Del gas al hidrógeno verde y las renovables

La energía más verde y más barata es la que no se consume

Cumbre Euromediterránea EU-MED9, en la Ciudad de la Luz de Alicante | Europa Press Cumbre Euromediterránea EU-MED9, en la Ciudad de la Luz de Alicante | Europa Press

Hace un par de meses, un joven muy locuaz y persuasivo me llamó para que me decidiera a invertir en el mercado de futuros del gas. Sabía mi nombre y mi profesión -ve a saber de donde los había sacado- y me explicaba que entonces el gas natural cotizaba anormalmente bajo debido a los altas temperaturas de los últimos meses, pero que seguro que en diciembre repuntaria y podría hacer un gran negocio. Recordé la famosa anécdota de la limpiabotas de Henry Ford que, días antes del crac del 29, le pedía si tenía que invertir en bolsa. Ford, al ver que el olor de la especulación había llegado hasta los trabajadores más humildes, corrió a retirar todos sus fondos del mercado bursátil y esto lo salvó de la quiebra.

El cambio climático ahora parece que nos ayuda

Dos meses después de aquella llamada, los precios del gas han oscilado según los días pero se han mantenido bastante estables, más bien a la baja. Las temperaturas han continuado bastante suaves fines hace muy pocos días y los pronósticos indican que el conjunto del mes de diciembre también tendrá temperaturas más elevadas que la histórica media reciente. Parece que este aumento de temperaturas podría derivar de los efectos del cambio climático De momento, las reservas de gas continúan elevadas y los precios no se han vuelto a disparar. Pero, como en todos los mercados sometidos a tensiones y expectativas inciertas, muchos inversores e intermediarios miran de ganar dinero fácil y magnifican las oscilaciones de los precios con sus apuestas especulativas.

La apuesta estratégica europea por la descarbonización

Hay que recordar que los precios del gas ya se habían disparado antes de la invasión rusa de Ucrania debido a las expectativas por la superación de la pandemia. Aun así, el cierto es que nos encontramos en medio de una apuesta estratégica de Europa para reducir el consumo de energías fósiles y recuperar liderazgo mundial con esta iniciativa. Las primeras reacciones europeas al inicio de la escalada de precios energéticos fueron ambivalentes. Franceses y alemanes forzaron que la Comisión Europea declarara que la electricidad de origen nuclear y el gas natural eran energías de transición y que podían aspirar a ayudas comunitarias para nuevos proyectos. De aquí salió toda la historia de resucitar la conexión entre Catalunya y el sur de Francia, que después se reconvirtió en un trazado marino entre Barcelona y Marsella y que ahora le acaban de cambiar el nombre. Ya no se llamará Bar-Mar sino H2Med.

Con el cambio de nombre se quiere remarcar que se apuesta por una conexión con hidrógeno verde y olvidarse del gas natural

Con el cambio de nombre dicen que se quiere remarcar que se apuesta por una conexión con hidrógeno verde -y olvidarse del gas natural- porque, a pesar de los acuerdos de la Comisión, los técnicos de Brussel·les no se resisten a otorgar al proyecto el nivel máximo de ayudas previstas para las nuevas infraestructuras energéticas: el 50 por ciento de un presupuesto inicial de 2.500 millones de euros. Entre los privados que tendrían que poner la otra mitad ya ha levantado el dedo Enagás, el distribuidor mayorista de gas natural  en España que busca desesperadamente -ya lo comentamos en estas páginas- no quedarse sin objeto de negocio.

¿Exportar hidrógeno verde sin agua ni renovables?

A medida que ha ido madurando el proyecto ha salido finalmente el tema de si España será capaz de generar hidrógeno verde, como ya apuntamos también aquí mismo hace meses. De hidrógeno, hay -figuradamente de todos colores. El negro -que es el que se produce limitadamente ahora, generado con petróleo o carbón-, el gris -con gas natural-, el rosa -con energía nuclear, que dicen que es el que quiere producir Francia- y el verde, con electricidad de origen renovable. De momento, el gobierno español ya ha impulsado la creación de una planta de hidrógeno verde en Galicia, donde hace años que están rellenados de molinos hasta arriba.

En Galicia, primero plantaron eucalipto para hacer pasta de papel y los incendios están muy por encima del que tocaría por su pluviometría. Después impulsaron una gran implantación para fabricar aluminio, una de las industrias más intensivas en electricidad. Y ahora, hidrógeno verde. Por el medio, los astilleros del Ferrol (del Caudillo). Una de las principales navieras del mundo se alcanzará de la planta gallega de hidrógeno. Dicen que a Andalucía le tocará la siguiente planta, por aquello del potencial fotovoltaico.

Como ya explicamos, para generar hidrógeno hace falta agua, que no hace falta que sea potable estrictamente pero que no puede ser salada. Es decir, no puede ser agua del mar que, en todo caso, habría que desalinizar y aumentar el gasto energético de todo el proceso.

Catalunya de cabeza de puente

Hay que preguntarrse qué pintamos nosotros en todo este proyecto del hidrógeno verde. En Catalunya no nos sobra el agua -mar a parte- y vamos bastante atrasados en energías renovables como para fabricar hidrógeno verde y exportarlo. Lo que sí que tenemos es la planta más importante del Estado -y una de las principales de Europa- de regasificación de gas natural licuado, un activo herencia de Duran Farell y que Enagás quiere, lógicamente, rentabilizar. Si producimos hidrógeno para exportar -ahora ya se genera de negro y gris para usos internos en a petroquímica de Tarragona- tendrá que ser con el macrocomplejo fotovoltaico de los Monegros. Y con agua de mar, está claro. Habrá que ver si saldrá bastante por anticipado para ser competitivo en Europa.

Camiones de gran tonelaje, entre las baterías eléctricas y las pilas de hidrógeno

Hablábamos también en un artículo anterior de si habría un mercado bastante grande en Europa para justificar una infraestructura tan costosa y para hacerla funcionar de forma rentable. Los pronósticos son más arriesgados que nunca. De momento, hace pocos días, Tesla ha presentado plenamente operativo su nuevo camión eléctrico de gran tonelaje, con autonomía para 800 km. Empiezan a producirlos inmediatamente, con lo cual uno de los potenciales destinatarios -el transporte pesando por carretera- de las pilas de hidrógeno verde tiene ya un competidor plenamente operativo con baterías eléctricas. Y todo a pesar de que hace bien poco el mismo Bill Gatas dijo que esto no sería nunca posible.

Por cierto, uno de los primeros clientes que tiene encargados un estol de los nuevos vehículos de Tesla es Pepsico, que es también una de las compañías que se ha dirigido a la Comisión Europea pidiendo una prórroga en la prohibición prevista para el 2030 para que dejen de venderse camiones de gasóleo. Piden un plazo como el de los turismos, donde el límite para vender con motor de combustión llega en el 2035. Todo el mundo intenta adaptarse a las nuevas circunstancias, pero las presiones para flexibilizar los plazos previstos serán cada vez más intensas. Conocidos los precedente en el mismo sector del automóvil, no sería extraño que algunos de los plazos previstos fueran atrasándose.

El debate catalán sobre las energías renovables

Mientras tanto en casa nuestra aparece un debate hasta hace bien poco insólito sobre la energía. Durante décadas, los progresistas pedían impulsar las energías renovables, tanto para sustituir las nucleares como, después, por el impacto climático de las energías fósiles y la lucha contra los oligopolios energéticos. Por cierto, hace muy pocos días hemos conocido de primera mano -de los trabajadores que repararon la avería- la extrema gravedad del accidente de Ascó 1 del 1989, totalmente escondido y minimizado en su momento por la compañía y por las autoridades nucleares españolas. Minimización que, aun así, no pudo impedir por sieel cierre por siempre jamás más del grupo nuclear más antiguo de Catalunya.

La dependencia de países tan inestables como son la gran mayoría de exportadores de petróleo y de gas se ve como una amenaza

Ahora las nucleares -que abastecen Catalunya de la mitad del consumo energético- entran a la fase final de su vida activa, pese a la prórroga concedida por el gobierno español hasta el 2030-35. Ahora, el objetivo de la descarbonización y la sustitución de las energías fósiles es oficial en la Unión Europea y cada vez más sectores y actividades tienen plazos concretos para lograrlo. Ahora, los inversores, incluidos los oligopolios energéticos, apuestan por las energías renovables y se lanzan a impulsar nuevos proyectos. Ahora, la dependencia de países tan inestables como son la gran mayoría de exportadores de petróleo y de gas se ve como una amenaza.

Razones de los críticos con las implantaciones de renovables

Ahora, que el establishment apuesta por las renovables, los que se consideran más progresistas están en contra de la mayoría de proyectos. Unos porque ven demasiado capital esperando a hacer negocio. Los otros, por el impacto paisajístico y ambiental de las nuevas instalaciones, aunque se trate de molinos instalados mar adentro. Y otros, todavía, que niegan el carácter renovable de estas energías porque las instalaciones y mecanismos utilitzan materiales raros y obtenidos con elevado impacto ambiental y en condiciones laborales casi esclavistas en determinados países del Tercer Mundo. La conclusión, para estas voces, es que hay que abandonar el objetivo del crecimiento económico indefinido y entrar en el decrecimiento o en otro tipo de crecimiento, se diga felicidad o como se quiera dir.

La nueva normativa aprobada recientemente por la Generalitat haría imposible un caso como el de Alcarràs, porque los suelos de elevado potencial agrario restan excluidos de posibles implantaciones energéticas

No entraremos ahora en profundidad en este debate, que sería muy largo y matizado y que quizás abordaremos en otra ocasión. Ya hemos hecho una referencia crítica a la sobre implantación de molinos en Galicia, tema sobre el cual, por cierto, hay una notable película -As bestas- en cartelera. En Alcarràs, el tema era similar, pero con la fotovoltaica de protagonista. Digamos, pero, que la nueva normativa aprobada recientemente por la Generalitat haría imposible un caso como el de Alcarràs, porque los suelos de elevado potencial agrario restan excluidos de posibles implantaciones energéticas.

El debate energético

Cuatro ideas para ir tirando boca. Primera, la comunidad de Madrid no tiene ningún parque eólico. Tampoco hay hacia la provincia de Barcelona, a pesar de que sí alguno con autorización administrativa, en la Anoia. Las grandes infraestructuras energéticas requieren unos determinados requisitos físicos -viento, horas de sol, disponibilidad de agua...- y su carácter extensivo las hace poco competitivas en áreas densamente pobladas, donde el suelo es caro porque hay otros muchos usos en competencia.

Segunda, el reiterado objetivo de soberanía energética -como la alimentaria, o la de microchips- está bien como horizonte deseable. Depender menos de proveedores externos, inestables y dispuestos a sacar el máximo jugo de su posición también es un objetivo recomendable. Ahora, pretender ser totalmente autosuficientes es tan imposible como ineficiente. La autarquía, de infausta memoria en nuestra casa, es imposible para cualquier país, incluso los más grandes y poderosos. Le está pasando ahora mismo a la misma China con la limitada eficacia de sus vacunas contra la covid.

La energía más verde y más barata es la que no se consume

Tercera, la supuesta escassedat de determinados minerales y los residuos y otras deseconomías externas que generan son todas muy relativas. El principal productor mundial de litio, elemento básico para la fabricación de baterías eléctricas, no es en la África subsahariana, sino en Chile, donde estos días la Unión Europea está estrechando lazos económicos para asegurarse el abastecimiento. El 90 por ciento del litio de las baterías es reutilizable. Los yacimientos de litio detectados en todo el mundo solo hacen que crecer, porque se dedican más recursos a detectarlos, puesto que explotarlos puede ser un buen negocio. Una de las principales compañías chinas de fabricación de baterías eléctricas para automóviles acaba de anunciar que empieza a producir con sodio -un material mucho más extendido en todo el mundo- y que ya serán competitivas para camiones -no el de Tesla, que usa litio- y para instalaciones domésticas. Es decir, los adelantos tecnológicos y la rentabilidad de productos e inversiones puede hacer cambiar rápidamente todo el tema de la escasez de materiales para generar o almacenar energías renovables.

Cuarta y consideración final, por ahora. La energía más verde y más barata es la que no se consume. Y no porque importemos manufacturas de China o de Asia que han generado un elevado consumo energético para producirlas y transportarlas. Sino porque implantamos de forma decidida soluciones para producir lo mismo, o más, mientras reducimos nuestro consumo energético y otros recursos y materias primas.

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