Sardà, del café de la Sagrada Familia al gourmet de Catalunya

El conocido colmado del barrio barcelonés se reformula en tiempo de coronavirus y abre el negocio online manteniendo la esencia de siempre

La tienda renovada de Hace falta Sardà en tiempo de coronavirus | MEM La tienda renovada de Hace falta Sardà en tiempo de coronavirus | MEM

Todo el mundo quien vive o ha vivido por Sagrada Familia conoce el colmado Cal Sardà. Es símbolo de barrio, de comercio de proximidad y de servicio de calidad para la gente de toda la vida y para los nuevos clientes. Es la tradición modernizada que enamora a Barcelona y al turismo. Un turismo que, prevén, brillará por su ausencia este verano y que les hace dar por supuesta una caída de ventas difícil de recuperar sólo con el negocio local. Pero la covid-19 ha dado alas a la cuarta generación de los Sardà y, como otros muchos negocios, han pisado el acelerador para adaptarse a los tiempos de coronavirus. Así lo explica su gerente y cuarta generación familiar del negocio, Marta Izquierdo Sardà, en una entrevista en la tienda con VIA Empresa. El espacio se ha ajustado a las nuevas medidas de seguridad, pero mantiene su esencia más viva que nunca.

Cuatro generaciones familiares avalan, pues, su fama en el barrio, pero también llaman la atención de los turistas. "Somos una tienda de barrio y vivimos mayoritariamente del cliente local, pero, sobre todo, en los meses de verano el turismo es un ingreso extra", relata. Pero este año la situación no pinta tan bien. Con la nueva normalidad, muchos barceloneses aprovecharán para irse fuera de la ciudad y a esto se suma que las previsiones de visitantes extranjeros no son muy optimistas. Y es que, como decía la consellera d'Empresa i Coneixement, Àngels Chacón, el turismo local "no es suficiente" en Catalunya para cumplir las expectativas y esto se ve muy claro en los sectores y negocios que dependen de ellos.

El colmado Sardà | Cedida

El colmado Sardà | Cedida

Si bien es cierto que durante el confinamiento "mucha gente ha venido aquí por mentalidad", también lo es que "esta subida de gente del barrio no compensa con toda la pérdida económica del turismo" porque "el turista gasta más", pone encima de la mesa. "La situación es preocupante", pero todo está por ver y, mientras tanto, hay que poner hilo a la aguja, que es lo que ha hecho su gerente durante el estado de alarma llevando sus productos por todoaCatalunya.

De la posguerra al gourmet...

Con 90 años de vida, Cal Sardà tiene sello propio y mantiene sus productos de siempre incorporando de nuevos. Todo empezó en 1930, cuando los bisabuelos de la familia, Jaume Sardà y Flora Güell, abrieron una lechería cerca del monumento de Antoni Gaudí. El rápido crecimiento del negocio les llevó a moverse al cabo de poco tiempo al local actual, donde incorporaron una bacallanería y un espacio de fruta, verdura, huevos y víveres.

La lleteria Sardà dels anys 30 | Cedida

La lechería Sardà de los años 30 | Cedida

Años más tarde, y durante la posguerra, se hicieron con la licencia de torrefactores, cosa que les permitió comprar café crudo de Colombia y de Brasil, tostarlo artesanalmente y venderlo bajo la marca Café Sardà, que hoy en día todavía triunfa y llega a toda Catalunya gracias a su servicio a domicilio y un acuerdo con la empresa logística GLS.

Izquierdo Sardà: "El incremento de la gente del barrio no compensa con toda la pérdida económica del turismo porque el turista gasta más"

En los años 50, la segunda generación familiar cogió las riendas del local e impulsó la primera reforma, que se centró en la venta de su café y de los víveres de calidad y proximidad como las galletas, los turrones o los frutos secos a granel, símbolo todavía de la tienda Sardà. De hecho, continúan manteniendo muchos de los proveedores del abuelo Sardà, que han ido pasando por las manos de las diferentes gerentes del negocio. Maria Sardà, madre de Marta, continúa siendo la propietaria, pero ahora ya hace unos años que ha dejado la tienda a cargo de su hija, que cogió el relevo en 2016, después de combinar sus estudios con el trabajo de dependienta a la tienda.

Maria Sardà i Marta Izquierdo a la botiga abans de la segona reforma | Cedida

Maria Sardà y Marta Izquierdo Sardà en la tienda antes de la segunda reforma | Cedida

Y ella le dio al vuelta al negocio, siempre manteniendo la esencia familiar y el cariz de proximidad que desprende su trato y sus productos. La reforma era condición sine qua non para que la tienda no acabara con las persianas bajadas y la familia aceptó su propuesta. "Quisimos dar un aire más moderno siguiendo con la esencia del colmado e incorporando artículos que antes no teníamos como el helado artesano y la horchata en verano, que va ligado a lo que ya hacían mi madre y mi abuela en invierno con los turrones", explica.

...con la confianza de siempre (y el cliente en el centro)

Y así fue. "Queríamos que la gente se sirviera los frutos secos, que entrara más dentro de la tienda, sacamos los aparadores y queríamos que desde fuera se viera todo el interior. Estas eran las directrices claves para la reforma". Dicho y hecho, Izquierdo Sardà modernizó el negocio ampliando sus productos hacia un nivel más gourmet, pero manteniendo una pequeña selección de supermercado como el aceite o el azúcar para que, sobre todo la gente mayor, pudiera hacer la compra de siempre en el lugar de siempre. Sus productos vienen de toda Catalunya, pero también del resto del Estado como, por ejemplo, las conservas y algunos vinos de su selección.

Izquierdo Sardà: "Quisimos dar un aire más moderno siguiendo con la esencia del colmado e incorporando artículos que antes no teníamos"

El mostrador de los años 50 es el recibidor de una tienda que ha cambiado mucho, pero que nunca ha perdido su esencia. Una tienda que ha acogido a padres e hijos de diferentes generaciones, símbolo de las meriendas de después de la escuela y de los productos también de temporada más buenos del barrio. Un negocio familiar que llegó a acoger a 14 trabajadores durante los años 50 y que ahora está dirigido por Marta Izquierdo Sardà, que cuenta con dos trabajadoras más, con los proveedores de siempre, pero otros de nuevos, y otros actores fundamentales para su funcionamiento.

La part de darrere de la botiga de Cal Sardà | MEM

La parte de atrás de la tienda de Cal Sardà | MEM

Un engranaje que coordina Izquierdo Sardà, que sabe qué tecla tocar para llegar a un público más amplio y fidelizarlo. Y así, en sólo cuatro años, Cal Sardà ha tenido dos páginas web. La primera, completamente estática; la segunda, hija del confinamiento, permite hacer pedidos a domicilio -junto con su WhatsApp y el teléfono de siempre- y disfrutar de toda la carta de sus productos. Una web también de proximidad hecha por la gerundense Cap Empresa Sense Web, que ha dado facilidad a los negocios más golpeados por la covid-19 a la hora de hacer un salto en su modelo de negocio y andar convencidos hacia la digitalización. Y sus clientes también lo están. Sólo hay que ver su perfil de Instagram, donde cuentan con más de 7.000 seguidores y ya hay influencers que hablan de sus maravillas.

Los cafés de siempre se mezclan con la tradición catalana y los productos gourmet para enamorar (todavía más) al barrio, pero también a todo el mundo que llegue nuevo. Y esto se nota en el trato, en la calidad y en su alma. Sólo hay que verlo y vivirlo.

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