• La tragedia de los comunes en la era digital: ¿estamos repitiendo errores del pasado?

La tragedia de los comunes en la era digital: ¿estamos repitiendo errores del pasado?

El acceso desigual a la IA, la desinformación automatizada y la falta de gobernanza global ponen en juego la confianza pública y la cohesión social

Lo que en su día se aplicaba a pastizales, ríos o bancos de peces encuentra hoy un inquietante paralelismo en el terreno digital | iStock
Lo que en su día se aplicaba a pastizales, ríos o bancos de peces encuentra hoy un inquietante paralelismo en el terreno digital | iStock
Silvia Urarte
Fundadora y directora general de la consultora Conética
Barcelona
07 de Octubre de 2025 - 05:30

En 1968, el ecólogo Garrett Hardin formuló un concepto que ha sobrevivido más de medio siglo: la tragedia de los comunes. Su tesis era sencilla y devastadora: cuando un recurso es compartido por todos, pero no es gestionado por nadie, cada individuo tiende a explotarlo en beneficio propio hasta que el recurso se agota. Lo que en su momento se aplicaba a pastizales, ríos o bancos de peces, encuentra hoy un paralelismo inquietante en el terreno digital. La inteligencia artificial (IA) emerge como un nuevo bien común: transformador y prometedor, pero también vulnerable.

 

De los recursos naturales a los digitales

La lógica de los comunes se define por dos rasgos: la no exclusividad - todo el mundo puede acceder - y la rivalidad - el uso por parte de uno afecta a los demás -. Durante siglos, los ejemplos clásicos han sido los prados sobreexplotados, los ríos contaminados o los bancos de peces agotados. En el mundo digital, los equivalentes no son físicos, pero sí igualmente decisivos: los datos personales, la capacidad computacional y la atención humana.

Los datos personales, la capacidad computacional y la atención humana representan, en la era digital, una lógica equivalente a la tragedia de los comunes

Los tres comparten la misma lógica: se extraen, se consumen o se capturan de forma masiva, y el uso intensivo por parte de algunos actores repercute directamente en el conjunto de la sociedad.

 

Una nueva tragedia silenciosa

Si la inteligencia artificial se desarrolla sin cooperación ni regulación, el riesgo colectivo es evidente. El acceso desigual a tecnologías avanzadas concentra el poder en pocas manos y amplía la brecha social. Los sistemas de recomendación y personalización pueden reforzar sesgos, polarizar opiniones y erosionar el pensamiento crítico. Y la desinformación automatizada, facilitada por modelos generativos capaces de producir contenido falso a gran escala, amenaza la confianza en la información misma.

La paradoja es clara: la IA puede ser un instrumento para gestionar recursos con más eficiencia, prevenir abusos y fomentar la cooperación. Pero, al mismo tiempo, puede convertirse en el escenario de una nueva tragedia de los comunes, esta vez en versión digital y con un alcance global.

Hacia una sostenibilidad digital

Evitar esta deriva exige una mirada estratégica que combine innovación con responsabilidad. La gobernanza global es imprescindible para establecer marcos legales que regulen el desarrollo y el uso de la IA. La transparencia algorítmica permite entender cómo y por qué los sistemas toman decisiones que afectan a la ciudadanía. La educación crítica prepara a las personas para interactuar de manera consciente con las nuevas tecnologías. Y la gestión comunitaria de datos, inspirada en los modelos de Elinor Ostrom, abre la puerta a explorar formas de administración compartida en el ámbito digital.

Conclusión

La inteligencia artificial no es un recurso infinito ni neutral: es un activo estratégico que condicionará la competitividad de sectores y territorios. Su gestión determinará si se convierte en un motor de innovación compartida o en una fuente de riesgos sistémicos.

La inteligencia artificial no es un recurso infinito ni neutral: es un activo estratégico que condicionará la competitividad de sectores y territorios

Para las empresas, integrar la ética, la cooperación y la sostenibilidad en el uso de la IA no es solo una cuestión de responsabilidad: es la clave para generar confianza, atraer talento y consolidar ventajas a largo plazo en un entorno cada vez más incierto y exigente.