Este domingo, después de una semana de trabajo sin parar, salimos a tomar un té con una amiga. Ella es artista y ceramista, y me cuenta que durante mucho tiempo su vida (pero también su trabajo) ha estado marcada por la precariedad. Es originaria de East London, en Sudáfrica, y nació en un township. Pho (la llamaremos así para proteger su identidad) me explica que solo pudo empezar realmente a dedicarse a la cerámica cuando consiguió llegar a la universidad. Su historia no es distinta de la de muchas otras mujeres que han intentado ser artistas y emprender, y que han tenido que atravesar muchísimas barreras (no solo de género, sino también de clase social, de recursos económicos y de capacidades).
Ella siempre había sido una joven artística, con talento y creatividad. Pero la vida (si es que es realmente la vida y no la injusticia) se le cruzó demasiado pronto. Sin embargo, cuando llegó a la universidad se le abrió un mundo de posibilidades. En la Universidad de Ciudad del Cabo encontró una esfera de personas que la animó a seguir creando, que la valoraban por lo que era, pensaba y hacía. Fue entonces cuando empezó a ponerse en contacto con distintos círculos artísticos y a conseguir sus primeros clientes. Pero la clientela no va a la periferia a buscar su arte (porque no es ni cómodo ni seguro). Una señora, una mujer muy especial, le dijo que le dejaría su garaje para que pudiera trabajar, tener sus obras y disponer además de un espacio donde recibir a sus clientes.
Esto supuso un giro revolucionario en su carrera profesional. Ahora Pho podía participar en distintas actividades artísticas, recibir a su clientela y tener un lugar de trabajo que no era ni su habitación ni ningún otro espacio en el que tuviera que vivir. La generosidad de esa señora (el simple hecho de dejarle un espacio) podría parecer algo banal. Todas tenemos, en mayor o menor medida, un lugar que no usamos demasiado y que podríamos ceder a otra persona. Pero lo que hace especial este gesto es precisamente la consciencia de tenerlo y poder ofrecerlo a alguien que lo necesitaba. Así, este gesto (esta cesión) ha cambiado la trayectoria artística de una mujer que ahora es cada día más conocida, que tiene clientela internacional y que se está haciendo un hueco en el mundo artístico de Ciudad del Cabo (este viernes estrena su exposición en solitario en la Universidad de Ciudad del Cabo, por si estáis por la zona).
"Es muy importante, cuando una mujer emprende, contar con una red de apoyo"
Ella, que viene de una situación de pobreza y trauma, que proviene de la otra punta del país y que ha cambiado de ciudad, ha podido continuar con su vida y emprender como artista. Ha podido empezar a construir algo por sí misma gracias a haber podido estudiar, pero también gracias a las personas que le han dado apoyo.
Hoy, en el Día de la Mujer Emprendedora, no quiero hablar de mujeres empresarias del Ibex-35, ni de grandes inversoras, ni de hijas de multimillonarios que han heredado el negocio familiar. Hoy quiero hablar y honrar a mi amiga, y a las personas que permiten que las mujeres emprendan. Es muy importante, cuando una mujer emprende, contar con una red de apoyo. Y cuando digo red de apoyo no me refiero a una red financiera ni al dinero que pueda dar un familiar para empezar. La mayoría de las personas del mundo no necesitan stakeholders para iniciar su propio proyecto. La mayoría necesitan a alguien que confíe en ellas (alguien que les dé la valentía y el coraje de hacer lo que sienten) y a alguien que les dé una mano (un garaje, materiales, un lugar donde empezar su actividad, una pequeña suma inicial).
Estamos sentadas tomando una bebida y ella me comenta que para ella lo más importante ha sido poder empezar a vender sus piezas. Todavía hoy, cada venta es motivo de celebración: su hija y ella se compran un helado por cada venta de la madre. Me enseña el arte que ha hecho con su hija y me confiesa que está muy nerviosa por la inauguración del viernes. Yo miro sus obras y pienso que el mundo debe conocer todo lo que contienen. Por eso, hoy, en el Día de la Mujer Emprendedora, quiero pensar y recordar a todas aquellas personas que han hecho un pequeño gesto para permitir que otras mujeres emprendan. Y a las mujeres que, con el viento en contra, han seguido celebrándose y luchando para ser reconocidas por lo que son (mujeres emprendedoras).