
Hace ya algunos años, cuando me propusieron participar en el programa Escola i Empresa pasé rápidamente de la ilusión inicial a un modo reflexivo con un componente de responsabilidad muy importante. La oportunidad que se me presentaba era igual de grande que el enorme reto social que tenemos delante para alinear el mundo educativo y el de las empresas, frente a las importantes necesidades de transformación e impacto que el contexto actual exige y que necesariamente, deberán liderar pronto las siguientes generaciones de talento.
En este sentido, debo decir que la experiencia ha sido muy satisfactoria y aleccionadora, aparte de muy recomendable tanto a profesionales como yo como a cualquier escuela que no haya probado el programa aún.
Resumiendo mis percepciones y valoraciones me quedaría con los siguientes aspectos:
- Las chicas y los chicos, una vez han visto el interés, las ganas y la preparación por mi parte, se han animado, han participado y han aportado reflexiones muy interesantes, lo cual rompe con muchos mitos y generalizaciones que a menudo escucho respecto a la motivación y el compromiso de los más jóvenes.
- Generalmente, sobre todo al inicio de las sesiones, parten de una visión lejana y ajena a su realidad del mundo de la empresa, tanto desde el punto de vista de ellos como receptores de servicios y consumidores como en un futuro no demasiado lejano, como futuro motor de estas mismas empresas.
- Igualmente, los jóvenes extrañamente en estas edades, y sin haber pasado por el mercado laboral, tienen inicialmente una percepción muy obsoleta tanto de los roles y valores del liderazgo, como de los del equipo, pero muy rápidamente entienden y comparten aquellos valores hoy en día fundamentales (empatía, generosidad, alineación de intereses, impacto social...) que sí perciben en otros ámbitos de su vida (en el equipo de baloncesto, en el CAU, con la pandilla de amistades...) cotidiana, y es más, enseguida superan visiones obsoletas de trade-off entre hacer las cosas bien, generar valor, crear oportunidades y desarrollo, y a la vez obtener crecimiento económico, rentabilidad, impacto. Al contrario, la correlación es a la inversa en positivo.
"El mundo de la empresa y el educativo deben empezar a ir más de la mano"
Por todo ello, creo que el mundo de la empresa y el educativo deben empezar a ir más de la mano, y como siempre me gusta decir, cuanto antes mejor en las etapas de enseñanza, para alinear los valores, las capacidades y las actitudes que necesitaremos estas chicas y chicos como ciudadanas y ciudadanos, pero también como transformadores y creadores de valor desde los muchos y diferentes tipos de empresa con las que podrán vehicular proyectos.
Ya para terminar, una última reflexión que he compartido en determinados círculos, especialmente a raíz del programa cuando éste se ha dado en barrios y entornos más desfavorecidos y con menos capacidad de generar oportunidades: Hay un montón de chicos y chicas con un enorme potencial y motivación que se merecen programas que, por un lado, les ofrezcan la oportunidad de empezar a formarse y trabajar para tener un futuro mejor del único que ahora por ahora parece lo único que pueden prever, y a la vez, ofrecerán grandes dosis de talento e innovación a las empresas que inviertan en ellos.
Así pues, y para dejar una última recomendación, a cualquiera que tenga las ganas de disfrutar de una experiencia tan enriquecedora desde el lado de los que vamos a la Escuela, que lo haga aparte de con ilusión y preparación, con un gran respeto y ganas de escuchar y aprender, seguro que lo podrá aplicar tanto cuando vuelva a su empresa, como cuando llegue a casa y se encuentre con sus hijas e hijos, en mi caso, los tres de la misma edad que la de mis “alumnos” estos últimos años.
