• Los símbolos, el sutemi, la Sagrada Familia y el Barça
Presidente de Intermedia

Los símbolos, el sutemi, la Sagrada Familia y el Barça

22 de Mayo de 2025
Act. 22 de Mayo de 2025
Toni Rodríguez

Pisar dos adoquines de tanta potencia internacional y emocional como el Barça y la Sagrada Familia en un mismo fin de semana debería ser considerado como un gran orgullo más que una prueba de estrés emocional para cualquier barcelonés aunque se sienta agnóstico, tanto si lo es en el aspecto religioso como en el futbolístico de su existencia.

 

Entrar en el Templo de la Sagrada Familia, sobre todo si lo haces de la mano de un comunicador excelente como Joan Tomàs Escoruela, es entrar de golpe en un mundo mágico donde cada detalle tiene una razón de ser y un significado simbólico que trata de ordenar y dar respuesta a todas las preguntas o, al menos, a las más relevantes, utilizando los sentimientos y la fábula, tanto desde la distribución de la luz natural hasta la sencilla grandilocuencia de unas columnas gaudinianas que quieren tocar el cielo, sabiendo que es imposible.

Cuando estás dentro, nunca deja de sorprender la absurda polémica sobre la continuidad de una obra de la que el autor inicial siempre había creído que tenía un cliente sin prisas.

 

Concebida como templo expiatorio después de las barbaridades de la Semana Trágica, sus promotores sabían que su construcción sobrepasaría de largo el espacio vital de Antoni Gaudí, de la misma manera que los bastaixos de Santa Maria del Mar sabían que nunca verían terminada aquella catedral de los pobres que se habían propuesto levantar arrastrando piedras desde Montjuïc.

Gaudí fue un innovador y un maestro inspirado en la naturaleza y en la historia de los grandes templos europeos de la Edad Media, más que un profesional apresurado por la necesidad de cumplir los plazos de un encargo, que consideraba intergeneracional.

Apaciguada, al menos de momento, la polémica que pretendía paralizar la obra, la actual Sagrada Familia ofrece una lectura universal del mundo y su historia, escrita sobre la aventura vital de Jesús, sus padres y su grupo de amigos y colegas que puede ser compartida sin dificultades por gente de cualquier procedencia cultural y geográfica.

Que esto se haga con el máximo respeto a las directrices dejadas por Gaudí, gracias a la tarea de una comisión especial creada al efecto, hace que el legado del arquitecto, un hombre profundamente católico al que quieren hacer santo, pueda ser actualizado por sus seguidores sin demasiadas dificultades.

"La actual Sagrada Familia ofrece una lectura universal del mundo y su historia, escrita sobre la aventura vital de Jesús, sus padres y su grupo de amigos"

El resultado, fuera de horas de visita, es una sensación de paz y grandeza que permite a la gente disfrutar de la belleza y elevarse por encima de las preocupaciones de cada día.

Incluso, si te fijas un poco, podrás ver cómo, a pesar del esfuerzo de los guardianes del templo por impedirlo, hay jóvenes japonesas que practican el “sutemi”, una especie de sexy tourism bastante light (y disculpad los anglicismos) que busca el contraste entre su sensualidad física y la serenidad icónica del templo elegido como plató.

Una especie de homenaje vital a la luz, la piedra y la tradición católica que no todo el mundo aprecia.

La pregunta es: ¿hay que reservar el templo sólo para la recepción pasiva de información por parte de los guías autorizados, aparte de los horarios reservados al culto? ¿Debemos ver la Sagrada Familia como una estructura rígida, al estilo de los museos tradicionales, sin posibilidad de diálogo entre unas y otras expresiones de la belleza?

Cada uno pensará lo que quiera, pero yo debo reconocer que aquellos pasitos casi de ballet que pude observar mientras recuperaba fuerzas sentado bajo los ventanales de la fachada de la Pasión me hicieron elevar la vista hasta lo alto de las columnas y experimentar algo bastante parecido a la paz.

El Barça como ejemplo

El otro gran adoquín de la semana fue la victoria del Barça frente a su rival por antonomasia, la lucha del centro contra la periferia, el contraste entre los resultados de una fábrica de sueños forjadora de un ADN histórico continuamente renovado y un negocio financiero en el que los ADN se mezclan sin ton ni son con el único objetivo de obtener poder y retorno económico.

Evidentemente, no se puede decir que el Barça no busque ni una cosa ni la otra. Ni, posiblemente, que la magnífica realidad de un grupo de chicos de sangre azulgrana que llevan años jugando juntos haya sido un objetivo debidamente planificado. La mayoría de ellos no han costado ni un euro de ficha al Barça, pero ¿habrían jugado en el primer equipo en caso de que las arcas del Club no estuvieran tan vacías como lo están?

La rua del Barça pels carrers de Barcelona | EP
La rua del Barça pels carrers de Barcelona | EP

La tradición dice que no, que entre promover a un buen jugador de la cantera o fichar a otro consagrado procedente de otros equipos internacionales, la segunda siempre había sido la opción elegida. ¿Por qué motivo? ¿Para asegurarse un rendimiento que después tampoco resultaba tan convincente? ¿Por qué de todo aquel tráfico siempre había alguien que se beneficiaba?

Sea cual sea la respuesta, la verdad es que el espectáculo de un equipo donde su gran núcleo se forma en la Masia e integrado por jugadores de diferentes rasgos raciales nacidos en Catalunya, con el apoyo de jugadores consagrados (algunos de ellos a punto de la retirada) y comprometidos en el mismo objetivo que sus jóvenes colegas constituye uno de los dos mejores spots publicitarios de la ciudad de Barcelona de cara al mundo, junto con la Sagrada Familia.

Estamos hablando del compromiso de deportistas como los veteranos Lewandowski o Szczęsny y de los conversos Raphinha, Ronaldo Araujo, Frenkie de Jong, Jules Koundé o Marc Ter Stegen, progresivamente implicados en el mundo de ilusión construido en torno a chicos como Lamine Yamal, Dani Olmo, Pau Cubarsí, Fermín López, Pau Víctor, Pablo Torre, Alejandro Balde, Héctor Fort, Gerard Martín, Marc Casadó, Gavi o Pedri, y también Eric Garcia, Ferran Torres e Íñigo Martínez que llevan años jugando juntos, que son amigos dentro y fuera del campo y que en su mayoría son nacidos y/o educados en Catalunya desde muy pequeños.

El espectáculo de un equipo donde su gran núcleo se forma en la Masia e integrado por jugadores de diferentes rasgos raciales nacidos en Catalunya es uno de los mejores spots publicitarios de la ciudad de Barcelona

Gente que busca la victoria compartida antes que el lucimiento personal, que prioriza los pases de gol antes que el gol propio, que sube y baja a ayudar a los responsables de área cada vez que el equipo lo necesita, revelados al mundo por Xavi Hernández, que cuando papa Flick los retira del campo piensan que es porque seguramente han hecho algo que podrían haber hecho mejor.

Todo un espejo que da gusto ver, donde deberían mirarse muchos equipos de empresa y autores de libros de autoayuda y motivación profesional. Saber que son un icono internacional de Catalunya provoca orgullo de pertenencia. Saber que todo esto ha sido debido a la falta de recursos del Club no es motivo suficiente para estropear el efecto.

Y haber podido flotar felizmente sobre Barça y Sagrada Familia en un mismo fin de semana con la inocencia de un niño hace que el domingo por la noche te vayas a dormir más contento que unas castañuelas.

Que tampoco pasa cada día…