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De levantar rodillas a salvar vidas: la evolución de una cirugía robótica bien presente en Catalunya

Los hospitales catalanes abrazan la revolución robótica abanderada por el sistema da Vinci durante la última década, a pesar del prohibitivo coste económico que supone

Dos cirujanos usando uno de los sistemas robóticos que posee el Hospital Clínic de Barcelona | Hospital Clínic
Dos cirujanos usando uno de los sistemas robóticos que posee el Hospital Clínic de Barcelona | Hospital Clínic
Marc Vilajosana, periodista de VIA Empresa | Mireia Comas
Periodista
Barcelona
16 de Octubre de 2025 - 05:30

Cuando pensamos en robots, la imagen mental que a menudo nos viene a la cabeza es la de una figura humanoide, con un aspecto más mecánico o más orgánico en función del referente estético que nos haya marcado. La ciencia ficción ha consolidado esta imagen que las mismas tecnológicas se empeñan en reproducir, a pesar de que no siempre sea la solución más efectiva. Pero el mundo de la robótica abarca muchas más formas y aplicaciones que bípedos de metro ochenta que simulen las acciones y limitaciones humanas. Y no hablamos de los también famosos “perros” robot de la china Unitree, habituales en congresos tecnológicos y en vídeos de redes sociales; sino de plataformas tecnológicas que hoy, y desde hace ya unos cuantos años, ayudan a los profesionales de la salud a salvar vidas.

 

Los orígenes de lo que hoy conocemos como cirugía robótica se remontan a más de 40 años atrás, en 1983, cuando un equipo liderado por el doctor James McEwen y Geof Auchinlek, en colaboración con el cirujano ortopédico Brian Day, idearon el Arthrobot. Este sistema, usado por primera vez en 1985 en un hospital de Vancouver (Canadá), constaba de un brazo hidráulico que, a través de órdenes de voz de los profesionales médicos, permitía ajustar la posición de la pierna del paciente para facilitar las operaciones de rodilla al cirujano.

El Arthrobot fue el pionero, pero se quedó en anécdota: el aparato solo se empleó en unas 250 intervenciones durante dos años y medio, todas ellas en Canadá, y en el año 88 ya había abandonado los quirófanos. Su utilidad no llegó a convencer a los profesionales del sector, como reconocía el propio Auchinlek en 2017 en un reportaje en HojaDeRouter.com: “Nos dimos cuenta de que no estábamos haciendo nada particularmente útil en este tipo de cirugía: la manipulación del miembro no era un problema importante a solucionar”. 

 

Con todo, el camino iniciado por McEwen y Auchinlek no llegó a un callejón sin salida, sino que fue continuado por investigadores y empresas de todo el mundo. De todos ellos, quien logró encontrar la fórmula de éxito fue la empresa estadounidense Intuitive Surgical, que en 1999 lanzó al mercado la primera versión de lo que se ha convertido en el gran representante de la cirugía robótica a escala mundial: el sistema da Vinci.

En 2024 se realizaron más de 410.000 intervenciones quirúrgicas con robots da Vinci solo en Europa

El equipamiento, que se ha ido mejorando con el paso de los años y las versiones, consta de un cuerpo con múltiples brazos (normalmente, cuatro) en el extremo de los cuales se incorporan diversas herramientas especializadas, como bisturíes o tijeras, además de uno que actúa como cámara. Así, el sistema es controlado por el cirujano a través de una consola externa, desde la cual puede tener una visión más precisa del cuerpo del paciente y mejorar la precisión de los movimientos. Según cifras de la compañía, en la actualidad hay más de 7.500 sistemas da Vinci repartidos por hospitales de todo el mundo, de los cuales 1.700 están en Europa, con los cuales en 2024 se llevaron a cabo más de 410.000 intervenciones quirúrgicas.

La cirugía robótica en Catalunya

Esta tendencia también ha llegado a Catalunya, donde “en cada hospital, se ha ido implementando como se ha podido”, revela la directora del Área Quirúrgica del Hospital Clínic de Barcelona, la doctora Isabel Vilaseca. El Clínic incorporó el primer robot quirúrgico (un da Vinci) en 2014, y lo hizo gracias al apoyo económico de un mecenas: “Era una época en la que aún se hacían pocos procedimientos robóticos y era una tecnología muy nueva y muy cara”. En la actualidad, el centro tiene un total de tres robots da Vinci y otros tres sistemas de cirugía robótica de otras marcas (el robot ROSA de ZimmerBiomet, el sistema CORI de Smith and Nephew y el robot HUGO de Medtronic), con funciones más especializadas, que se utilizan en las operaciones de cirugía general, urología, ginecología, torácica, otorrinolaringóloga y cardíaca.

Pero no son los únicos: en el Hospital Universitari Vall d’Hebron trabajan con ellos al menos desde 2017, y en 2023 realizaron el primer trasplante de pulmón 100% robótico del mundo por una nueva vía de acceso; el Hospital de la Santa Creu i Sant Pau de Barcelona los emplea desde 2022 y cuenta ya con cuatro equipamientos; mientras que el Hospital Universitari Sant Joan de Reus incorporó un da Vinci en abril de 2024 y en enero de 2025 ya había superado el centenar de intervenciones. De hecho, la primera operación con cirugía robótica en el Principat se llevó a cabo en la Fundació Puigverd de Barcelona, a cargo del doctor Humberto Villavicencio, una intervención que este julio ha celebrado el 20º aniversario. Son solo algunos ejemplos de una tendencia en crecimiento, obstaculizada principalmente por el gran coste económico que supone: “Un robot da Vinci cuesta más de dos millones y medio de euros, y su mantenimiento va de los 150.000 a los 300.000 euros anuales”.

Vilaseca (Clínic): “Un robot Da Vinci cuesta más de dos millones y medio de euros, y su mantenimiento va de los 150.000 a los 300.000 euros anuales”

Ante la gran inversión que requieren, los hospitales catalanes que han apostado por estos sistemas tratan de sacarle todo el jugo posible. En el caso del Clínic, la doctora Vilaseca explica que en 2024 se llevaron a cabo 1.060 intervenciones quirúrgicas con los robots disponibles, que representan entre un 3% y un 4% de las entre 25.000 y 26.000 operaciones con anestesia general que realizan durante el año. Esta cifra supone un incremento del 12% respecto a las 944 cirugías de 2023 y encaminan al hospital hacia el objetivo que se ha planteado para 2030, que es llegar a cubrir un 10% de las operaciones quirúrgicas anuales con estas técnicas.

Una evolución de un trabajo aún humano

Las razones para apostar por la cirugía robótica son claras, tal como ejemplifica la doctora Vilaseca: “Si tengo que hacer unos cortes y me tiembla el pulso, el robot me ayuda a quitarlo”. La herramienta también permite mejorar la visibilidad dentro del organismo, gracias al uso de microcámaras, y a través de las consolas, los cirujanos pueden ampliar o alejar la imagen para analizar mejor la situación. Además, las pinzas que incorporan los brazos tienen una capacidad de giro de 360°, algo que no es posible con una muñeca humana y que permite llegar a rincones antes no accesibles. Ahora bien, la jefa del Área Quirúrgica del Clínic deja claro que estos robots no son autónomos: “Ha cambiado la manera de trabajar, pero no el trabajo; el robot no trabaja solo. Nos ayuda a hacer lo que ya hacemos, pero mejor”.

El aumento de la precisión de las herramientas permite llevar a cabo intervenciones menos invasivas, lo que es especialmente notorio en las operaciones torácicas: “Antes, para operar los pulmones, teníamos que abrir el esternón, y ahora lo podemos hacer con robots que entran a través de las costillas”. Para el paciente, esto se traduce en una reducción del porcentaje de complicaciones y de los días de ingreso, una facilitación de la recuperación y la eliminación de posibles secuelas, entre otros.

Aun así, Vilaseca reconoce que el mundo de la cirugía robótica se encuentra todavía en una “fase inicial” de desarrollo y tiene ciertos ámbitos de mejora. El principal, ya mencionado, es el precio prohibitivo, que provoca que se tengan que priorizar aquellas áreas e intervenciones que pueden sacar más provecho de la tecnología. Pero también tiene de prácticas: “Necesitamos mejores herramientas, como brazos más pequeños, que giren y se coloquen mejor y sean más ligeros”. Otra cuestión que subraya Vilaseca es la pérdida del sentido del tacto por parte del cirujano, un indicador que sí que tiene en las operaciones tradicionales. En este caso, se empieza a resolver con la introducción de tecnologías hápticas que intentan simular con resistencias en los mandos de la consola la sensación táctil de los brazos robots.

Competición internacional con un contendiente catalán

Para superar todos estos obstáculos, especialmente el económico, la directora del Área Quirúrgica del Hospital Clínic confía en que el tiempo, la evolución tecnológica y la competencia entre empresas fabricantes tomen un protagonismo activo. En este último ámbito, Vilaseca asegura que hay “muchísimas” empresas desarrollando soluciones de cirugía robótica, y cita como ejemplos los sistemas HUGO de la irlandesa (de origen estadounidense) Medtronic, los robots Versius de la británica CRM Surgical o la propuesta de la china TouMai, de quien el Hospital de Bellvitge ha sido el primer centro del Estado en estrenar su robot.

El problema con el que se encuentran no es la creación, sino la certificación, los procesos por los que deben pasar para determinar que sus sistemas son válidos para cada una de las especialidades quirúrgicas para las que quieren actuar. “Como médicos nos interesa que salga adelante, se desarrollen y haya competencia. El da Vinci es como un coche de alta gama: para algunas cosas es imprescindible, pero para otras quizás nos servirían robots especializados más pequeños y baratos”, señala la experta.

La catalana Rob Surgical se encuentra en la fase de validación de su robot quirúrgico Bitrack System, el único originado en el Estado

Dentro de este campo, en el que Asia crece con potencia, encontramos un proyecto muy cerca de casa, el de la catalana Rob Surgical, que se encuentra ya en fase de validación de su Bitrack System, el único robot quirúrgico que se está desarrollando en todo el Estado. Con el objetivo de “universalizar la cirugía de alta precisión”, Rob Surgical acumula más de diez años de investigación que se traducen en un robot con cuatro brazos, dos de ellos con articulación pasiva, trócares y sistemas de visión genéricos, y una consola con pantalla 3D genérica, siete grados de libertad y un espacio de trabajo grande y ergonómico. El sistema se ha mostrado en congresos internacionales, como el 4YFN o el encuentro anual de la Society of Robotic Surgery en Orlando (Estados Unidos), y ha sido testado en varios hospitales, entre ellos el Clínic de Barcelona.