Las mutaciones de la empresa de base

Los autónomos y las microempresas se enfrentan a un gran reto transformador armados con estructuras reducidas, ayudas insuficientes y regulaciones poco ajustadas a su realidad

La digitalización, la responsabilidad social y la sostenibilidad son los principales vectores de transformación de las pequeñas empresas | iStock La digitalización, la responsabilidad social y la sostenibilidad son los principales vectores de transformación de las pequeñas empresas | iStock

Si una cosa ha aclarado la pandemia es la necesidad de una transformación profunda en las economías europeas. La base del tejido productivo catalán y español, formada por autónomos y microempresas , no puede ser diferente, y los emprendedores y pequeños empresarios del país tienen delante el mayúsculo reto de adaptarse a las circunstancias. La digitalización y la transición sostenible, vectores clave en la economía que vendrá y principales retos a corto plazo de todo el ecosistema corporativo, acompañan, en el caso del trabajo por cuenta propia, una inestable estructura normativa que a menudo no responde a las necesidades del conjunto de un colectivo infinitamente diverso. "Hay muchos cambios a escala social que ya venían de antes – apunta la presidenta de Autònoms Pimec Elisabet Bach – pero la pandemia los ha multiplicado".

Desde la sección de la patronal catalana de la pequeña y empresa media dedicada al trabajo por cuenta propia – a pesar de que, cómo reconoce la misma presidenta, "el colectivo es tan ancho que hay una escala de colores" – el de la adaptación a los entornos digitales es el principal reto que se presenta a los autónomos y las microempresas. "Tenemos un cliente que no distingue el mundo en linea del mundo offline", reflexiona Bach, que considera imprescindible que el tejido empresarial del país emprenda este camino. El de la digitalización, además, es uno de aquellos cambios que venía implementándose años, pero que la crisis sanitaria ha acelerado, en este caso hasta velocidades de crucero.

Bach: "Hay muchos cambios a escala social que ya venían de antes, pero la pandemia los ha multiplicado"

Así lo constata Enrico Nebbia, emprendedor, autónomo y socio fundador de Ekselia Partners – hasta hace poco especializada en consultoria, ahora mucho más encarada a la formación B2B. El negocio de la asistencia a la pequeña y empresa media es algo, reconoce, que pide una presencialidad casi imposible durante la pandemia. "En el último año y medio solo he tenido una experiencia de consultoría, y no fue bien" – por culpa, afirma, de la falta del contacto necesario para estudiar las necesidades de la compañía a quien se quiere aconsejar. La sacudida de la pandemia llevó Nebbia a reformular su negocio: una rama de su propuesta de valor dedicada a la formación se ha convertido, con la situación sobrevenida en el contexto de la crisis sanitaria, en su proyecto empresarial principal. "La covid ha sido una ocasión para cambiar el modelo de negocio: antes hacía 90% consultoría, 10% formación; ahora, lo opuesto", narra Nebbia, que considera que el reto – para su negocio y los similares – se encuentra en "dar un paso más; pasarlo todo a digital".

La transición hacia los entornos digitales entra en contacto directo con uno de los principales conflictos de las iniciativas emprendedoras del país – autónomos y microempresas, pero también pymes: el crecimiento. Trasladar los activos de un autónomo a formato digital, y dentro de lo posible digitalizar la propuesta de valor de su negocio, significa no solo aplicar tecnología a aquello que ya se hacía, sino abrirse a mercados múltiples, y a veces alcanzar mucho más del que se podía hacer antes de entomar esta reconversión. "Cuando hacía formación presencial, solo podría vender en Catalunya ", recuerda Nebbia. En su caso, la transformación más inmediata ha sido el tráfico hacia la educación telemática, que permite "estar en contacto con todo el mundo, pero vender solo a quien tienes a mano". El siguiente reto: un modelo de negocio diferente, digital. Para Ekselia, esto se traduce en e-learning, un tipo de educación situada completamente en entornos virtuales, integrada en los ritmos tecnológicos, y con que "se puede vender en todo el mundo". La cuestión de la digitalización no es solo, por lo tanto, entrar en los entornos tecnológicos, sino transformarse para encajar en ellos "Uno tiene que tirarse a la piscina para ponerse presión", afana el autónomo.

El camino hacia el 2.0

La transición hacia los entornos digitales es algo que afecta todo el tejido empresarial del país y del conjunto del Estado . Los autónomos y las microempresas, sin embargo, se encuentran con un conflicto especialmente relevante: la digitalización – tanto la simple transición hacia unas redes sociales o un sitio web como la reformulación del modelo de negocio – pide tiempo. Un tiempo que los trabajadores por cuenta propia y los microempresaris necesitan para llevar a cabo su actividad económica; un tiempo sin el cual no pueden facturar. "Las personas autónomas y las microempresas tienen una dimensión muy pequeña – avisa Elisabet Bach – pero tienen que hacer todas las funciones de una empresa cualquiera". Los recursos y las horas que un autónomo puede dedicar a adaptar, reformular y entender las nuevas exigencias de su negocio son mucho menores que los que puede destinar una empresa media – para no decir, a menudo, inexistentes.

Nebbia: "Mi plataforma puede ser un Ferrari, pero yo la uso como un Cinquecento; y el tiempo que necesito para usarla como un Ferrari lo saco de llevar mi negocio"

"Es muy importante el acompañamiento, a cualquier de los niveles, pero especialmente cuando el autónomo es muy analógico", apunta Bach, que se cuestiona la posibilidad que una parte importante del colectivo sea capaz "de entender de digitalización, de negocio, de cada una de las nuevas áreas" sin un acompañamiento externo. "Cuando entras en el mundo de las plataformas, o inviertes tiempos en entender las tecnologías o lo haces para ganar dinero y llegar a final de mes", añade Nebbia. El emprendedor se cuenta, de hecho, entre los autónomos del país que conocen más las necesidades de los entornos digitales – es ingeniero informático de formación – e incluso en su caso reconoce necesitar coger el ritmo de los adelantos técnicos. "Llega un momento que la informática se sofistica tanto que no puedes saber de todo".

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En este sentido, a pesar de que Nebbia reconoce que construir una buena infraestructura digital – material y de conocimientos – es necesario para que los negocios de los autónomos salgan adelante, esta no debería ser la principal dedicación del emprendedor. "Nuestro trabajo no es construir entornos digitales – opina – tenemos que hacer lo nuestro y apoyarnos en alguien que nos acompañe". En este sentido, Bach reclama que las administraciones posen de su parte para acompañar cada iniciativa y negocio según sus necesidades. "Los negocios necesitamos adaptarnos – afirma – es inconcebible que un comercio no tenga un sitio web o un perfil en las redes sociales". Y, como apunta Nebbia, no solo hay que tener al alcance estas herramientas digitales, sino aprender a sacar partido. "Mi plataforma es un Ferrari, pero yo la uso cómo un Cinquecento – lamenta – y el tiempo que necesito para hacerla ir cómo un Ferrari lo saco de llevar mi negocio".

Los valores son negocio

Los cambios sociales que la pandemia ha profundizado no transitan solo por las vías de las telecomunicaciones digitales. El vector de la sostenibilidad, en tiempo de responsabilidad social y emergencia climática, ha acontecido uno de los horizontes de transformación más relevantes que tienen que entomar los autónomos del país – y, en este caso, el cambio recae principalmente en las decisiones empresariales. "Los gobiernos pueden marcar directrices, pero son los negocios los que tienen que hacer los deberes", apunta la presidenta de Autònoms Pimec.

A pesar de que las subvenciones a la transición ecológica son una necesidad, reconoce Bach, hay ciertos cambios en la mentalidad de los pequeños negocios del país que "se debe hacer con ayudas o sin ayudas". Las nuevas generaciones de pequeños empresarios y autónomos, cómo celebra la presidenta, son también las que más integradas tienen estas nuevas prácticas e iniciativas culturales – a menudo tan simples cómo la reducción de consumo de materiales contaminantes, la reutilización de los materiales o el reciclaje. Desde Pimec afanan los pequeños negocios del país a aplicar estos cambios, en cuanto que se pueden convertir en "un elemento diferencial respecto de la competencia". "La clientela aprecia los valores", resalta Bach.

Reglas y árbitros

Alrededor de la transformación interna de cada uno de los pequeños negocios, autónomos y micropimes que componen la mayoría del ecosistema empresarial del país hay una estructura reguladora que marca y limita sus posibilidades. Tanto Nebbia cómo Bach coinciden en una demanda concisa: seguridad jurídica. La presidenta de Autónomos Pimec ofrece el ejemplo de las inspecciones fiscales, en que los resultados "dependen a menudo de la persona que inspecciona"; mientras que el autónomo critica la existencia de "zonas grises" en cuestiones cómo las cotizaciones, las cuotas de autónomos o la fiscalidad. "Hacienda no es el mejor amigo del autónomo", apunta Nebbia.

Otra de las cuestiones más relevantes que piden los autónomos del país para salir adelante sus negocios de cara a 2022 son las coberturas sociales. "Se dice que los autónomos nunca se ponen enfermos, pero es porque no se lo pueden permitir", espeta Nebbia, exigiendo una serie de protecciones que "faltan" para el trabajador por cuenta propia. Bach coincide en esta apreciación, y pide ampliar unos beneficios que considera "deficitarios". "Cuando se necesitan, las coberturas no están, y si están las condiciones para acceder son muy restrictivas", critica.

"Se dice que los autónomos nunca se ponen enfermos, pero es porque no se lo pueden permitir"

La clave de bóveda, para la presidenta de Autònoms Pimec, reside en legislar "según la estructura". Desde la asociación se pide a las administraciones, en este sentido, que las regulaciones implementadas tengan en cuenta la ancha diversidad de negocios que operan en el país y alEstado , y especialmente la abundancia de aquellos con estructuras minúsculas – cómo los autónomos y las microempresas. Esta necesidad reguladora, de hecho, recorre todos los problemas de estos negocios: desde la necesidad de asistencia en procesos de adaptación tecnológica hasta una fiscalidad progresiva que se adapte a los ingresos reales, los autónomos del país piden, en palabras de Nebbia, una estructura normativa que "no ponga en el mismo saco a autónomos, micropymes y grandes empresas".

"Cuando se habla de empresas, la visión es la de los grandes – los pequeños somos una figura que o no se entiende o no se quiere entender", critica el empresario. La patronal de la pequeña y mediana empresa diagnostica, entre los orígenes de este problema, la falta de representatividad del trabajo autónomo y la pequeña empresa a los órganos de negociación y decisión económica y social del Estado – una anomalía, la ausencia de una patronal de la pequeña empresa al diálogo social español, que los autónomos "notan de pleno". "El hecho de no tener una presencia directa en estas mesas – lamenta Bach – nos hace más difícil hacer oír nuestra voz en Madrid".

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