Comienza la semana con dos noticias que deberían causarnos estupor. Está claro que, en este país, la alarma social los medios la utilizan para las noticias que interesan a los que gobiernan. El problema está en el hecho de que una sociedad censurada no tiene otro remedio que el progresivo deterioro. Y las cifras, al final, son tercas. Ya se lo dije el otro día: Catalunya tenía una renta per cápita superior a la media europea en el año 2000 y, actualmente, está muy por debajo. ¿Y todo por qué? Pues porque hay algo que se llama productividad y que nosotros hemos destrozado. Porque una mala clase política puede hundir un país. Que es nuestro caso.
Por un lado, tenemos que uno de los sectores más productivos e interesantes para Catalunya, el automóvil, está y estará en crisis y nadie nos lo dice. ¿Los motivos? El coche eléctrico. Ya hace años que aquellos que sabemos un poco de mecánica detectamos un hecho incontrovertible: el coche eléctrico es mucho más simple de fabricar que un coche de motor de explosión. El ejemplo más palmario fue la puesta en marcha de la planta de Ebro. Que un grupo de personas pongan en marcha una planta de estas características como quien se come un melocotón ya nos debería haber encendido las luces de alarma. Antes, la instalación de una planta de fabricación de automóviles requería años. Y el diseño de los productos a manufacturar requería inversiones de miles de millones. Hoy, con el coche eléctrico, este hecho ya no es cierto.
"Uno de los sectores más productivos e interesantes para Catalunya, el automóvil, está y estará en crisis y nadie nos lo dice"
Por eso hace tiempo que alguno de nosotros se pregunta dónde irán a parar los excedentes de mano de obra y de stock inmovilizado que tenemos en Catalunya orientados a fabricar automóviles. Las plantas principales de VolksWagen y toda la industria auxiliar que las alimenta. Esta cuestión es capital. Nuestra industria del automóvil paga bien a sus empleados, innova y exporta. Y ahora nos llegan noticias (como las del diario Expansión) que nos dice que este año se perderán 3.000 puestos de trabajo en la industria auxiliar del automóvil. No parece importar la noticia a la prensa generalista.
Si bien este deterioro -y su intencionado silencio- se debe a la actitud pasiva de los gobernantes, la segunda noticia se debe a la acción de los gobernantes. Solo a una quincena de kilómetros más al norte resulta que “Collboni ha destinado 42 millones de la tasa turística a la promoción del turismo y eventos” según informa Tot Barcelona. ¡Fantástico! Se alimenta el sector que paga mal a sus empleados -tan mal que, con su salario, no cubren sus costes salariales y los tenemos que subvencionar entre todos nosotros (véase Cómo Catalunya ha pervertido el modelo de inmigración)- y todo esto lo hace con dinero institucional, evidentemente.
Díganme si me he vuelto loco porque, a veces, no entiendo nada. Se deja que el Baix Llobregat entre en crisis -evitando que los medios catalanes hablen de ello, claro- mientras se subvenciona el turismo. O sea, no se hace nada cuando se destruyen puestos de trabajo existentes, bien pagados, formados profesionalmente, que innovan y exportan, mientras se estimula, con dinero público, sectores socialmente subvencionados, con puestos de trabajo que deben cubrir gente que no está, sin formación, mal pagados y que destruyen el medio social local. ¡Fantástico!
¿Quieren aportaciones positivas? Los 42 millones gastados por el alcalde de Barcelona en subvencionar el turismo, podrían ser utilizados en cursos de FP para ir reciclando a los profesionales que no tendrán trabajo en el sector del automóvil. ¿O quizás digo una tontería?