Todo el mundo enfrenta las incomodidades de maneras diferentes. Hay personas que se quejan, personas que no tienen límites, personas que nunca se ponen en peligro y personas que saltan de cabeza a los problemas. Las incomodidades en la vida son inevitables, como mínimo la mayoría de ellas, pero la manera como las enfrentamos es determinante para saber cómo afectarán nuestra vida.
La arena en medio del bañador en la playa es una incomodidad habitual. La sal en la piel, el Sol que deslumbra la vista, la gente chillando y tirando agua a tu toalla donde tú, persona que sólo busca desconectar un rato de las vacaciones, recibes por el simple hecho de estar descansando en un ángulo equivocado. Sin embargo, si asumes que esto será el pan de cada día y que no puedes hacer nada, las vacaciones pasarán más amablemente y sin tantos impedimentos. Aceptar las incomodidades es, al fin y al cabo, una decisión que te ahorrará muchos dolores de cabeza.