Lo hemos leído en titulares, en PowerPoints proyectados, en titulares de periódicos con páginas salmón, y si tienes LinkedIn, lo has leído cada día en posts motivacionales escritos con ChatGPT y muchos emoticonos 🤖💬🎉. Es el nuevo “adaptarse o morir”, pero con palabras de moda: “La IA matará empresas”.
La realidad es mucho más sencilla y mucho más triste de lo que parece: la IA no matará a nadie. Ya lo hace el estrés, la obligación de llevar corbata o las reuniones por Zoom. Lo que mata empresas y desmotiva a trabajadores de verdad es la mentalidad de 1998 que aún sobrevive dentro de algunos despachos.
"Lo que mata empresas y desmotiva a trabajadores de verdad es la mentalidad de 1998 que aún sobrevive dentro de algunos despachos"
Cuando llegó el correo electrónico, muchos negocios reaccionaron con escepticismo. “Yo ya llamo por teléfono”, “ya nos envían cartas postales” o “la secretaria ya lo imprime” fueron frases habituales de un periodo en que la transformación digital consistía en pasar del fax al PDF… pero sin cambiar ningún proceso de manera transformadora.
Con la IA está pasando exactamente lo mismo. No es una herramienta nueva que puedas pasar por caja y enchufar en un rincón de la oficina. Es una nueva forma de pensar, organizarse y, sí, de trabajar. Y esto da mucho miedo. Sobre todo a los que hace años que trabajan de la misma manera y ya les está bien.
Según McKinsey (The State of AI in 2024), un 25% de las empresas globales ya han integrado la IA en al menos un área de negocio. Pero solo un 6% la ha implementado de forma transversal y estratégica. Esto quiere decir que la mayoría aún juegan a hacer pruebas con ChatGPT, Gemini, o Copilot: para generar textos, hacer memes, traducir mensajes, corregir faltas, pero no para repensar procesos, servicios, o modelos de negocio. A veces se confunden las herramientas, las automatizaciones por los agentes de inteligencia artificial, y no es lo mismo.
"Un 25% de las empresas globales ya han integrado la IA en al menos un área de negocio, pero solo un 6% la ha implementado de forma transversal y estratégica"
El peligro no es la IA. El peligro es digitalizar un problema sin haberlo entendido. Una problemática bastante extendida en algunas empresas:
- ¿Tenemos una organización ineficiente? Digitalicémosla. La tecnología soluciona todos los problemas.
- ¿El servicio de atención al cliente es un caos? Pongamos un chatbot. La tecnología habla mejor que los humanos, no se queja, ni tiene horarios.
- ¿Los trabajadores no tienen ninguna formación tecnológica? Ningún problema: IA para todo el mundo, que es automático, fácil, barato, y lo sabe todo.
La tecnología puede parecer muy bonita explicada, pero la realidad es bien puñetera. Y así es como acabamos teniendo IA que resuelve problemas que no existen y que empeora los que ya teníamos. Una vacuna homeopática, donde cambia el azúcar por bits y hashtags. Es cara, hace negocio para algunos, pero es rotundamente inútil para lo que se quería solucionar en un primer momento.
Por eso es fundamental entender qué significa adaptarse a la nueva realidad tecnológica de las empresas. No significa tener una herramienta nueva, y formar a la gente. Significa revisar procesos, detectar ineficiencias, formar equipos y dejar de hacer según qué. ¡Uy, lo que he dicho! Esto no gusta demasiado. “Dejar de hacer” es más un problema que no “hacer”. Automatizar no quiere decir hacer más. Quiere decir hacer mejor. Y no es una excusa para hacer más.
La OCDE (AI and the Future of Skills, 2024) insiste en que los trabajos más expuestos a la automatización no son solo los repetitivos, sino también los que tienen baja capacidad de reflexión estratégica. Si tienes una reunión de dos horas para decidir si hay que enviar un correo, quizás quien sobra no es la IA. Quizás sois los que han convocado la reunión en un primer momento.
"Si tienes una reunión de dos horas para decidir si hay que enviar un correo, quizás quien sobra no es la IA. Quizás sois los que han convocado la reunión en un primer momento"
También hay que entender que no todo se puede resolver con tecnología. A veces, lo mejor para la innovación es desconectar. Hacer silencio. Escuchar. Hablar. Debatir. Volver a la base. Porque si no lo hacemos, solo estamos automatizando nuestra decadencia. Más rápido. Más caro. Con mejor UX.
Las empresas que sobreviven no son las que tienen más algoritmos, sino las que saben hacerse las preguntas correctas. No las que tienen las respuestas al momento. Las que saben decir “esto no hay que hacerlo”, “esto lo podemos hacer diferente” o “esto no nos hace falta”. El futuro no es para quien lo digitaliza todo, sino para quien sabe por qué lo hace.
Cuando llegó el correo electrónico, no desapareció ninguna empresa que tuviera gente que supiera leer en papel. Desaparecieron las que confundieron el cambio con una molestia.
Con la IA pasará lo mismo.
No te matarán los algoritmos. Te matará continuar trabajando como si no existieran. O como si fueran automáticas, baratas, reemplazables de personas, y lo hicieran todo bien a la primera.
"Cuando llegó el correo electrónico, no desapareció ninguna empresa que tuviera gente que supiera leer en papel. Desaparecieron las que confundieron el cambio con una molestia"
Antes de acabar, dos consejos: El primero es que si no quieres morir digitalmente, lo primero que puedes hacer es dejar de enviar correos para convocar reuniones que se podían haber resuelto con un café. Y el segundo es que ChatGPT no es tu amigo ni tu psicólogo. Si quieres una IA que te escuche sin juzgarte, mejor cómprate un Tamagotchi o un Furby.