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El Bulli: Qué ver en el nuevo museo de El Bulli 1846

El museo, ubicado en las instalaciones originales (ampliadas) del restaurante en Cala Montjoi, abrirá tres meses al año con capacidad para 200 visitantes diarios

Nueva imagen del restaurante de Ferran Adrià | Miriam Bescós
Nueva imagen del restaurante de Ferran Adrià | Miriam Bescós
Lourdes López | VIA Empresa
Periodista experta en gastronomía
Roses
22 de Abril de 2023
Act. 23 de Abril de 2023

El Bulli 1846, el museo en Cala Montjoi (Roses, Girona) sobre el que fue el mejor restaurante del mundo y donde se gestó la última gran revolución gastronómica, abrirá puertas el próximo 15 de junio. Las entradas se acaban de poner a la venta y, aunque la dirección no maneja una cifra concreta, en los dos primeros días las reservas ya se contaban por centenares. De El Bulli a El Bulli 1846 han pasado 12 años (cerró sus puertas en 2011). ¿Qué encontraremos allí? Un espóiler: solo se servirá café y agua. Nada de comida.

 

El Bulli 1846, el primer restaurante-museo del mundo

El debate ha sobrevolado en la dilatada apertura de esta instalación en el parque natural del Cap de Creus (Girona) que, al final, ha visto la luz en unas instalaciones integradas en el paisaje con cerca de 4.000 metros cuadrados que enmarcan un recorrido a partir del legado de El Bulli, el restaurante que cambió el paradigma de la gastronomía mundial. Aprenderemos curiosidades como que aquí se diseñaron las pinzas que ahora usan todos los chefs de alta cocina del mundo, que fue el primer restaurante con tres estrellas Michelin en quitar la carta e imponer un menú degustación que contenía snacks para comer con las manos o que también fue el primero en contar con un artista para diseñar el menaje y hablar de tú a tú con otras disciplinas artísticas.

El museo de El Bulli, un museo al saber culinario y la innovación

En palabras de Ferran Adrià, "El Bulli 1846 pretende salvaguardar el legado de El Bulli y, sobre todo, que las personas que no vinieron, pero también las que vinieron, puedan comprender qué pasó aquí, cómo lo hicimos para que El Bulli fuera El Bulli”. Para ello, la fundación privada de estructura familiar, elBullifoundation —promovida por el propio Adrià y su socio y mano derecha, el fallecido Juli Soler—, ha trabajado todos estos años para encontrar el encaje de un proyecto como este, de alto valor cultural y cognitivo, con un paisaje y entorno con muchas limitaciones paisajísticas y administrativas. “La idea básica era crear una experiencia íntima y no gregaria, con grupos limitados de personas. Para ello, nos hemos dotado de un aparcamiento propio aquí, aunque promovemos el acceso al recinto mediante un minibús exclusivo desde Roses, cuyo precio se incluye ya en el precio de la entrada (27,5 euros), para reducir el impacto de la movilidad y desincentivar las visitas particulares en coche. Acogeremos solo 200 visitantes cada día”, detalla Lluís García, director general de elBullifoundation y exdirector del propio restaurante.

 

Ernest Laporte, director financiero y miembro del patronato de la fundación, detalla que “conocer de cerca el caso de El Bulli como empresa a través de su historia, su evolución y su legado permite ver el porqué de su impacto a nivel mundial, por como aplicó la sistematización de la innovación a través de la cocina y la exportación de los límites de la experiencia gastronómica. Junto a él y figuras clave de la historia de este espacio también implicadas en el museo, como el sumiller Ferran Centelles o Marc Cuspinera, se posibilitará que el resto del año funcione como elBulliDNA, dedicado a investigar, experimentar y difundir contenidos desarrollados a través de convocatorias de grupos multidisciplinares.

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Imagen de una sala del museo | Daniel Gómez

El museo, que ha requerido una inversión total de 11 millones de euros entre la obra civil y la museización, es un regalo cognitivo recopilado por elBullifoundation y la Bullipedia a quienes le interese la gastronomía y su historia, la cocina como acto culinario o, simplemente, pensar, reflexionar y cuestionárselo absolutamente todo.

El recorrido, que comienza sobre una reflexión antropológica sobre la comida, la cocina, sus herramientas, qué es en sí la cocina, qué taxonomías pueden aplicarse a los alimentos y las formas de cocinarlos, pretende compartir la experiencia del que fuera 5 años mejor restaurante del mundo según la lista 50 Best en gestión e innovación y generar contenido de calidad para la restauración gastronómica. No faltan, el homenaje a todos los bullinianos, la visita al histórico restaurante, a su cocina y a varias salas donde se atesora su legado cognitivo y documental (de premios, a chaquetillas, cartas, libros de contabilidad, portadas de revistas o réplicas de algunos de los platos más icónicos). Os damos las claves de qué no hay que perderse en el nuevo El Bulli:

1.Los premios 50 Best. El legado del restaurante en premios fue grande. Un muro a modo de Hall of Fame recorre estos galardones, entre ellos los trofeos como Mejor Restaurante del Mundo (2002, 2006, 2007, 2008 y 2009), el Chefs' Choice Award en 2005 y el premio Chef de la Década en 2010.

2. La sala del restaurante original. Recreada como era y como si se estuviese viviendo un servicio: con copas, vajillas y platos en un iPad.

3. El rincón dedicado a Japón. Japón y la íntima relación que establecieron Ferran Adrià, Albert y el elenco de El Bulli con el matrimonio Ishida fueron un oxígeno creativo. El matrimonio, que, a sus 60 años, nunca había viajado fuera de Japón, peregrinaron hasta Cala Montjoi para comer y (después) volver para cocinar.

4. Las pinzas. Uno de los frutos de esa admiración mutua por Japón y su culinaria fue la creación y adaptación de sus palillos por pinzas metálicas que cociesen la comida con precisión. Hoy mundialmente conocidas y usadas en todas las cocinas, han modificado incluso las chaquetillas de los chefs incorporando un bolsillo propio.

5. El Bulli (y Adrià) a través de las revistas. El panel con todas las revistas (y son muchas) donde se aprecia como la figura de Ferran y del propio restaurante fuero creciendo en impacto internacional y nacional.

6. Las réplicas de algunos de los últimos (o más icónicos) platos. Réplicas en algunos casos casi reales como la gelatina caliente de trufa negra con piel de bacalao (1998) o la receta de aire de zanahoria con concentrado de mandarina que protagonizó la mítica portada de The Times (2003).

7. El video homenaje a Juli Soler. La figura de quien fuera socio y director del restaurante sobrevuela todos sus rincones. En un dispositivo de la terraza se puede ver un vídeo a ritmo de rock con algunas de sus mejores imágenes.

8. Las vistas. Pocos restaurantes en el mundo y que me perdone Sky Restaurant 634 (Tokio, Japón), Le Jules Verne (París, Francia) o Piz Gloria (Mürren, Suiza) tienen unas vistas iguales.

9. El premio del diseño Lucky Strike, que le concedió la Raymond Loewy Foundation en 2006; un reconocimiento al trabajo conjunto de los hermanos Adrià, Juli Soler y todo el equipo de cocina de El Bulli, con el diseñador industrial Lucky Uber. Un Oscar del diseño que tienen en su haber personas como Philippe Starck, Karl Lagerfeld o Donna Karan.

10. El diploma de su Doctor honoris causa en 2007 a propuesta del catedrático Claudi Mans por parte de la Universitat de Barcelona, entre otros diplomas.

11. Las primeras cartas del restaurante (1983)

12. La mesa con un pase de un menú completo en loop de como era una comida en El Bulli proyectada sobre el mantel.

13. La capilla secreta dedicada a Sant Stomak. Espóiler: llevad un detalle de algo relacionado con la comida que les guste para dejarla como ofrenda al santo más gourmet.

14. El esbozo del último plato de El Bulli, una versión del melocotón Melba que rendía homenaje al maestro Auguste Escoffier.

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Imagen de Ferran Adrià en el museo | Miriam Bescós

El Bulli 1846

-Cala Montjoi s/n, 17480 Roses (Girona)

-Precio de la entrada: 27,5 €

-Temporada 2023 (15 de junio-16 de septiembre)

-Horario: 9:30h - 20h (domingos cerrado)