
Pocas personas en Catalunya acumulan un currículum tan completo en el mundo de la industria como Núria Aymerich. La profesional ha sido casi diez años secretaria general del Gremi de Fabricants de Sabadell, diecinueve años miembro del pleno de la Cambra de Comerç de Sabadell, consejera del Consejo Social de la Universitat de Barcelona durante quince años, 30 años directora académica y gerente de ESEC o impulsora del espacio Leaders of Now, entre otros. También ha tenido tiempo de trabajar en la administración pública: fue concejala del Ayuntamiento de Sabadell entre 1996 y 1999, directora general del Institut de Seguretat Pública de Catalunya y, desde este enero, ejerce como comisionada especial para la Competitividad Industrial y de la Pequeña y Mediana Empresa del Ministerio de Industria y Turismo.
Con toda esta experiencia, no sorprende que Aymerich haya sido la nueva invitada del último episodio de La indústria és futur, el pódcast de la Fundació per la Indústria, que reúne a algunos de los empresarios más influyentes del sector para recoger sus reflexiones durante una entrevista en profundidad. En este caso, además, la conversación dirigida por el periodista económico Umberto Salerno ha tenido un toque añadido de familiaridad, ya que durante su período de liderazgo en el Gremi de Fabricants de Sabadell también estuvo plenamente implicada en la Fundació y fue una de las impulsoras del programa. “Con esta entrevista, estoy formando parte de un hijo que hemos hecho crecer entre muchos”, ha reconocido la invitada, quien ve en La indústria és futur “la voz de los industriales que cada día por la mañana piensan en esta industria, se comprometen con ella, quieren ser innovadores y lo son y viven con la máxima dificultad el presente industrial, pero también con la máxima ilusión”.
Aymerich ha querido aprovechar la entrevista para reivindicar el papel del sector industria, el cual “crea empleo estable que mejora la vida de las personas de este país”. “Estamos creando riqueza social y económica, hacemos que el motor de este país gire bien”, ha asegurado la comisionada del Ministerio. La experimentada profesional ha puesto de relieve el impacto que tiene la economía globalizada en la industria nacional: “Tenemos una China realmente punzante, que avanza con una voluntad clara, exportando a todo el mundo. Y al otro lado tenemos a Estados Unidos, que no hace falta decir lo que significa, con los aranceles”.
Pero la competencia internacional no son los únicos retos que afronta el sector industrial: el coste de la energía, la aceleración de la digitalización y la inteligencia artificial o el talento y las personas son los otros factores que ha señalado Aymerich como importantes. Desde el Ministerio, la comisionada asume como reto propio “hacer que la industria de este país sea motor de empleo, exista, salga adelante y dé respuesta a estas problemáticas y oportunidades”, y ve en nuevas dinámicas, como la economía circular o la sostenibilidad, dos elementos que “nos dan una nueva industria”.
“Tenemos el reto de hacer que la industria de este país sea motor de empleo, exista, salga adelante y dé respuesta a estas problemáticas y oportunidades”
En esta línea, Aymerich ha señalado las diferentes “líneas de ayuda, líneas de crédito y los famosos PERTE” como mecanismos públicos que “forman parte de toda la cadena de valor” y deben ayudar al sector a afrontar todos estos retos. Eso sí, no se pueden ofrecer estas ayudas de cualquier manera: “Debemos apoyar, hacerlo fácil, comprender, escuchar, estar presentes y tratar de resolver problemas que a veces se atascan y no tienen razón de ser”. También ha reivindicado la confianza como “la palabra mágica” para hacer funcionar la colaboración entre la administración y las empresas: “Nada recae solo en lo público, nada recae solo en lo privado. La colaboración público-privada la tenemos que hacer cada día más realidad, y la tenemos que fomentar en la confianza”.
La importancia del liderazgo en valores
Más allá de su vertiente pública y empresarial, Aymerich también se ha distinguido en el papel de autora, y recientemente ha publicado su segundo libro, La revolución silenciosa: Liderazgo que transforma equipos y organizaciones. En él, la comisionada del Ministerio de Industria reivindica la importancia de impulsar liderazgos transformacionales, aquellos que “se fundamentan en poner a las personas en el centro”. “Si solo viéramos los resultados desde una perspectiva económica, el mundo no tendría sentido. Cuando se lidera de verdad, actuando de acuerdo con los valores de la profesionalidad, del respeto, de la ética y de la bondad, las organizaciones aún ganan más dinero”, ha asegurado en la conversación con Salerno.
“Cuando se lidera de verdad, actuando de acuerdo con los valores de la profesionalidad, del respeto, de la ética y de la bondad, las organizaciones aún ganan más dinero”
La autora de La revolución silenciosa ha defendido que “el talento no se puede retener”, ya que “cuando no se cuida, se marcha”: “Si no le dejas hacer, no le respetas, no le quieres y no le das un espacio, esto no funciona”. Una situación que puede acabar derivando en episodios de “deslealtad” en una organización, los cuales “siempre tienen su raíz en las inseguridades de las personas”. Para evitar estos problemas, Aymerich aconseja promover el liderazgo propio, el cual está fundamentado en tres patas: “Conocimiento adquirido, experiencia y desarrollo personal para tener el equilibrio para saber quién eres, cómo eres y qué puedes mejorar. Cuanto mejor trabajemos estos tres elementos, mejor tecnología podremos utilizar”.
Según Aymerich, este camino requiere “mucho coraje y mucha humildad” para concienciarse para “mejorar de verdad” y, aún más crucial, tratar bien a los demás: “No se puede confundir la jerarquía con la importancia de cada persona. Cada persona es importante dentro de una organización. El papel del vigilante de seguridad es muy importante, de la misma manera que lo es el del CEO o de la persona que hace el testeo de las piezas”. Y en la misma línea, hay que tener claro que este liderazgo no se limita exclusivamente a los altos directivos: “El verdadero proceso es el de hacer un liderazgo transformacional a todas las personas, entendiendo que el líder no es aquel que está en lo alto de la organización, sino a todos los niveles. Y de la calle también: un buen padre, una buena madre o un buen amigo son buenos líderes”.