En los últimos años, las ciudades han vivido transformaciones profundas que han tenido un impacto directo en el comercio urbano. Los cambios en los estilos de vida, especialmente a raíz de la pandemia de la covid-19, han modificado la forma en que la población quiere vivir, trabajar y consumir. A este fenómeno se suma el encarecimiento generalizado del coste de la vida, que ha empujado a muchas personas a abandonar los grandes núcleos urbanos en busca de entornos más asequibles y atractivos.
Este movimiento demográfico ha tenido consecuencias notables. En varios centros históricos, la pérdida de población residente no ha sido compensada por una renovación de habitantes, a menudo debido a barreras de acceso en términos de precio y condiciones de vivienda. Esta falta de relevo ha provocado el cierre de muchos comercios, sustituidos por otro tipo de establecimientos más orientados a turistas y visitantes, especialmente en ciudades grandes y con una fuerte marca turística. Pero, mientras algunas ciudades han experimentado una reconfiguración comercial, otras –especialmente las intermedias o pequeñas– se enfrentan a una doble amenaza: vaciado demográfico y declive comercial.
La transformación del espacio urbano, combinada con los nuevos estilos de vida, ha provocado la aparición de nuevas formas de comercio, pero también la extinción de otras. Muchas ciudades se encuentran hoy en una especie de adormecimiento, con centros y calles comerciales en proceso de deterioro. La revitalización es urgente, pero no existe una solución única ni inmediata. Se requiere una estrategia ágil, colaborativa y multisectorial para recuperar la confianza, fortalecer la resiliencia urbana y la dinamización de los centros urbanos.
El comercio, un actor clave pero no el único motor
En este proceso de transformación urbana, el comercio ha ido a remolque. Los cambios urbanísticos son complejos, requieren tiempo para su definición y consolidación, y mientras duran, muchos comercios desaparecen de forma irrecuperable. Así pues, ¿cómo podemos afrontar este reto?
- Liderazgo y gobernanza colaborativa. Una regeneración urbana exitosa y sostenible comienza con un liderazgo fuerte y plural, que integre a todos los actores implicados. Las comunidades y las partes interesadas deben sentirse escuchadas y representadas desde un inicio. Cuando esto ocurre, se refuerza el sentimiento de pertenencia y se genera orgullo de ciudad.
- Replantear la economía urbana con usos mixtos. Es poco realista esperar que el comercio sea el motor único de la revitalización. Muchas calles han dejado de tener una función predominantemente comercial. Es necesario aceptar y promover una economía urbana más diversificada, integrando usos mixtos que incluyan instituciones culturales, servicios educativos, espacios públicos y para el bienestar de la ciudadanía. Esta visión integradora aporta vida, estabilidad y funcionalidad a los centros urbanos.
- Espacios para vivir, no solo para visitarlos. Los centros de nuestras ciudades han sido durante siglos el epicentro de la vida comunitaria. Para mantener esta función, será necesario hacerlos más atractivos, accesibles y habitables. Reconectar con la población local y adaptarse a sus necesidades será clave para garantizar su sostenibilidad.
- Fomentar la creatividad, la innovación y el emprendimiento. La revitalización también implica impulsar nuevos modelos de negocio, dar espacio a la experimentación, promover los oficios y el emprendimiento, y facilitar entornos flexibles para iniciativas emergentes. Es necesaria una mirada valiente e imaginativa.
Conclusiones: hacia centros urbanos resilientes, inclusivos y dinámicos
El comercio es esencial en la vida de la ciudad, pero no puede ser el único generador. El futuro de nuestros centros urbanos implica abordar los nuevos retos económicos y sociales desde una visión sistémica: fomentando la conexión entre personas, adaptando los espacios a las nuevas necesidades e integrando iniciativas culturales, de innovación y sostenibilidad.
"El futuro de nuestros centros urbanos implica abordar los nuevos retos económicos y sociales desde una visión sistémica"
El verdadero reto es poner las condiciones para que los centros urbanos y sus ejes comerciales sigan siendo espacios vitales que impulsen el crecimiento económico, promuevan el bienestar y la calidad de vida, y se conviertan en lugares donde la gente quiera vivir, trabajar, socializar y, por tanto, también comprar.