Cuando visitamos una ciudad, el comercio se convierte casi inevitablemente en una pieza clave de la experiencia. A menudo, cuando pensamos en la relación entre turismo y comercio, nos vienen a la mente las compras masivas en los grandes centros y ejes comerciales. Pero, con demasiada frecuencia, nos olvidamos del verdadero valor añadido que aporta la oferta autóctona, única y diferenciada, a cualquier destino.
¿Cuántas veces hemos recorrido ciudades espectaculares, sólo para toparnos con tiendas de souvenirs o franquicias repetidas que podríamos encontrar en todo el mundo? Esta uniformidad acaba restando interés a la compra y diluye el encanto auténtico del lugar.
En un mundo donde casi todo parece inventado, sorprender al visitante cada vez es más difícil. Sin embargo, el descubrimiento de un producto genuino y todo lo que lo rodea aún puede cautivar incluso a los viajeros más experimentados.
"En un mundo donde casi todo parece inventado, sorprender al visitante cada vez es más difícil"
El cliente moderno a menudo llega informado, con expectativas claras sobre qué podrá encontrar y disfrutar. Es responsabilidad de los destinos no olvidar lo que realmente tienen para ofrecer: una oportunidad para mostrar, de una manera creativa e innovadora, lo que los hace auténticos y especiales.
El comercio, en este sentido, juega un papel fundamental en la experiencia del visitante. No sólo actúa como puente con el territorio y su cultura, sino que también ofrece la posibilidad de descubrir marcas locales emergentes, productos únicos y la satisfacción de vivirlos en su contexto original, de una manera auténtica y memorable.
Las últimas tendencias de consumo turístico, según Euromonitor Internacional, apuntan a que los viajeros de 2025 buscan mucho más que una simple estancia: quieren experiencias únicas, personalizadas y que conecten con la cultura local, poniendo especial énfasis en la sostenibilidad y la autenticidad. Cada vez más, las personas viajeras eligen opciones que se alinean con sus valores personales y desean adentrarse en la vida y las tradiciones del lugar que visitan. Esto se refleja claramente en el creciente interés por los productos y servicios autóctonos.
"Los viajeros de 2025 buscan mucho más que una simple estancia: quieren experiencias únicas, personalizadas y que conecten con la cultura local"
Con este contexto, nos tenemos que preguntar: ¿cómo podemos hacer que quien nos visita viva una experiencia comercial realmente memorable? ¿Cómo le podemos facilitar el acceso a productos singulares y diferenciados, elevando así el prestigio y el atractivo de nuestro destino? La respuesta, sin duda, implica potenciar todo aquello que nos hace únicos y poner la creatividad al servicio de una oferta genuina e inolvidable.
En primer lugar, hay que poner la cultura en el centro como elemento diferencial. Es fundamental atraer a un tipo de turismo de calidad, gente con inquietudes y sensibilidad, que viaja con conciencia y motivación. Este perfil de visitante valora profundamente la cultura del territorio y busca sumergirse en experiencias auténticas, explorando tradiciones, costumbres y la oferta local que define la singularidad del lugar.
En segundo lugar, impulsar las marcas autóctonas. El cliente internacional que visita nuestro país ya no se conforma con encontrar las mismas marcas globales que encuentra en las principales ciudades del mundo; lo que realmente busca son productos y marcas exclusivas, que no puede conseguir en su lugar de origen. Así, la experiencia de compra se transforma también en una experiencia de descubrimiento, enriquecida por la emoción de encontrar aquello que es auténticamente único.
"La experiencia de compra se transforma también en una experiencia de descubrimiento, enriquecida por la emoción de encontrar aquello que es auténticamente único"
En tercer lugar, hay que poner en valor el conocimiento del territorio y la producción local. La verdadera singularidad de un producto emerge cuando nos adentramos en la esencia del destino, lo cual abre las puertas a una amplia gama de ofertas: desde productos gourmet y artesanía, hasta diseñadores, pequeños productores y marcas locales. Este viaje de descubrimiento crea nuevas oportunidades para ciudades y territorios que, históricamente, han tenido menos protagonismo en el ámbito turístico.
Finalmente, hay que poner el acento en la creatividad, la autenticidad y la calidad del producto que se convierte en recuerdo del viaje, huyendo de la banalización del souvenir convencional. Para el comercio local, esta es una oportunidad valiosa para conectar emociones, recuerdos e identidad cultural, apostando por artículos que encapsulen la esencia y la economía del territorio: desde objetos artesanales y productos de proximidad, hasta piezas de diseño y creaciones de pequeños productores locales que, en definitiva, narren historias únicas de cada lugar. El objetivo final no es solo cautivar a la persona visitante que busca recuerdos genuinos, sino también potenciar el valor del trabajo y el tejido económico local.
"Para el comercio local, esta es una oportunidad valiosa para conectar emociones, recuerdos e identidad cultural"
A todos nos gusta descubrir algo en un viaje, y disponer de un testimonio vivo que nos haga rememorar tanto el producto descubierto como la experiencia vivida. El comercio es en este sentido una parte importante en la experiencia del visitante: conecta con las personas, facilita el descubrimiento del producto autóctono, promociona la producción local y nos permite llevarnos un trocito del viaje vivido.