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¿Qué hacemos los empresarios?

La gestión empresarial requiere apagar incendios imprevistos constantemente, y por lo tanto empuja a un pensamiento no lineal, al 'multitasking' llevado al extremo, y a desarrollar habilidades blandas

    Pau Vila en el Instituto Cendrassos de Figueres | Femcat
    Pau Vila en el Instituto Cendrassos de Figueres | Femcat
    Pau Vila
    Director general de LC Paper
    09 de Junio de 2025

    Este año se celebra el decimoquinto aniversario del programa Escola i Empresa, una iniciativa de la Fundación de Empresarios Femcat que acerca a los empresarios asociados a esta organización a las aulas de secundaria de toda Catalunya. El propósito es sencillo pero a la vez potente: que los jóvenes tengan la ocasión de estar delante de un empresario y puedan conocer de primera mano qué hacemos en nuestro día a día, por qué lo hacemos – es decir, qué nos motiva a hacerlo – y los pros y contras de esta inclinación profesional, así como recomendaciones o consejos que podríamos dar a los estudiantes que querrían optar por el camino del emprendimiento en su futuro laboral. Incluso aquellos jóvenes que no contemplen emprender una aventura empresarial muestran interés en este pequeño ejercicio de submarinismo hacia las interioridades de la gestión empresarial, porque aunque no se forme parte en primera persona de un proyecto empresarial y se adopte una posición de segunda o tercera fila, todo humano tiene una cierta tendencia a la curiosidad con respecto a qué hacen los demás y cómo es su vida.

     

    He hecho un puñado de sesiones de Escuela y Empresa en institutos diversos de la Garrotxa, l'Empordà y Pla de l'Estany, geografías que comparten un interés particular en el que les explicaré por qué han pasado por delante de nuestra planta de Besalú/Beuda en coche y se han preguntado qué pasa allí dentro, o bien porque tienen un familiar o un conocido que trabaja allí y les ha explicado algo. A la vez, es un abanico de centros suficientemente amplio para apreciar las diferencias en la inclinación y las inquietudes de los estudiantes de Bachillerato con respecto a los de Formación Profesional en sus diferentes ramas.

    Siempre procuro empezar las sesiones escuchando a los estudiantes, intentando captar cuáles son sus ideas preconcebidas sobre qué hacemos los empresarios y qué nos lleva a serlo – unas ideas que, durante la sesión, procuro complementar o desmontar con la explicación real de lo que implica nuestro día a día en la empresa. A pesar de las diferentes geografías e itinerarios académicos, siempre aparecen determinados conceptos. Con relación a la actividad del empresario, todos coinciden en el hecho de que habitualmente nos reunimos, llamamos por teléfono, vamos de viaje, enviamos e-mails, damos órdenes. Démosle una vuelta a estos conceptos: '¿Con quién hablamos? ¿Por qué creéis que lo hacemos?', les pregunto siempre. Aquí ya entramos en territorio desconocido. Muchos jóvenes tienen claro el medio que utilizamos (teléfono, e-mail, avión) pero no la finalidad que se persigue, con lo cual aparece un nuevo e importante concepto: la resolución de problemas. Los empresarios hablamos con interlocutores en todas las direcciones de nuestra cadena de valor para resolver problemas y aclarar cuestiones: con los proveedores a los cuales compramos la materia prima, con los clientes a quien vendemos los productos, con los compañeros de trabajo responsables de diversas áreas funcionales en nuestra empresa, con las administraciones públicas, con bancos y accionistas. La manera como lo hacemos – una reunión presencial, una llamada, una videollamada, un viaje – depende de la gravedad de la cuestión que se quiera solucionar.

     

    Esta reflexión lleva a otro elemento que suele captar la atención de los estudiantes: la diferencia entre lo que creemos que haremos cada día – la agenda prevista – y lo que acabamos haciendo realmente – la agenda real – es abismal, y esto forma parte inevitable de nuestro día a día. El pedido de materia prima que no llega a tiempo y pone en riesgo la continuidad de la producción, el gran cliente que tiene una incidencia de calidad, la persona clave del equipo que imprevisiblemente comunica que quiere cambiar de trabajo, la comunicación administrativa que requiere respuesta en un plazo de diez días… La gestión empresarial requiere apagar incendios imprevistos constantemente, y por lo tanto empuja a un pensamiento no lineal, al 'multitasking' llevado al extremo, y a desarrollar habilidades blandas como la capacidad de delegar o la gestión de situaciones bajo presión.

    La diferencia entre lo que creemos que haremos cada día – la agenda prevista – y lo que acabamos haciendo realmente – la agenda real – es abismal, y esto forma parte inevitable de nuestro día a día

    Llegados a este punto, los estudiantes empiezan a compartir en voz alta una reflexión que habitualmente es bastante consensuada en toda la clase: ciertamente los empresarios disfrutamos de unas condiciones retributivas habitualmente buenas, muchas veces superiores a la media. Los estudiantes han preguntado al inicio mi salario y qué coche conduzco, preguntas que siempre respondo. Pero al final de la sesión surgen opiniones diversas sobre si vale la pena. Algunos creen que sí, otros preferirían un salario inferior y no tener que gestionar los riesgos y situaciones adversas que hemos comentado, disfrutar de mayor previsibilidad laboral y menor estrés. Como cualquier otra dedicación, no todo el mundo cree que disfrutaría de ser empresario, si bien acostumbran a coincidir en el hecho de que aquellos que no tienen miedo de asumir riesgos, que se mueven bien en la gestión del imprevisto, que son buenos comunicadores y tienen mano izquierda liderando equipos encontrarán en el emprendimiento una opción vital gratificante.

    Salir de la vorágine del día a día es poco habitual, pero las sesiones de Escola i Empresa son un pequeño oasis entre la agenda diaria que nos permite parar, pensar y explicar qué hacemos y qué nos motiva a hacerlo. Después de cada sesión, un puñado de jóvenes tienen un poco más claro qué pasa dentro de esta caja negra llamada empresa. Para algunos, una aventura excitante; para otros, una batalla agotadora e innecesaria – no todos querrán seguir el camino del emprendimiento, ni hace falta que lo hagan, pero al menos nos comprenden mejor. ¡Seguimos, hacia los treinta años de Escola i Empresa!

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