Píldora filosófica: Demasiado trabajo

"Tan bueno es saber insistir como saber retirarse", decían Manel, cuando aún cantaban y nos hacían felices con sus melodías. Llevo unos días muy atareada. En el trabajo todo se acumula, y siento que me paso el día terminando cosas que nunca se acaban de cerrar del todo. Y todo se hace bola y todo es urgente y todo es muy importante. A veces pienso que mi trabajo no es tan importante, que nadie se morirá si no hago mi trabajo hoy, o si me tomo una semana de vacaciones. Sin embargo, después me entra una culpa enorme de pensar que no me tomo lo suficientemente en serio mi trabajo, que no soy lo suficientemente agradecida con las oportunidades que tengo, que no estoy valorando que, realmente, es bueno que tenga trabajo porque así aprendo más cosas y gano experiencia y todo el mundo está contento y acabas haciendo que las cosas mejoren, un poco, para alguien.

Pero si tú misma no te cuidas, las cosas inevitablemente no saldrán bien. Y esta lección, aprendida a costa de dejarme el sueldo en terapia, ahora me da un poco de rabia no seguir después de todos los esfuerzos que ha costado. Una idea es pensar que tienes un horario cerrado y que tienes que conseguir hacer lo que puedes en ese horario. Otra es expresar más claramente que no puedes asumirlo todo de golpe y practicar la paciencia interna y externa, pero para eso aún tengo que dejarme un poco más de dinero en terapia para terminar de aprender. Y otra más eficiente sería mandarlo todo a la mierda, ir a vivir a una isla del Pacífico y dedicarme a hacer zumo de limón envasado o ser profesora de yoga para expats pijos que necesitan encontrarse a sí mismos. Esta, claro, requeriría un poco más de logística que, ahora mismo, no estoy dispuesta a gestionar. Demasiado trabajo.