
Ayer hizo una semana que Nico Williams y su representante, Félix Tainta, nos dejaron a todos con un palmo de narices. Todo el mundo daba por hecho que el joven extremo del Athletic Club finalmente llegaría este verano al Barça, pero en un santiamén se esfumó la posibilidad. El hermano pequeño de Iñaki Williams, que precisamente hoy cumple 23 años, decidió renovar con su club de toda la vida hasta el año 2035 y dejar plantado al Barça.
Ya hemos dicho siempre que el objetivo de esta columna no es opinar sobre el acierto o no de un fichaje desde el punto de vista deportivo, ni si es mejor traer a este o aquel otro jugador, sino analizar la gestión, la gobernanza de la entidad en diferentes situaciones. Hoy trataremos de entender qué ha pasado con Nico Williams y cómo ha actuado el Barça en todo este caso. Vamos allá.
Si el Barça tuviera una economía sólida y saneada, habría hecho lo que hizo la semana pasada el Arsenal. Pagar 70 millones por Martín Zubimendi a la Real Sociedad y llevárselo a la Premier después de haberlo hablado y trabajado los dos clubes desde hacía meses, de manera discreta. La cláusula de rescisión de Zubimendi era de 60 millones de euros, pero como el Arsenal no los quería pagar todos de golpe, con la Real Sociedad cuantificaron la financiación de la operación en 10 millones más y todos contentos. No se montó ningún sacramental público por la marcha de Zubimendi porque, con más o menos disgusto, cualquier aficionado sabe que los futbolistas de élite, tienen sentimientos y colores como todo el mundo, pero su obligación profesional es rendir al máximo mientras puedan y, obviamente, cobrarlo bien allá donde más les paguen.
Negar esta evidencia es ser bastante obtuso y no querer entender nada. Zubimendi siempre será de la Real Sociedad porque lleva el club en el corazón, para los aficionados de la Real siempre será uno de los suyos, pero las algarrobas o el caviar se los ganará en Inglaterra en los próximos años, después de haber proporcionado unas magníficas temporadas deportivas al club de su vida y haber dejado un buen dinero en la caja de la entidad donostiarra. Y, por supuesto, con las puertas abiertas en la Real, por si quiere y puede acabar su vida deportiva en Donostia, en su casa, cuando llegue la hora. Todo el mundo coincide en decir que la gestión del caso ha sido impecable por parte de todos los actores que han intervenido.
Estilos diferentes
La relación entre el Barça, el Athletic Club y Nico Williams ha tenido un estilo y un resultado bastante diferente. Cuando el Barça quiso fichar a Nico Williams el verano pasado, por primera vez, el presidente del Athletic Club, Jon Uriarte, ya avisó a Laporta de que no aceptaría pagos fraccionados ni nada que se le pareciera. Si el Barça pagaba al jugador su cláusula de rescisión completa, alrededor de los 50 millones de euros en aquel momento y los depositaba trinco-trinco en la Liga, él no podría hacer absolutamente nada y el jugador quedaría completamente libre, pero de todo lo que no fuera eso ni Uriarte ni el Athletic Club querían saber nada. El Barça, desde el primer momento de la conversación, supo esta condición innegociable del club vasco igual que sabía que no disponía de los 50 millones que el Athletic Club le exigía pagar de golpe.
Nico Williams, más socio que nunca de Lamine Yamal después de ganar juntos la Eurocopa de selecciones con España, el 15 de julio de 2024, al derrotar a Inglaterra en la final, por 2-1, estaba dispuestísimo a dar el salto adelante profesional que significaba venir al Barça. Por él no quedaría. A varios jugadores de la plantilla también les parecía una magnífica noticia. Igual que a Flick, que quedó bien desconcertado cuando supo el desenlace final del caso.
Es injusto exigir a Nico Williams que aceptara todos los riesgos y condiciones que asumió Dani Olmo para venir a un Barça con quien no tenía ninguna vinculación emocional ni ningún compromiso especial
Pero no lo veía igual el agente del jugador, que durante toda la negociación de la operación vio que Uriarte no estaba nada contento con el comportamiento del Barça, y que el club azulgrana no estaba en condiciones de pagar, ya no sólo la cláusula de rescisión, sino, sobre todo garantizar la inscripción del jugador. Hay quien dice que bien que aceptó unas condiciones similares Dani Olmo para venir al Barça el verano pasado. Se debe saber que el Leipzig alemán sí que ofreció facilidades para cobrar los 55 millones de euros que pagó el Barça por su traspaso y que el jugador aceptó el riesgo de no ser inscrito, tal como pasó a finales del 2024, con todo el serial que nos entretuvo todas las fiestas de Navidad y que todos recordaremos. Y recordemos también que Olmo fue inscrito en la tercera jornada de liga después de una extraña lesión de larga duración de Christensen, digna de ser estudiada en las facultades de medicina.
Dani Olmo es de Terrassa y tenía unas ganas locas de volver a vivir en Barcelona después de unos cuantos años dando vueltas por el mundo. Su voluntad y su decisión se entienden perfectamente, pero es injusto exigir a Nico Williams que aceptara todos estos riesgos y condiciones para venir a un Barça con quien no tenía ninguna vinculación emocional ni ningún compromiso especial. Por eso encuentro ahora de mal gusto y populista que Dani Olmo bese el escudo del Barça para “cobrar” y sacar pecho de su decisión del verano pasado ante el plantón actual de Nico Williams. Los valores del Barça y el comportamiento de sus jugadores no deberían ser estos.
Cómo lo echamos de menos
Es evidente que de Johan Cruyff solo ha habido uno, que Deco está a años luz de Txiki Begiristain y que Guardiola, inexplicablemente, no trabaja para el Barça porque, si no, una vez fracasado el primer intento de fichaje de Nico Williams, Laporta no habría vuelto a tropezar con la misma piedra, ni nos habría hecho pasar la vergüenza mundial, que recuerda vagamente la que ya pasamos cuando echó a Messi.

Recordemos que Cruyff fichaba a los futbolistas clave de la temporada siguiente durante todo el invierno anterior a la incorporación del jugador, como mínimo. Una vez elegido, el holandés se acercaba al futbolista, le explicaba los planes de futuro para él, su plan de crecimiento futbolístico y personal, y le mostraba la grandeza que significaba jugar en el Barça. El dinero era muy importante, pero no lo era todo. Había un plan y una estrategia. ¿Quién hace ahora este papel cuando ya no están ni Jordi Cruyff, ni Mateu Alemany? ¿Quién se ocupa de hacer este trabajo de manera solvente? ¿Laporta? ¿Deco? ¿Echevarria? ¿Yuste? ¿Masip?
Sólo así se entiende que durante el mes de junio, el Barça dice que Nico Williams se les ha vuelto a ofrecer y decide volver a abrir públicamente el melón de manera inmediata. Fuentes bien informadas indican que fueron las dos partes, tal como habían quedado el año anterior, las que quisieron volver a hablar del tema para ver si se podía hacer algo. Pero como nadie del club había hecho los deberes durante el otoño, el invierno y la primavera, este verano volvían a aparecer los mismos problemas del año anterior: el dinero apenas llegaba para pagar la cláusula de rescisión, este año de 62 millones de euros, pero de ninguna manera había para garantizar la inscripción del jugador. ¿Qué esperaban que pasara?
Para el Barça, la multa es de 60 millones. Ahora tendrá que pagar 15 y la duración del acuerdo es por dos años, pero si el club no endereza la situación en este tiempo, la sanción se cobrará íntegramente
Esta misma semana, la UEFA ha recordado al Barça dónde está exactamente. Los responsables del control financiero de los clubes que pertenecen al organismo europeo ha determinado que el Barça incumplió la norma sobre ingresos los años 2023 y 2024 y que presentó un déficit más allá de la desviación aceptable.
De momento, Laporta ha pactado la condena con el presidente de la UEFA, Aleksander Ceferin. Para el Barça, la multa es de 60 millones. Ahora tendrá que pagar 15 y la duración del acuerdo es por dos años, pero si el club no endereza la situación en este tiempo, la sanción se cobrará íntegramente. En el ejercicio 24-25 deberíamos encontrar, en el pasivo del balance, los 15 millones a pagar y la provisión de 45 millones más. Esta es la realidad actual y una parte de la explicación de lo que ha pasado con Nico Williams.
Cenas de duro
Nos pueden explicar todas las cenas de duro que quieran y todo el mundo es libre de tragárselas tanto como considere, pero si se para un poco la oreja para escuchar la opinión que muchos clubes tienen de la gestión y el comportamiento actual del FC Barcelona, y no sólo de la liga española, es para alquilar sillas.
El show de Fin de Año para inscribir a Dani Olmo y Pau Víctor fue una tomadura de pelo a ojos de todo el mundo que sepa un poco de qué va este negocio. El ingreso de los 100 millones de euros por la venta de los famosos asientos VIP fue una ficción que, retorcida al máximo, sirvió para salvar el momento, pero todo el mundo sabe que se habían entrado con calzador. Por eso tuvieron que contratar por unos días a un grupo de auditores de “calla y firma a cambio de dinero”, para validar la operación.
Y ahora, las prisas y las presiones son enormes para poder tener el Camp Nou a punto para el Gamper, el próximo 10 de agosto. Antes de cerrar el mercado de verano, el próximo 30 de agosto, el Barça necesita hacer creer a los auditores y a la Liga que los asientos VIP que vendió a finales de 2024 ya están operativos y que los 100 millones que se obtuvieron ya están en servicio y ya se pueden anotar como ingreso. El club dijo que entrarían 60.000 personas. Las autoridades que deben dar los permisos no lo tienen tan claro y, obviamente, priorizarán la seguridad de los espectadores por delante de las urgencias de Laporta. La realidad es que cuando falta menos de un mes para el Gamper, te puedes registrar para comprar una entrada, pero poca cosa más.
No hace falta que Tebas vaya a explicar a nadie cómo está la economía del Barça porque todo el mundo que lo quiere saber, lo sabe, y presidentes de clubs como el del Athletic Club, no quieren quedarse quietos mientras ven como con martingalas contables, le quitan a uno de sus mejores jugadores.
La mayoría de los clubes de la Liga de Fútbol Profesional hacen o tratan de hacer sus deberes de manera escrupulosa y si no pueden fichar, no fichan (entre todos los clubes que pertenecen a la Liga, en el mercado de invierno 2024-2025, solo invirtieron 13,13 millones de euros en comprar jugadores. La Premier gastó 439,55, la Serie A 196,2 y la Ligue 190,4 millones), y si no generan recursos para poder gastar, no gastan. Sólo Barça y Real Madrid se escapan de esta lógica y eso genera impotencia y rabia al resto de clubes, sobre todo si les vas a quitar jugadores y no vas de cara y con mucha modestia y claridad.
Todo es más fácil y más sencillo si damos la culpa a los demás, se llamen Uriarte, Tebas o Florentino, que seguramente ninguno de ellos nos desea ningún bien, pero somos el Barça y la grandeza del club se escribe cuando hacemos el trabajo de manera impecable, cuando no improvisamos ni vamos tomando decisiones a medida que se presentan los escenarios, con o sin problemas, cuando tratamos a los rivales con respeto y nos ganamos su reconocimiento, cuando no nos quejamos de las trampas que nos proponen los adversarios o enemigos y las sorteamos con solvencia y elegancia. No es sencillo, pero es que ser del Barça significa todo esto y nunca nadie ha dicho que lograrlo fuera fácil. Por eso somos más que un club, antes admirado, querido y respetado en todo el mundo. Ahora también, pero menos...
Si ustedes lo deciden, nos reencontramos el sábado 26 de julio, antes de irnos de vacaciones.