Ingeniero y escritor

Competitividad, productividad y eficiencia (II): el caso del señor Watt

09 de Diciembre de 2025
Xavier Roig VIA Empresa

Hace unas semanas les dije que continuaría hablando del tema que encabeza este artículo. No pude hacerlo porque surgieron otras noticias que salieron a la luz. Pero esta semana vuelvo a ello. Y explicaré la anécdota del señor Watt.

 

Mucha gente piensa que James Watt (un matemático e ingeniero escocés que vivió entre 1736 y 1819) inventó la máquina de vapor. Pero no. Él se instaló en Glasgow que, entonces, era un centro febril ya de mucha fama. Allí abrió un taller de reparaciones, y hete aquí que le llegó una máquina del tipo Newcomen -que era una máquina de vapor muy rudimentaria-. Watt la perfeccionó y -aquí está su mérito, lo que nos ha beneficiado a todos- decidió empezar a fabricar y vender esta nueva máquina mejorada. Lo hizo asociándose con Matthew Boulton, un industrial local. O sea, Watt no inventó la máquina de vapor -el vapor ya hacía mover cosas a los egipcios- sino que la hizo ser útil y versátil. Es decir, comercializable.

Cogió el catálogo y se dedicó a recorrer toda Gran Bretaña para venderla e instalarla: la Máquina de Watt. Ignoro si era consciente, pero estaba llevando a cabo la primera gran revolución tecnológica global que conocemos. Su máquina tuvo un estallido de éxito de tal magnitud que ya en 1785 comenzó a tener una implantación universal -llegó a Catalunya en 1835-. Lógico. Movía cosas de manera sostenida y con gran potencia, y sin demasiado mantenimiento.

 

De allí se derivaron multitud de aplicaciones inesperadas. Por ejemplo, si le ponías ruedas, la máquina podía arrastrar cosas. No se esperaba el señor Watt las consecuencias de su iniciativa -acostumbra a ser así con los inventos-. Una de fundamental es la movilidad. El transporte de mercancías y gente con el ferrocarril tirado por una máquina de vapor que no ha sido sustituida del todo entre nosotros hasta los años ochenta. La ventaja competitiva adquirida por Gran Bretaña la ayudó a devenir un gran imperio y a encabezar la modernidad. Cuando nosotros inauguramos el primer ferrocarril (Barcelona a Mataró, 1848) el tramo tenía 30 km. Aquel mismo año la red ferroviaria británica ya tenía 5.000 km.

"Los industriales veían que, para incrementar la producción, la máquina de Watt era ideal, ya que disminuía costos: hacía falta menos gente"

Alguien dirá que, como siempre, una máquina innovadora aporta productividad. No descubro nada nuevo. Pero mi intención es explicar por qué la máquina de Watt triunfó. Podía haber sido desestimada. La razón la encontraremos en la anécdota que les explicaba en la primera parte de este artículo, el de hace unas semanas.

Cuando James Watt visitaba las empresas y les explicaba que, de acuerdo, su máquina era cara y requería una inversión considerable, los empresarios le escuchaban. ¿Por qué? En aquellos momentos (finales del siglo XVIII) la mano de obra era escasa. En Gran Bretaña faltaba gente para la incipiente industria. Llegaba mucha materia prima de las colonias y se tenía que transformar. Esto atrajo a gente del campo que, en su lugar de origen, cobraba cuatro reales y comía siempre escaso. Pero esta nueva población que fluía hacia las grandes ciudades demandaba salarios más altos. De lo contrario, se volvían a su pueblo. Mezclada con un crecimiento de la población más moderado que en el resto de Europa, Inglaterra del siglo XVIII tenía carencia de mano de obra en el sentido económico específico: la mano de obra era cara en relación con la tierra. Los industriales veían que, para incrementar la producción, la máquina de Watt era ideal, ya que disminuía costes: hacía falta menos gente.

"La demanda de gente para controlar las máquinas de Watt aumentó, ya que la producción se disparó. Los salarios aumentaron, también. Entonces, Inglaterra inundó el mundo con sus productos"

Alguien dirá que el fenómeno iba en contra de los intereses de la población. No fue así. La demanda de gente para controlar las máquinas de Watt aumentó, ya que la producción se disparó. Los salarios aumentaron, también. Entonces, Inglaterra inundó el mundo con sus productos (el famoso Made in England). Lección: el Reino Unido innovó porque la mano de obra era cara.

Cuando la mano de obra es excesiva, esta se vuelve barata y sale más a cuenta utilizar asalariados mal pagados que invertir en maquinaria. Y, entonces, ¡ay de mí!, no se innova. ¿Entienden ahora por qué una de las empresas que renovaban la C-59 utilizaba inmigrantes para regular el paso alternativo en lugar de usar semáforos automáticos? ¿Entienden por qué nuestro país está bloqueado en cuanto a productividad? Saquen ustedes las conclusiones.