
En poco más de un lustro, Qilimanjaro Quantum Tech ha logrado posicionarse como una de las empresas deep tech más importantes del país. La que es, hasta ahora, la única empresa del Estado especializada en computación cuántica ha sido reconocida como mejor startup de 2024 en los 4YFN Awards y se ha encargado de la instalación del primer ordenador cuántico del Estado en el Barcelona Supercomputing Center (BSC). Surgida en 2019 como una spin off del Institut de Física d'Altes Energies (IFAE), la Universitat de Barcelona (UB) y el mismo BSC, la compañía supera ahora los 70 trabajadores y tiene un importante proyecto entre manos: la construcción de lo que será el primer centro de datos cuántico de Europa, un espacio que concentrará hasta 15 ordenadores cuánticos y que se estrenará este otoño.
En las oficinas que acogerán esta infraestructura es donde recibe VIA Empresa a la CEO de Qilimanjaro, Marta P. Estarellas. Allí es donde hablamos durante casi una hora sobre cuántica, la tecnología que es “la gran esperanza de Europa”, al menos a juicio de la UE. Una disciplina que “no se entiende como una sustitución de la computación clásica, sino como una aceleración”, con aplicaciones en campos tan diversos como la logística, la biología, las finanzas, la inteligencia artificial o la medicina, y en la que el Principat participa con buenas expectativas: “A escala española, Catalunya es el epicentro de la cuántica”. Un liderazgo que, eso sí, pedirá “una mirada estratégica a largo plazo, paciencia y confianza”, especialmente entre los inversores privados.
La computación cuántica no trabaja con bits, sino con qbits. ¿Qué implica esto?
Es un cambio completo de paradigma. La computación cuántica codifica la información en sistemas que se comportan bajo las leyes de la mecánica cuántica, aquella física que describe los sistemas microscópicos. Los sistemas macroscópicos, lo que podemos ver con los ojos, se describen mediante la mecánica clásica, la convencional que hemos aprendido todos en la escuela; pero cuando intentamos ir un poco más allá, de cómo están formados, la física que describe el comportamiento de los átomos y las moléculas es la física cuántica.
Se planteó la idea de ver si con la física cuántica se podía hacer computación. Y la realidad es que sí: podemos codificar datos con estos sistemas, con átomos artificiales, como lo que hacemos nosotros, que simulan un átomo con un chip de materiales superconductores. Con ellos, podemos explotar algunos de los fenómenos más exóticos de la mecánica cuántica.
¿Fenómenos como…?
La superposición, el entrelazamiento, el efecto túnel… Con estos fenómenos podemos construir una nueva lógica de manipulación de la información. La lógica de los ordenadores convencionales es la lógica booleana, que suma y resta unos y ceros, hace los AND, los OR… Todas las tareas que hacemos con un ordenador normal se reducen a este tipo de operaciones. Nosotros queremos construir una lógica diferente, la lógica cuántica. Seguimos trabajando con unos y ceros, el sistema binario, pero hacemos operaciones mucho más exóticas, como la superposición, que hace que no tengas que escoger entre tener el cero y el uno, sino que puedas tener el cero y el uno. Esto te permite crear algoritmos que son mucho más eficientes para ciertas tareas.
¿Cuáles son sus principales aplicaciones?
Aún se está trabajando para identificar aquellas en las que el ordenador cuántico puede darnos una ventaja. Porque, al final, la computación cuántica no se entiende como una sustitución de la computación clásica, sino como una aceleración, de la misma manera que las GPU han acelerado las CPU para temas de diseño gráfico, videojuegos o inteligencia artificial.
“La computación cuántica no se entiende como una sustitución de la computación clásica, sino como una aceleración”
Nosotros estamos enfocándonos en tres verticales diferentes. Por un lado, la simulación de problemas intrínsecamente cuánticos. Cómo podemos simular el comportamiento de una molécula, de una reacción química, de un material… Todas estas simulaciones son muy complejas con computación actual, porque como el problema en sí, la matemática, es cuántico, el ordenador clásico no es capaz de describirlo de manera eficiente. Por eso, con un ordenador cuántico tendríamos la capacidad de reproducir el comportamiento del problema natural. La simulación nos abre un abanico enorme de posibilidades en el conocimiento del mundo que nos rodea: la naturaleza, la física, nuevos materiales, nuevos combustibles, nuevas medicinas… que, hoy en día, están limitados por las capacidades de computación actuales. Hemos llegado a un límite donde la computación clásica no escala bien con el problema. Es uno de los focos principales de la computación cuántica y, de hecho, el motivo por el cual yo estoy aquí.
Explique, explique.
Yo soy química de formación, y pasé a dedicarme al diseño de fármacos, la primera fase de la cual es la modelización computacional. Fue en aquel momento que me di cuenta de que las capacidades tecnológicas que teníamos a disposición no eran suficientes para resolver mis problemas, que tenían un impacto muy importante en la sociedad: en el grupo donde estaba intentábamos identificar moléculas candidatas para inhibir reacciones asociadas a ciertos tipos de cáncer, Parkinson y Alzheimer, y los ordenadores clásicos no tenían la capacidad de describir de manera precisa y eficiente la mecánica cuántica de estos sistemas. Fue entonces cuando descubrí que había un nuevo campo que estaba creciendo, que era la computación cuántica. La simulación es, para mí, la aplicación más bonita. Imagina que tuviéramos un ordenador cuántico que nos ayudara a entender mejor la astrofísica, la biología, la química, el cerebro… Todo lo que podría llegar a salir.

La más bonita, pero no la única.
La otra rama es la optimización. Encontramos muchos problemas con una misma estructura matemática en el día a día de una empresa, como la optimización de rutas de vehículos, de turnos de un hospital, operaciones del sector financiero… Todos estos problemas tienen algo en común: se describen de la misma forma matemática y no tienen una solución eficiente en un ordenador clásico. Parecen muy simples, pero tienen un nivel de complejidad muy elevado, se les llama NP-Hard. A medida que el número de datos y las restricciones del problema de optimización van creciendo, se vuelven más y más intratables. Hoy día se resuelven con aproximaciones, o, si lo quieren exacto, usando muchos recursos computacionales.
A estas industrias les interesa una pequeña ventaja en la precisión del resultado, o poder resolver un problema en un tiempo menor. Nosotros hemos trabajado con la industria energética para ver cómo podíamos calcular en menor tiempo el precio de la electricidad, porque se tiene que resolver un algoritmo muy complejo, que depende de la demanda, de los flujos de energía de las diferentes partes de un mercado, de si vienen proveedores de fuera… Y con la inclusión de las renovables, en vez de cada hora, se tenía que hacer el cálculo cada 15 minutos, porque había más variables, como que se va el sol o deja de soplar el viento. Estuvimos trabajando cómo calcular el problema con menor tiempo con un algoritmo cuántico, y esto implica márgenes de beneficio increíbles.
Pasa lo mismo con las rutas logísticas en una ciudad: cuando llegas a 50 puntos de parada, el problema prácticamente se convierte en intratable. Pero los repartidores de Glovo, de Just Eat, de Correos o de Amazon tienen problemas mucho más grandes que 50 paradas. Aquí se cree que también puede dar una gran ventaja.
Y falta el tercer vertical.
Cuando hablamos de ventaja cuántica puede querer decir llegar a la solución con un menor tiempo (la simulación), llegar de manera más precisa (la optimización)… o hacerlo con menos recursos. Y aquí entra el procesamiento de datos. Con el boom de la inteligencia artificial, tenemos que tener en cuenta que tiene un coste. Todos estos modelos se están reentrenando con muchísimos datos, y sí, se hace en la nube, pero la nube es infraestructura. Son sistemas de computación, centros o granjas de datos que cada vez tienen que ser más y más grandes, porque ya no podemos miniaturizar más los chips y tenemos que empezar a acumular CPU, GPU y crear infraestructuras gigantes de supercomputación. Hemos llegado a un punto en que las grandes empresas tecnológicas ya no están haciendo tanta computación, sino creando la infraestructura para poder dar servicios a los centros de datos. Y esto no es escalable ni sostenible.
"El chip cuántico se puede permitir poner sobre la mesa un nuevo paradigma de procesamiento de datos más eficiente"
La cuántica se postula como una alternativa. Nos propone una manera de continuar comprimiendo las capacidades de procesamiento con un chip que sigue siendo más pequeño. Hasta ahora, en la industria del semiconductor hemos estado intentando integrar más y más transistores en el mismo chip para aumentar sus capacidades, y hemos llegado a un límite en que no podemos hacerlo más pequeño, porque tenemos efectos cuánticos, que son ruido. Pero si lo que hacemos es computación cuántica, estos efectos ya no son ruido, sino que son controlables. El chip cuántico se puede permitir poner sobre la mesa un nuevo paradigma de procesamiento de datos más eficiente. Además, los primeros benchmarks de comparación de consumo de recursos entre un chip clásico y un chip cuántico para una misma tarea indican que el cuántico consume órdenes de magnitud menos que el clásico.
¿Será esta aplicación la que veremos más próximamente en el mercado?
Yo creo que sí. Es verdad que tienes que reinventar el procesamiento de datos: las redes neuronales no funcionan de la misma manera, porque la lógica que rige su procesamiento es diferente. Tienes que reinventar la inteligencia artificial, y esto es el campo que se conoce como quantum AI, una rama con muchísimo potencial.
Cuando se fundó Qilimanjaro aún no había habido el estallido actual de la IA generativa.
No, pero, de hecho, habíamos empezado a trabajar con IA antes. Lo que pasa es que no le dábamos tanta importancia como le damos ahora, porque era más una curiosidad científica. Yo antes estaba trabajando en el sector, y empecé a investigar cómo utilizar ordenadores cuánticos para hacer procesamiento de datos para inteligencia artificial. Esto, mucho antes de OpenAI y de ChatGPT. Planteé si, teóricamente, los ordenadores cuánticos analógicos, que son con los que trabajamos en Qilimanjaro, podían servir para hacer esto, y la respuesta parecía ser que sí. En aquel momento, publicamos el paper y ya está. Pero entonces surgió OpenAI con el ChatGPT, los modelos generativos… Y recuperamos todo este trabajo anterior y lo empezamos a redimensionar, porque veíamos que tenía un sentido ahora más que nunca. Ya no era una curiosidad científica, era algo que, quizás, el mundo necesitará.
De hecho, la inteligencia artificial generativa actual se origina también en una publicación científica de investigadores de Google Brain, donde se presentaba los ahora conocidos como modelos transformadores.
¡Sí! Al final, todo empieza con una curiosidad. El otro día vi una gráfica que enseñaba el número de citaciones del paper con que Andre Geim y Konstantin Novoselov ganaron el Premio Nobel de Física por el descubrimiento del grafeno, y ves que pasan años sin ni una citación y, de repente, crece de golpe. Alguien lo descubre, empieza a tener sentido o una aplicación, y lo que era una curiosidad científica se convierte en una revolución tecnológica.
¿Las tareas que puede hacer un chip cuántico en inteligencia artificial son las mismas que las que pueden hacer los chips actuales, o están más especializados?
Las aplicaciones con inteligencia artificial aún son bastante exploratorias. Nosotros, por ejemplo, estamos mirando si se pueden utilizar para la clasificación de datos. Trabajamos con el CERN, en Ginebra, porque uno de los problemas que tienen es que en sus experimentos de detección de nuevas partículas y nuevos acontecimientos generan muchísimos datos que les cuesta mucho de procesar. Estamos viendo si podemos procesar más rápidamente, eficientemente y con menos recursos todas estas informaciones y clasificar los acontecimientos que puedan observar. Si se pueden procesar clasificadores y modelos de superbajo aprendizaje y aprendizaje por refuerzo, quiere decir que podemos procesar cualquier clase de información por temas de entrenamiento.

¿Estos chips cuánticos comparten los problemas de falta de materiales que también tienen los chips actuales?
No, los chips que tenemos se desarrollan con materiales bastante comunes. Los principales componentes son el aluminio y el silicio, metales fáciles de obtener. Lo que es un poco más complicado es que operan a muy baja temperatura, prácticamente del cero absoluto, -273 °C, menos que en el espacio exterior. Necesitan estas temperaturas para que se puedan comportar como superconductores, cosa que necesitamos para poder simular el comportamiento de un átomo y los fenómenos cuánticos. Los fabricamos con la infraestructura que ya existe, como las salas blancas, a temperatura normal, donde creamos los circuitos con litografía, y después, para controlarlos y hacer que funcionen como ordenadores cuánticos, los tenemos que bajar la temperatura.
Hoy en día, la computación cuántica es muy heterogénea, no hay un hardware que sea el ganador, sino muchas apuestas que están buscando cuál es la vía ganadora para poder escalar la tecnología. Será entonces cuando podremos resolver problemas altamente complejos y poder poner estos sistemas en sistemas productivos.
Desde Qilimanjaro apostáis específicamente por los ordenadores cuánticos analógicos. ¿De qué manera se diferencian de los ordenadores cuánticos digitales?
La mayoría de los ordenadores cuánticos que se están creando son digitales. La diferencia es la manera como codificamos el procesamiento. En el digital, se compone de una secuencia de operaciones lógicas discretas, muy precisas y muy rápidas, basadas en la lógica cuántica. Lo que se ha visto a lo largo de dos décadas de desarrollo es que, cada vez que aplicas estas operaciones, introduces un pequeño error al sistema. Y a medida que haces más y más, el error se acumula hasta el punto que es tan elevado que no le puedes sacar mucho sentido al proceso. Con la computación clásica esto también pasa, pero podemos aplicar protocolos de corrección de errores, que se suelen basar al crear varias copias de la operación.
Pero en la cuántica esto no se puede hacer exactamente así, tenemos que crear estructuras muy complejas, con muchos qbits físicos, para poder codificar una unidad lógica de información. Esto implica tener que tener sistemas muy grandes para poder codificar una información. Actualmente, ni siquiera conseguimos doblar la cantidad de qubits por ordenador cuántico al año, y la necesidad real es de tener miles y miles de qbits. Ahora estamos alrededor de 100 y pico, y necesitamos millones. Llegar a chips de millones de qbits, a menos que haya una manera de escalar más rápidamente los sistemas, no pasará anytime soon. Al ritmo actual, veremos un ordenador cuántico digital con tolerancia a errores de aquí a 20 años o más.
"Al ritmo actual, veremos un ordenador cuántico digital con tolerancia a errores de aquí a 20 años o más"
Nosotros nos creamos para presentar una alternativa que nos permitiera llevar la computación cuántica útil al mercado y a la investigación en un marco de tiempo más corto. Nuestra propuesta no es tan sencilla de programar ni tan sencilla de fabricar como un digital, pero sí que creemos que necesitaremos menos qbits para poder dar una practicidad.
¿Qué os lleva a pensar esto?
Porque el procesamiento, en vez de ser con puertas discretas, se hace con una modulación continua de los parámetros del sistema. Imagina que tuvieras un chip con unas rodetas que vas girando poco a poco para llegar al resultado. Este control continuo nos permite, hasta cierto punto, evitar los errores, y es lo que creemos que llevará este tipo de tecnología antes al mercado.
Pero a la vez también hay otra razón, que es la razón original. Richard Feynman, Premio Nobel de Física en el año 65, decía: “La naturaleza es cuántica, y si quieres una descripción precisa de la naturaleza, necesitas utilizar la matemática cuántica, y no la clásica”. Y nosotros pensamos que, de la misma manera que la naturaleza es cuántica y no clásica, la naturaleza es analógica, y no digital: si ves una hoja caer de un árbol o cómo se propaga una ola, es de manera continua. Creemos que la computación cuántica analógica puede ser mucho más precisa a la hora de solucionar problemas que son intrínsecamente continuos.
"De la misma manera que la naturaleza es cuántica y no clásica, la naturaleza es analógica, y no digital"
Qilimanjaro fue fundada en 2019 por cinco investigadores, y el primer ordenador lo instalasteis en 2021, en los Emiratos Árabes Unidos.
Para ser precisos, más que un ordenador cuántico, era un laboratorio de computación cuántica. Lo que buscaba el Technology Innovation Institute (TII) de Abu Dhabi era crear su propia línea de desarrollo de computación cuántica, pero no tenían la experiencia. Nos pidieron que hiciéramos como de consultora, para entender cómo tenía que ser el laboratorio, las estructuras eléctricas, las redes, qué proveedores utilizar, cómo se podían integrar… Les hicimos también un chip básico para que tuvieran una primera arquitectura con la cual poder arrancar por su cuenta. Les dimos la semilla de un sistema completo, y mientras hacíamos el ejercicio con ellos, también lo hacíamos en nuestro laboratorio. Nuestro primer ordenador cuántico fue un gemelo de aquel. Y, a partir de aquí, ha ido creciendo y creciendo.
¿Es entonces cuando surgió el proyecto de Quantum Spain?
Exacto. Es una iniciativa del Ministerio de Transformación Digital con la que buscaban crear una estrategia de conocimiento en cuántica dentro de España, sobre todo a escala de investigación y universidades. Hubo mucha inversión en talento, capacitación y divulgación, pero también se buscaba crear infraestructura que pudiera dar servicio a toda la red nacional de supercomputación para comenzar el proceso de democratización de la tecnología. Cuando haces cosas tan innovadoras como la computación cuántica, es clave abrirlo a los usuarios para comenzar a hacer el proceso iterativo para entender qué ideas pueden venir de fuera e implementarlas para intentar alinearse al máximo con lo que quiere el mercado, el ingeniero, la empresa financiera o el investigador. El proyecto era para hacer un ordenador cuántico digital, pero nosotros también teníamos las capacidades, así que nos presentamos y ganamos. Hicimos un acuerdo con otra empresa, que se encargó de los chips, y nosotros hicimos todo el software y la integración con el MareNostrum 5 del BSC.
"Cuando haces cosas tan innovadoras como la computación cuántica, es clave abrirlo a los usuarios"
Y, más adelante, os encargasteis de la licitación del proyecto de EuroHPC. ¿En qué consiste esta apuesta europea?
Es una organización de la Comisión Europea que busca crear, mantener e incentivar infraestructura de computación estratégica en toda Europa, mediante los centros de supercomputación. El BSC es uno de los más fuertes, el octavo más potente del mundo. Sacaron licitaciones para equipar cada centro de HPC con infraestructura cuántica, y el BSC licitó un ordenador cuántico de la misma tecnología, pero como ya tenía uno digital, licitó uno analógico. Con este, formaba un triángulo: el superordenador clásico, el MareNostrum 5; el ordenador cuántico digital, y el ordenador cuántico analógico. Es una visión en la que nosotros creemos mucho: el futuro pasa por la tecnología híbrida, que tendrá la parte clásica, que será la mayoría, acelerada por un nodo cuántico, que será analógico y digital. Por mucho que creamos que la digital tardará mucho, debemos continuar trabajando en su desarrollo.

¿Por qué es importante la computación cuántica digital?
Permite resolver problemas matemáticos como el algoritmo de Shor, que sirve para descomponer en factores un número. Este proceso es el que puede revertir la codificación de muchas claves criptográficas. La mayoría de criptografía que tenemos hoy se basa en el RSA, que es un protocolo que utiliza la factorización. Descomponer estas secuencias son problemas muy difíciles, pero con un ordenador cuántico digital es muy fácil.
¿Es esta una de las razones por las cuales los gobiernos han puesto tanta atención en la cuántica en los últimos años?
Exacto. Uno de los momentos clave fue cuando se vio que China estaba haciendo inversiones muy y muy grandes en cuántica, y que lo que estaba pasando con desarrollo era muy opaco. Esto despertó el miedo en Estados Unidos y, de rebote, en Europa. Entonces se comenzaron a poner controles a la exportación de ordenadores cuánticos, aranceles… Es la amenaza de que, si surge un ordenador cuántico antes que los otros, puede llegar a revelar toda la información encriptada de todo el mundo.
"Si surge un ordenador cuántico antes que los otros, puede llegar a revelar toda la información encriptada de todo el mundo"
De hecho, la Unión Europea ha identificado la cuántica como una de las prioridades para recuperar la soberanía tecnológica, junto con los semiconductores, la ciberseguridad o la IA. En el caso de los chips, Europa está muy retrasada respecto a los EUA y China. ¿Cómo estamos en cuántica?
La cuántica es la gran esperanza de Europa, o eso es al menos lo que piensa Europa. “Llegamos tarde en los semiconductores”, ya que se han creado monopolios enormes como Taiwán; “llegamos tarde con la IA”, aunque yo no estoy segura de que sea verdad, “así que no llegaremos tarde con la cuántica”. Pero la realidad es que los gigantes tecnológicos de la cuántica ya están en Estados Unidos. Google o IBM pueden hacer inversiones brutales; las startups de computación cuántica de los EUA están cotizadas en bolsa, en el Nasdaq o el New York Stock Exchange; llegar a estos niveles de financiación es impensable en Europa. Sí, estamos a tiempo de posicionarnos como potencia tecnológica en el ámbito de la cuántica, pero tampoco nos podemos dormir.
Como startup europea vemos que es difícil hacer deep tech aquí, con cosas tan a largo plazo. Estamos constantemente peleándonos para conseguir el dinero para hacer este desarrollo. Sabemos que si nos fuéramos a Silicon Valley sería mucho más fácil. Lo que pasa es que creemos que es importante que esta tecnología se desarrolle en Europa, y sí que es verdad que hay apoyo de la administración, tanto a nivel nacional como a nivel europeo. Pero a nivel privado, es una cosa que cuesta más, y es lo que marcará la diferencia entre ganadores.
Sí que es verdad que estamos todavía en una fase muy inicial, también en Estados Unidos, que van tan perdidos como nosotros. No puedes ir más deprisa que el ritmo que marca la ciencia; puedes poner todo el dinero que quieras, y ayuda, porque son más contrataciones, recursos y equipamiento, pero el momento eureka no lo compra el dinero. Ahora estamos en una igualdad de oportunidades, y lo que será vital es que, cuando comencemos a escalar, tengamos los recursos y el acompañamiento.
"Estamos a tiempo de posicionarnos como potencia tecnológica en el ámbito de la cuántica, pero tampoco nos podemos dormir"
Como líder de una startup puntera dentro del sector, ¿qué pediría a las administraciones y al sector privado para conseguir mantener el ritmo en estas fases iniciales de la computación cuántica?
Pediría una mirada estratégica a largo plazo, paciencia y confianza. El deep tech es una inversión de riesgo, puede ir bien o no, pero si va bien, puede tener un impacto exponencial. Nosotros modulamos nuestro crecimiento muy lento al principio a nivel de facturación, no queremos tomar el pelo a nadie. Ahora mismo no venderemos un ordenador cuántico a un banco o una universidad. Una vez se identifiquen los algoritmos y verticales donde realmente tiene sentido escalar la tecnología a niveles productivos, ya sí que podremos hablar de una fase de crecimiento exponencial, donde nuestros estudios de mercado muestran unas facturaciones superexponenciales.
Pero para llegar a este punto, tienes que ir paso a paso. Y esto es lo que el sector de inversión tiene que entender. Hay inversores, tanto públicos como privados, que comprenden la importancia estratégica que tiene esto para Europa y que se tiene que ser paciente, pero es verdad que no tienen la misma agresividad que puedan tener los inversores americanos, que están más acostumbrados a dar apoyo a la empresa privada. Aquí tenemos mucha financiación y apoyo público, pero nos hace falta un poco más de atrevimiento por parte del sector privado.

¿Qué papel juega hoy Catalunya en el ecosistema mundial de la computación cuántica?
Catalunya tiene muchísimo potencial en el ámbito de la tecnología cuántica, no solo en la computación, sino también en la comunicación, la criptografía y la sensoría. Tiene un anillo de centros tecnológicos que, si trabajamos conjuntamente, podemos crear un hub muy potente a escala europea, que no tenga nada que envidiar a los grandes hubs cuánticos como Delft (Países Bajos), Múnich (Alemania) o París (Francia). Tenemos instituciones potentes de supercomputación, como el BSC; instituciones potentes de fotónica, como el Institut de Ciències Fotòniques (ICFO), que se enfocan mucho en las partes de computación cuántica; centros de investigación como el IFAE, universidades muy potentes como la UB, la UAB, la UPC… que, poco a poco, están creando un ecosistema cuántico con programas de máster y doctorado. Nosotros damos clases a los programas de máster, tenemos estudiantes de doctorado que tutorizamos desde aquí y formamos, y poco a poco queremos crear la masa crítica para poder crear un sector en Catalunya.
A nivel español, aunque algunos no estarán de acuerdo, Catalunya es el epicentro de la cuántica, y a nivel europeo podemos llegar a ser uno de los hubs más fuertes. Falta coordinación, falta atraer empresas, inversión y usuarios. Y por eso creemos que el centro de datos cuántico que estamos montando ahora, que llegará a los 15 ordenadores cuánticos, será un centro tractor de usuarios y empresas. También tenemos que dar espacio a la creación de spin offs: hoy, Qilimanjaro es la única startup dedicada a la computación cuántica en el estado español, y tenemos dos muy fuertes en la parte de comunicaciones, que son LuxQuanta y Quside, que son dos spin offs del ICFO.
"A nivel español, Catalunya es el epicentro de la cuántica, y a nivel europeo podemos llegar a ser uno de los hubs más fuertes"
¿Ve este futuro con optimismo?
La verdad es que sí. En Catalunya tenemos buenas cartas, y la administración se ha dado cuenta de este potencial. Nosotros siempre hemos recibido todo el apoyo que podríamos desear de la Generalitat, tanto a escala comunicativa y de enlazarnos con las iniciativas que tienen, como de financiación; contamos con Avançsa, que es un vehículo de financiación de empresas, vía deuda. Se pueden hacer más cosas siempre, pero estamos aprovechando los vehículos actuales. Hay buena voluntad, también por parte de las instituciones académicas y las empresas. Tenemos muy buena relación, se están implementando iniciativas con la Catalan Quantum Academy, con conferencias, workshops, hackatons… Intentamos hacer ruido y, poco a poco, ir haciendo crecer este sector.