La inteligencia artificial está en todas partes. En nuestros móviles, en nuestras reuniones, en nuestras decisiones. Se ha convertido en tema habitual de conversación en los comités de dirección, en los pasillos, incluso en las comidas con amigos. Pero hay una verdad incómoda que se está empezando a visualizar…la mayoría no sabe usarla bien. Y eso, para quienes soñamos con transformar nuestras organizaciones, es un problema tan grande como urgente.
Hace unos días cayó en mis manos el informe AI Proficiency Report de Section, que entrevista a más de 5.000 trabajadores del conocimiento y, aunque lo hace en EEUU, Canada y UK, creo que los resultados son extrapolables a nuestras empresas.
Lo que revela es tan potente como inquietante: solo el 10% de los trabajadores del conocimiento son verdaderamente competentes en el uso de la Inteligencia Artificial. El resto juega, explora, hace pruebas. Pero no transforma. No innova. No multiplica valor.
Y es que el uso de la IA generativa va mucho más allá de aprender a escribir mejores prompts. Va de futuro. Va de impacto. Va de si serás de los que lideran o de los que se quedan mirando cómo otros lo hacen.
Vivimos un momento de entusiasmo masivo. El uso de Inteligencia Artificial se ha disparado. Un 55% de los trabajadores del conocimiento ya la utiliza cada semana. Las empresas han aumentado en un 80% las formaciones internas. Y sin embargo, cuando se analiza cómo se está usando realmente, la mayoría de los usuarios apenas rasca en la superficie. La utilizan como si fuera un buscador mejorado, un Google aumentado y poco más.
Un 55% de los trabajadores del conocimiento utiliza la inteligencia artificial cada semana
Y no es culpa de ellos. Es que nadie nos ha enseñado cómo usarla de verdad.
¿Te has parado a pensar cuántas decisiones estratégicas se están tomando hoy con herramientas que no sabemos manejar? ¿Cuántos líderes están invirtiendo millones en Inteligencia Artificial creyendo que la adopción es igual a impacto? Lo preocupante no es que estemos empezando. Lo preocupante es que muchos creen que ya han llegado.
¿Sabías que casi la mitad de los trabajadores no sabe lo que es una alucinación de IA? ¿O que una cuarta parte todavía no tiene claro para qué usarla más allá de resumir reuniones o escribir textos? ¿O que funciones críticas como marketing o atención al cliente tienen puntuaciones de competencia por debajo del aprobado?
La mayoría de personas cree que sabe usar la IA, pero se engañan. No le están sacando todo su potencial. Y ese espejismo puede ser devastador.
Pero no todo son malas noticias. Hay una luz al final del túnel. Y se llama competencia.
Un 34% de los usuarios ya ahorra más de cuatro horas semanales gracias a la IA. Los que sí saben usarla de forma avanzada están creando flujos de trabajo que antes eran impensables: automatizan procesos, diseñan productos, analizan tendencias, generan ideas, detectan oportunidades. Usan la IA como un aliado estratégico.
Hay un grupo creciente de personas que sí están utilizando la IA como un verdadero partner intelectual: explorando ideas, generando estrategias, desarrollando herramientas personalizadas. Son los pioneros que no solo hacen tareas más rápido, sino mejor. Sin embargo, incluso entre estos expertos, menos de la mitad utiliza herramientas avanzadas como los GPTs personalizados o funciones de investigación profunda. Y muchos ni siquiera conocen las últimas actualizaciones que mejoran sustancialmente los resultados. ¿Por qué?
Porque aquí no se trata solo de saber usar una herramienta. Se trata de decidir qué tipo de profesional quieres ser en los próximos años. Se trata de elegir entre eficientar lo que ya haces o atreverte a hacerlo de otra manera.
Y si lideras una organización, el reto es aún mayor, porque el éxito no vendrá de tener un plan de IA. Vendrá de tener una cultura de IA. Una cultura en la que todo el mundo, desde el CEO hasta el último becario, sepa cómo transformar su trabajo con inteligencia artificial, ddonde se incentive el aprendizaje, se premien las pruebas, se permita el error y se entrene el músculo de la curiosidad.
Porque el ritmo de evolución de la IA es vertiginoso, y sin una estrategia clara de actualización continua, hasta los más avanzados quedan atrás. Este desajuste entre adopción y competencia no se resolverá solo. No basta con dar acceso a la herramienta. Hay que diseñar una estrategia organizativa para construir capacidades.
Algunas claves concretas para avanzar en esta dirección:
Define una política clara de IA. No solo para decir lo que se puede y no se puede hacer, sino para marcar una visión compartida.
Asegúrate de que tus managers están alineados. No puede haber disonancia entre el discurso del comité de dirección y lo que se permite en los equipos.
Democratiza el acceso a herramientas potentes. No cometas el error de reservar las mejores versiones solo para los perfiles senior.
Invierte en formación significativa. La buena formación no solo informa, transforma.
Y, sobre todo, recuerda que la IA no se adopta por decreto. Se incorpora. Se experimenta. Se vive.
"La IA no se adopta por decreto. Se incorpora. Se experimenta. Se vive"
Yo creo profundamente que estamos ante la mayor oportunidad de transformación empresarial que veremos en nuestras carreras. Pero también sé que muchas organizaciones la dejarán pasar. No por falta de recursos. Sino por falta de valentía. Porque siempre que hablamos de tecnología, lo que marca la diferencia son las personas.
Por eso, te propongo que te preguntes: ¿estoy usando la IA para mejorar o para transformar? ¿Estoy repitiendo lo de siempre con nuevas herramientas o atreviéndome a crear lo que aún no existe?
La respuesta a esa pregunta definirá tu futuro. Y el de tu empresa.
Así que, como siempre, sé curioso, sé exigente, sé valiente. La IA no está aquí para sustituirte. Está aquí para multiplicarte. Pero solo si tú estás dispuesto a multiplicarte también.
¿Usas la IA… o solo crees que la usas? Porque en esa diferencia está el futuro de tu negocio. Y quizás también, el tuyo.