 2024, elaborada por el Consell de Cambres de Comerç de Catalunya, bajo la dirección de Carme Poveda, y con la colaboración del Departament d'Economia i Hisenda de la Generalitat de Catalunya. El capítulo III es el del Informe Anual de la Empresa Catalana hecho conjuntamente con Enric Genesca Palau, aplicando la metodología desarrollada por el profesor Enric Genesca Garrigosa (UAB).
Un tejido empresarial que resiste y crece
Este análisis se basa en una muestra de empresas que representan el 29,9% de todo el valor añadido bruto generado por el tejido empresarial catalán. Esta muestra incluye tanto los datos de empresas catalanas de la Central de Balances del Banco de España, como los de los registros mercantiles.
Durante los años 2023 y 2024, las empresas catalanas han mostrado una evolución claramente positiva, superando los niveles previos a la pandemia. La recuperación se ha visto impulsada, principalmente, por el buen comportamiento de la exportación, que ha sido clave en la consolidación del crecimiento.
Puntos fuertes y puntos a mejorar: La evolución de la actividad empresarial ha sido muy positiva. Las ventas han experimentado un crecimiento del 4,8% y del 4,5% en 2023 y 2024, respectivamente. El valor añadido bruto creció un 12,4% en 2023 y un 4,5% en 2024, reflejando una mejora en la generación de riqueza.
En cuanto al empleo, destaca el aumento de la contratación fija. En 2023, los trabajadores fijos aumentaron cerca de un 10%, representando el 93% de todas las personas empleadas. En cambio, los contratos temporales se redujeron un 27%. Esta transformación ha contribuido a un empleo más estable.
En 2023, los trabajadores fijos aumentaron cerca de un 10%, mientras que los contratos temporales se redujeron un 27%
Un aspecto menos positivo es la reducción de la inversión en inmovilizado por trabajador registrada tanto en 2023 como en 2024. Este comportamiento puede responder a diversos factores, como el aumento de los costes financieros, la incertidumbre derivada del contexto geopolítico y, paradójicamente, el crecimiento del empleo, que diluye la inversión por persona. Esta tendencia no es menor, ya que, tal como advierte Joan Ramon Rovira, responsable del Servicio de Estudios de Cambra de Comerç de Barcelona, una baja inversión en capital por ocupado limita la productividad. Se trata de una debilidad estructural de la economía española —y también catalana—, vinculada a un modelo productivo demasiado orientado a actividades de bajo valor añadido, que ha tendido a estabilizarse, pero sin registrar mejoras significativas en las dos últimas décadas.
En cambio, la inversión en intangibles, como la investigación y desarrollo y la formación, ha aumentado de manera significativa. Es una apuesta acertada, ya que son los intangibles los que marcarán la competitividad futura.
Costes, productividad y rentabilidad: La Figura 1 muestra la evolución del coste laboral y la productividad en las empresas catalanas desde el año 2012. Se observa cómo, después de unos años de contención salarial, los costes laborales comienzan a crecer en 2023 y 2024. Este incremento responde, en buena parte, a la necesidad de recuperar el poder adquisitivo perdido durante los años anteriores. Sin embargo, este aumento de los salarios no ha ido acompañado de una mejora proporcional de la productividad. En 2024, los gastos de personal sobre valor añadido han subido y significa que el coste salarial pesa más sobre la riqueza que generan las empresas. Esto es consecuencia de que los salarios han crecido, mientras que la productividad ha bajado. En otras palabras, las empresas destinan una parte mayor de lo que producen a pagar salarios, lo que puede afectar a su competitividad si esta tendencia se mantiene.
Las empresas destinan una parte mayor de lo que producen a pagar salarios, lo que puede afectar a su competitividad si esta tendencia se mantiene

Nota: Índice 2012 = 100 y unidades monetarias constantes
En contrapartida, la gestión de los recursos ha mejorado. El nivel de rotación de los activos ha aumentado en 2023, lo que refleja una mejor eficiencia. También se ha reforzado notablemente el patrimonio neto, que ya representa más del 53% de toda la financiación de las empresas. Por lo tanto, tenemos unas empresas más sólidas y menos dependientes de la deuda, aspecto especialmente relevante en un contexto de tipos de interés elevados. En consecuencia, los balances de las empresas son más sólidos.
Sacar rédito del apalancamiento
La figura 2 muestra la evolución de la rentabilidad sobre el patrimonio neto y del apalancamiento, entendido como el impacto que tiene el uso de la deuda en la rentabilidad empresarial. Los datos indican que el apalancamiento ha sido positivo, es decir, la deuda ha contribuido a aumentar la rentabilidad, ya que la rentabilidad económica ha sido superior al coste de la deuda. No obstante, en 2024 este efecto positivo se ha reducido ligeramente. Esta disminución no es consecuencia de un menor uso de la deuda, sino del incremento de los costes financieros derivado de la subida de los tipos de interés. A pesar de esta moderación, el uso de la deuda sigue siendo rentable, aunque con un impacto positivo más limitado que en años anteriores.
La rentabilidad ha continuado creciendo en 2023 y 2024 y se ha situado por encima del 8% en relación con los fondos propios, el nivel más alto de la última década. Esta mejora ha sido posible gracias a una combinación de factores: el aumento de las ventas y los márgenes, una gestión más eficiente de los activos y una política financiera prudente.

La empresa catalana ha exhibido un patrón de crecimiento equilibrado que refleja una buena gestión empresarial: crecer con prudencia, reduciendo el peso del endeudamiento y mejorando la rentabilidad. Por ello, en 2024, los resultados se han disparado, con un crecimiento del 117%.
La empresa catalana ha exhibido un patrón de crecimiento equilibrado que refleja una buena gestión empresarial: crecer con prudencia, reduciendo el peso del endeudamiento y mejorando la rentabilidad
En resumen, las empresas catalanas han mostrado una evolución muy positiva durante el bienio 2023-2024, superando con creces los niveles prepandémicos y consolidando una trayectoria de crecimiento sostenido. Han sabido reforzar su solidez financiera, mejorar la rentabilidad y aumentar el empleo, especialmente el empleo fijo. También es destacable la mejora de la inversión en activos intangibles —como la innovación, la digitalización y la formación—, que son la clave de la competitividad futura.
Pero persiste un reto estructural: la inversión en capital físico por trabajador ha retrocedido, lo que puede limitar las ganancias de productividad si no se corrige. Este es uno de los principales desafíos para los años venideros. Es necesario avanzar hacia un modelo más intensivo en conocimiento, tecnología y valor añadido, capaz de generar más PIB per cápita y mejorar la calidad del crecimiento. En definitiva, mantener la solidez financiera, acelerar la inversión en activos productivos —tanto tangibles como intangibles— e impulsar la productividad serán las claves para reforzar la competitividad y el bienestar del tejido empresarial y de la economía catalana.