
Este año el programa Escola i Empresa impulsado por Femcat cumple 15 años, y es motivo de celebración por el hito alcanzado y por los buenos resultados que ha dado esta iniciativa que tiene por objetivo acercar la figura de los empresarios y las empresarias a los jóvenes que estudian en los institutos de secundaria en Cataluña. Mi experiencia como ponente del programa se remonta a abril de 2015 cuando, después de una breve formación, me enviaron a la que sería mi primera “misión”, a dar una charla a 25 alumnos de primero de bachillerato del Instituto Pius Font i Quer de Manresa. Aquella primera sesión fue bastante bien, los alumnos la valoraron con buena nota, y para mí fue muy estimulante. A partir de entonces he tenido la oportunidad de hacer un buen número de sesiones en muchos centros de secundaria en la Cataluña Central, Penedès y en el Pla de Lleida. El programa tiene una metodología prefijada que asegura que todas las sesiones, a cargo de muchos ponentes con experiencias y realidades diferentes, transmitan un mensaje bastante unificado, centrado en explicar el papel de los empresarios en la sociedad y sobre todo no caer en la comprensible tentación de presentarnos como héroes sometidos a todos los sufrimientos del mundo mundial ni tampoco se trata de hacer proselitismo de esta profesión. Simplemente, se trata de dar a conocer la contribución de los empresarios y las empresarias a la sociedad. En una charla que nos dio el añorado Carles Capdevila a los ponentes del programa, nos vino a decir: en un mundo en el que la comunicación es tan importante, cuando dedicas tiempo a un proyecto, sea un grupo de esplai o un club excursionista, debes dedicar un tiempo equivalente a comunicar lo que haces. Los empresarios también debéis hacerlo, de explicar cuál es vuestro trabajo. No basta con hacer cosas, hay que comunicar lo que hacéis.
Dar estas sesiones me motiva para ser mejor empresario y hacer mejor mi trabajo
Personalmente, las sesiones me han servido para aprender a hablar ante un público que es diferente del habitual en mi día a día, y adaptarme a las condiciones siempre cambiantes de cada centro y alumnado, con sesiones en las que los alumnos pueden estar poco atentos o bien que se tenga que hacer la charla en la sala de actos del pueblo porque el instituto no dispone de ningún espacio adecuado y me encuentre poniendo las sillas con la ayuda del conserje del ayuntamiento. Dar estas charlas también me ha servido para conocer por dentro los institutos de secundaria donde se forman y educan las futuras generaciones de hombres y mujeres que sacarán el país adelante, y ver con mis ojos cuál es el ambiente en las aulas, el papel del profesorado y sobre todo el talante de los jóvenes. Sin embargo, el aprendizaje más importante para mí, es que dar estas sesiones me motiva para ser mejor empresario y hacer mejor mi trabajo: No puedes estar hablando delante de 40 jóvenes explicándoles que un empresario debe ser honesto, creativo, tener espíritu de equipo, asumir riesgos o que las personas son lo más importante en una empresa y después no actuar en consecuencia cuando ellos no te ven.
En la grandísima mayoría de sesiones he encontrado un alumnado muy receptivo a todo lo que les he explicado y en contadas ocasiones he podido notar una cierta hostilidad al hecho de ser empresario; cuando me han comentado que “tú no haces nada porque eres el jefe de la empresa” o me han preguntado cuánto dinero gano o qué coche conduzco, todas ellas han sido ocasiones de oro para romper estereotipos. Me he encontrado en muchas ocasiones que los chicos y chicas me han preguntado si me había gustado continuar la empresa familiar o si habría preferido dedicarme a alguna otra cosa. También al final de una sesión me vino a ver un alumno muy preocupado porque su padre quería que continuara la empresa y él no sentía esta vocación y qué debía hacer. Momentos delicados en los cuales se deben encontrar las palabras correctas.
Se habla bastante de las conexiones entre el sistema educativo y las empresas. Ciertamente, son dos realidades que hablan poco entre ellas y, en cambio, tienen mucho que decirse. Desde mi punto de vista, si pensamos en alcanzar la excelencia empresarial en nuestro país, lo más relevante que puede hacer el sistema educativo en estos momentos, como mínimo es garantizar una excelente formación humanística a nuestros jóvenes pues este ingrediente será fundamental para las empresas en el paradigma tecnológico en el cual estamos yendo de forma tan acelerada. También se podrían propiciar visitas de los jóvenes a las empresas de su municipio y que gente de empresa pueda impartir conocimiento desde su experiencia práctica. También se podría favorecer que las empresas contraten jóvenes estudiantes de 16 a 18 años durante las vacaciones de verano para que tengan una experiencia positiva en el mundo laboral y no se aburran en casa sin hacer nada. Algunas empresas, las más conscientes, ofrecen estancias laborales a estos jóvenes en verano en las cuales conocen todos los departamentos de la compañía y acaban con una visión muy motivadora de qué es una empresa.
Si pensamos en alcanzar la excelencia empresarial en nuestro país, lo más relevante que puede hacer el sistema educativo en estos momentos, como mínimo es garantizar una excelente formación humanística a nuestros jóvenes
Finalmente, quisiera aprovechar el privilegio de publicar esta tribuna para reclamar a quien corresponda que se construya el Institut Vallbona d’Anoia. He ido demasiadas veces a dar charlas a este centro que desde el curso 2008-2009 (¡hace 17 años!) está construido en barracones indignos. Cuando nos llenamos la boca de la importancia de la educación, ¿qué mensaje les estamos transmitiendo a tantas generaciones de jóvenes que se han formado allí?
Hacen falta empresarios y empresarias que se animen a hacer de ponentes del programa; les diría que vale la pena que salgan por un rato del entorno empresarial para volver a las aulas y disfrutar de la experiencia de estar en contacto con los jóvenes, seguro que les ayudará a ser mejores empresarios.