Desde 2021, los precios de la energía no han dejado de subir y han golpeado con fuerza a consumidores de todo tipo: desde las grandes empresas electrointensivas hasta las pymes y los hogares. Todo el mundo ha sufrido el impacto de un coste energético disparado que se ha mantenido elevado de manera persistente.
Sin embargo, la percepción colectiva parece haberse amortiguado. Nos vamos acostumbrando, especialmente cuando la situación se repite y se intercala con momentos de falsa calma que nos hacen creer que todo vuelve a su lugar. Esto es exactamente lo que ocurre con los precios de la energía: nos hemos habituado a pagar mucho más de lo que, hace solo unos años, habríamos considerado absolutamente desorbitado.
Cuando llega la primavera y las energías renovables contribuyen a abaratar puntualmente los costes, tenemos la sensación de que todo mejora. Pero esta aparente tregua no es más que un espejismo en medio de un escenario de fondo que sigue siendo preocupante.
Es importante analizar los datos con perspectiva: el precio de la molécula de gas natural se ha situado este verano en torno a los 35 euros / MWh, cuando debería estar, como mínimo, a la mitad. Paralelamente, el precio de la electricidad para la segunda mitad del año se prevé en torno a los 75 euros / MWh, mientras que los precios históricos previos a 2020 rondaban los 45 euros / MWh.
Podemos afirmar, sin exagerar, que la energía ha subido casi el doble.
A este escenario se añade la complejidad creciente del mercado energético: precios horarios y cuarto-horarios extremadamente volátiles, condicionados por la meteorología, tensiones geopolíticas, inestabilidad económica y una regulación que se vuelve cada vez más compleja y cambiante.
"Red Eléctrica aún no ha dado una explicación clara sobre las causas de esta incidencia; mientras tanto, opera en modo reforzado, lo que ha duplicado los costes de gestión del sistema"
Para colmo, hemos vivido recientemente un apagón general que dejó prácticamente a dos países enteros sin luz... ¡ni Internet! Este incidente ha puesto en el centro de la atención a un actor hasta ahora silencioso: la operación del sistema eléctrico.
Red Eléctrica (REE), el ente responsable de mantener el equilibrio de la red, aún no ha dado una explicación clara sobre las causas de esta incidencia. Mientras tanto, opera en modo reforzado, lo que ha duplicado los costes de gestión del sistema, pasando de 14 euros / MWh a una media de 28 euros / MWh durante el mes de mayo de 2025.
Tomar decisiones en un entorno inestable
Este contexto de incertidumbre añade dificultades a la gestión de la compra energética, tanto para empresas como para consumidores. Las decisiones quedan condicionadas por un mercado imprevisible y una normativa que no para de cambiar, haciendo que cada movimiento requiera una lectura cuidadosa y estratégica.
Sin embargo, en medio de la incertidumbre también emergen oportunidades para aquellos que entienden el contexto y actúan con rigor. ¿La clave? Tomar buenas decisiones y ejecutarlas con precisión.
"La situación actual de 'backwardation' en el mercado de futuros permite cerrar precios competitivos a largo plazo. Para aprovecharlo, sin embargo, se necesita una gestión excelente"
En primer lugar, la inversión en eficiencia energética es clave. Además, el nuevo marco de los Certificados de Ahorro Energético (CAE) permite monetizar las mejoras realizadas, convirtiéndolas en activos económicos reales.
También hay que tener en cuenta la flexibilidad en el sistema, que puede traducirse en grandes ahorros en la factura, mediante el Servicio de Respuesta Activa de la Demanda (SRAD) o la participación activa en mecanismos de mercado.
A todo esto se suman las soluciones combinadas de baterías y fotovoltaica, que aportan autonomía y estabilidad de precios.
Otra oportunidad destacada es la situación actual de backwardation en el mercado de futuros, que permite cerrar precios competitivos a largo plazo. Para aprovecharlo, sin embargo, se necesita una gestión excelente, conocimiento del mercado y seguimiento regulador constante.
Hacia un modelo más sostenible y eficiente
A pesar de las dificultades actuales, avanzamos, aunque sea con paso irregular, hacia un modelo energético más eficiente, más autónomo y con menor huella ambiental.
El camino hacia la excelencia no es fácil, pero es imprescindible. En un entorno tan exigente, solo aquellos que gestionan con visión, datos y determinación podrán convertir la complejidad en una oportunidad real de competitividad.