Pocos conceptos de negocios son más utilizados —y quizá a la vez más incomprendidos— que este de insight. En corto: es inspiración, visión, ese momento ¡aha! o ¡eureka! que nos da un vuelco a la manera de ver las cosas. En el mundo de la dirección de empresas nos encantan estos anglicismos: los abrazamos, los utilizamos para elevar nuestro caché y, en ocasiones, hasta para justificar una buena factura. Insight es sin duda uno de ellos. El marketing ha intentado apropiárselo, pero los expertos en innovación no ceden terreno; la disputa es, como poco, interesante.
Más allá de la etiqueta, conviene entender de qué estamos hablando para después conectar ese momento de revelación con uno de los periodos más fértiles para que surja: las vacaciones de verano.
Un insight es la revelación de una perspectiva novedosa. Es una experiencia estrechamente vinculada a la creatividad y la resolución de problemas. Aparece cuando recombinamos conocimientos —los “mapas” que ya tenemos en el cerebro— de una manera nueva, rompiendo bloqueos que nos impedían acceder a un camino mental deseado.
Piénsalo: ¿cuándo fue la última vez que tuviste un insight o una idea creativa en tu trabajo? ¿Dónde estabas? ¿Qué estabas haciendo? Aunque pueden aparecer en cualquier momento, hay una razón por la que tantas historias hablan de personas que tuvieron ideas reveladoras mientras se daban un baño, salían a correr o disfrutaban de un periodo de desconexión, como las vacaciones. Cambiar a un entorno más relajado y con menos presión suele ser una fórmula excelente para estimular la creatividad.
"La investigación muestra que tendemos a sobreestimar lo creativos que somos cuando estamos bajo presión"
Algunos dirán que son más creativos bajo presión. Y sí, los insights también ocurren en contextos de alta tensión, pero menos de lo que creemos. La investigación muestra que tendemos a sobreestimar lo creativos que somos cuando estamos bajo presión. Horas largas y múltiples demandas cognitivas dificultan encontrar el foco mental necesario para que surja la chispa.
De ahí la importancia de registrar las ideas en cuanto aparecen. Los insights son fugaces: si no los capturamos, corremos el riesgo de que se esfumen junto con el momento.
El modelo ARIA, desarrollado por David Rock y Jeffrey M. Schwartz, describe cuatro fases de la experiencia de un insight: Awareness (atención), Reflection (reflexión), Insight (la idea en sí) y Action (implementación).
"La clave está en hacerse preguntas diferentes y abiertas, capaces de liberar la creatividad y conducirnos hacia enfoques que antes ni contemplábamos"
Para ampliar las posibilidades de que aparezca un insight, una técnica muy recomendada es el planteamiento del problema (problem framing). Consiste en definir con claridad el alcance, el contexto y la perspectiva del reto que queremos resolver. Una formulación limitada nos llevará, inevitablemente, a soluciones también limitadas. Ampliar el encuadre, en cambio, abre la puerta a alternativas más originales y efectivas. Por eso, a veces, la clave está en hacerse preguntas diferentes y abiertas, capaces de liberar la creatividad y conducirnos hacia enfoques que antes ni siquiera contemplábamos.
Veamos tres ejemplos muy distintos que muestran cómo funciona este proceso de revelación.
1. Howard Schultz y el café como experiencia
Muchos piensan que Starbucks fue fundada por Howard Schultz, su icónico CEO y presidente durante décadas. No es así. La compañía nació en 1971 y Schultz se incorporó en 1982 como director de marketing. No fue hasta 1987 cuando compró la empresa y la transformó en la marca global que conocemos.
Su verdadero insight llegó en 1983, durante un viaje a Milán. Allí quedó fascinado con la cultura de las espresso bars: lugares donde el café era un catalizador social, no solo un producto. Schultz visualizó que ese concepto —el café como experiencia y punto de encuentro— podía funcionar en Estados Unidos. Ese momento de inspiración fue la semilla que, años después, redefiniría por completo el modelo de Starbucks.
2. Satya Nadella y la mentalidad de crecimiento
El segundo ejemplo nos lleva al que muchos consideran el mejor CEO de la última década: Satya Nadella. Entró en Microsoft en 1992 y asumió como CEO en 2014, cuando la compañía necesitaba un giro profundo. Su gran revelación no fue tecnológica, sino cultural: había que pasar de una organización cerrada y competitiva a una abierta, colaborativa y con hambre de aprender.
Ese mismo año, Nadella se topó con el concepto de Growth Mindset de Carol Dweck. Este marco le dio el lenguaje y la dirección para impulsar el cambio: fomentar una mentalidad en la que el valor estuviera en aprender y adaptarse, no en demostrar que ya se sabía todo. Ese insight cultural se convirtió en el motor de la transformación de Microsoft.
"No subestimemos esos momentos de calma: a menudo son el terreno fértil donde germinan los 'insights' que pueden marcar la diferencia"
3. Polarbox: cuando lo retro se pone de moda
El tercer caso nos lleva a un pequeño municipio de Huelva y a un momento muy ligado al verano. En 2021, José Luis Fernández, director de la empresa Polisur, decidió reinventar la clásica nevera portátil de playa —blanca con tapa azul— dándole un diseño retro, colorido y vintage. La capacidad técnica para hacerlo la tenían desde hacía años, pero la idea no llegó hasta que Fernández detectó que lo vintage estaba de moda y que el producto apenas había evolucionado.
El resultado fue Polarbox. En 2022 vendieron 450.000 unidades y facturaron 45 millones de euros, mientras que el pasado año ya superaron los 50 millones. Un ejemplo perfecto de cómo una idea, lanzada en el momento adecuado, puede transformar un negocio.
El verano es para disfrutar, para dedicar tiempo a nosotros mismos y a los nuestros… y también para no hacer nada. Pero no subestimemos esos momentos de calma: a menudo son el terreno fértil donde germinan los insights que pueden marcar la diferencia. La clave está en estar atentos, capturar las ideas y, a la vuelta, darles forma.