Son muy pocas las empresas con una tradición de 100 años, pero todavía menos las que pueden hablar de más de dos y tres siglos de vida, y Sagalés es una de ellas. Hace 375 años que hizo las primeras conexiones entre la zona del Vallès y Barcelona con carros echados por caballos, un servicio que con el paso del tiempo se ha ido adaptando y modernizando con vehículos con motor y la tecnología más puntera. No han dejado de estar en ruta en ningún momento a lo largo de estos centenares de años de historia y esto es el que los ha llevado a facturar 80 millones de euros y ser uno de los principales grupos del sector en Cataluña.
Los inicios del negocio se remontan al 1641, cuando Josep Sagalés empezó como paraire (compra y preparación de la lana) y a traginar otros productos a los mercados como verduras y hortalizas. Con el tiempo vio que había una oportunidad en el traslado de hielo desde los pozos de Moià hasta los hoteles de Barcelona, una actividad que sumó a la de traginer de productos manufacturados y transporte de mercancías.
La visión empresarial como herencia
Hacia el 1714 surge el que el actual consejero delegado, Ramon Sagalés, define como la primera disrupción de la compañía: los encargos. "Cómo que cada día pasábamos por los pueblos, la gente pedía que compráramos teles, piezas... y pasamos a hacer también de recaders", relata. Un paso previo al transporte de personas, el servicio que la gente empezó a demandar cuando surgió la inquietud de ir ellos mismos a los mercados de la capital.
Sagalés: "Fuimos de los primeros a pasar de la tracción de sangre a la de motor a las líneas que ya teníamos hacia Barcelona"
La segunda disrupción, afirma, se da con la introducción del vehículo de motorizado a inicios del siglo XX. "Fuimos de los primeros a pasar de la tracción de sangre a la de motor a las líneas que ya teníamos hacia Barcelona", explica sobre la historia que conoce arran los relatos familiares. Unos recuerdos que también dejan anécdotas como la creación de las puestas para viajeros: "Los trayectos que hacíamos eran largos y los caballos se cansaban, había que parar para descansar, también los usuarios. La cabeza de familia vio que era una buena oportunidad para poner puestas allá donde creía que hacía falta una. Puso a cada una un hijo y el heredero continuó con el transporte, que es de dónde somos originarios nosotros".
La guerra civil del 1936 trajo a la colectivización de los 48 vehículos de la compañía, los mismos que con la llegada del bando nacionalista trasladaron los republicanos que querían huir hacia Francia. Un golpe acabado el conflicto, la familia intentó retomar el negocio recogiendo los restos de los autobuses que habían quedado a Puerto Bou y el sur de Francia. "Mi abuelo intentó recomponer así los vehículos, juntando dos", explica Sagalés, "por reflotar-lo también se pidieron microcréditos a diferentes familias, algunas de las cuales han sido socios el año pasando cuando compramos su participación". Todo esto data del 1941, el año exacto de la creación formal de Sagalés como empresa.
Del Vallès, en todo Cataluña
La actividad de la compañía se centró en los primeros años a la zona de Caldes de Montbui, pero pronto creció por el Vallès oriental -donde todavía concentran gran parte de las rutas- desde Granollers y Mollet hasta Sabadell. "Era un mercado muy fragmentado, en manso de pequeñas empresas a quienes no gustó mucho la idea de poner líneas con horarios. Mi padre y abuelo lo aprovecharon para comprar estas compañías y hacer crecer el negocio dentro de la comarca", comenta Sagalés, quien lidera hoy en día la compañía con su hermana, Anna Sagalés, como directora general estratégica.
La ampliación de territorio hacia el Bages, Tarragona y Girona se efectuó a partir de los años 80, concentrando el gran crecimiento de la organización en los últimos 40 años. También se han extendido fuera de Cataluña con la mitad de las concesiones de rutas en Ibiza y contratos de transporte escolar en Mallorca. Y el pasado verano se adjudicaron el servicio urbano de Lloret, un trabajo que los supone más de 450.000 pasajeros anuales con sus cinco autobuses.
La apuesta por innovación es otra de sus constantes. Cuando se masificó el uso del vehículo privado, Sagalés sacó una T-10 para contrarrestarlo tanto a este como la competencia que ejercía Renfe. Una idea que el consejero delegado atribuye a su padre, quién buscó "fidelitzar el cliente creando títulos multiviatge que permitieran reducir el coste del desplazamiento".
Sagalés: "Estamos creando un proyecto de innovación para avanzarnos a los cambios y evitar que no los podamos asumir"
La tarjeta, "el clásico cromet que ibas desgarrando hasta que se acababan los viajes", funcionó hasta su integración en la red de la Autoridad del Transporte Metropolitano de Barcelona. Una entrada que también acabó con la tarjeta chip, la que se recargaba con un saldo determinado e iba restando viajes cada vez se subía al autobús. "Fue la primera que se implantó en España", remarca el consejero delegado, quien a continuación hace énfasis en el hecho que cualquier innovación ha venido provocada por los cambios que se han ido viendo al mercado. "La empresa siempre se ha adaptado, pero el que ahora estamos creando es un proyecto de innovación para avanzarnos a los cambios y evitar que no los podamos asumir", añade.
Wifi y cargadores son algunas de las últimas incorporaciones técnicas a los vehículos de Sagalès para proporcionar al viajero un espacio y momento donde "continuar con las rutinas que se hacen con el móvil".
Salir de las cuatro ruedas
El esquema de servicios de Sagalés ahora también incluye bicicletas y ambulancias. La compañía ha obtenido la adjudicación de las bicicletas eléctricas de Bilbao, el Bilbon Bizi, a partir de una joint venture con los alemanes Next Bike. La empresa es socia minoritaria y, tal como apunta el consejero delegado, "es un contrato pequeño de 450 bicicletas que no supondrá un gran cambio en la facturación, pero que sí que servirá para crecer de manera estratégica".
Sagalés: "La competencia era dura y puede ir a peor, por eso buscamos más margen de beneficio con otros productos"
La compañía se encuentra en fase de diversificar el negocio para dar respuesta a que prevén que será una gran entrada de actores al mercado. "La competencia era dura y puede ir a peor, por eso buscamos más margen de beneficio con otros productos y no concentrarnos en una sola rama", añade. Y es que no sólo han apostado por las dos ruedas, también por la adquisición de las ambulancias Lafuente y ser operadores para personas con problemas de movilidad.
Dos decisiones que van en la línea de convertir Sagalés en "un operador de movilidad global" y hacer que el 70% de la facturación que presentan las líneas regulares -con concesiones que se alargarán todavía 10 años- disminuya a largo plazo. Hasta entonces han ofrecido también servicios discrecionales, gestión de parkings y estaciones de autobuses y mantenimiento de flotas.
Todo ello permitirá a la compañía, además del crecimiento orgánico, pasar de cerca de 850 trabajadores a casi 1.000 y sumar 75 vehículos nuevos para superar los 620 a finales de año.
En vanguardia tecnológica
Ramon Sagalés entró al negocio conduciendo un autobús y ha pasado por cada una de las áreas que cierran el círculo de la compañía, incluidos los talleres y tránsito. Tiene una visión integral y esto le permite, dice, tomar las decisiones con conciencia: "Conoces de bajo todas las problemáticas de los colaboradores y sabes siempre de que hablas. Si llegas directamente arriba de todo, no lo conoces".
Una actitud heredada de su abuelo y padre, quien también han sentido siempre pasión para poner a prueba la tecnología más puntera. De aquí que un 36% de los vehículos urbanos que tiene la empresa sean híbridos y haya sido la primera de Cataluña a poner dos en rutas interurbanas, a la que une Caldes de Montbui y Barcelona. Una apuesta costosa, porque si cada autobús supone una inversión de 250.000 euros, según el consejero delegado, uno que alternativo tiene un extra de 100.000 euros.
Pero la joya de la corona es el Rally internacional de Autobuses Clásicos. "Mi padre empezó a coleccionado los juguetes que él usaba de pequeño. Son autobuses en miniatura y los adquiría a ferias especializadas. Un día decidió pasar del juguete al vehículo más grande y empezó con esta locura, que ya suma 9 ediciones", relata Sagalés sobre el acontecimiento anual. En él se muestran algunos de los vehículos rehabilitados, algunos de ellos de finales del siglo XIX. Los autobuses se pueden visitar a la Exposición Permanente de Vehículos Clásicos de la compañía en Caldes de Montbui.