Un museo viviente de la buena tapa y "un refugio de tradición". Esta es la premisa del restaurante Casa Alfonso (Roger de Llúria, 6, 08010 Barcelona), que este año celebra 90 años de historia y más de cuatro generaciones al frente. Un ambiente entrañable, cálido y acogedor con una atmósfera única que te transporta a los años 30, con todo el mobiliario original de la época en el corazón de la Barcelona más céntrica y turística: junto a la plaza Urquinaona.
Cuando Casa Alfonso nació, Urquinaona era el corazón del mundo textil, mientras que hoy en día es un lugar de paso obligado para empresarios, funcionarios y actores de teatro. Allí se vivieron años de obras para la construcción del aparcamiento de Saba debajo de la plaza y numerosas manifestaciones de bienvenida a la democracia y del proceso independentista. En las paredes del restaurante hay fotografías y anécdotas con famosos comensales como Javier Bardem, Lola Flores, Manolo Caracol, Paco Rabal, Mario Cabré, Manolete o la Bella Dorita. También han visitado desde la Baronesa Thyseen, el recientemente fallecido actor Alan Rickman, el guitarrista Ronnie Wood hasta celebridades de la farándula catalana y española como Boris Izaguirre.
Los platos estrella y el Alfonsito
En Casa Alfonso se puede comer desde un bocadillo hasta cap i pota, tàrtar de escalivada con anchoas del Cantábrico, pasando por carnes y pescados salvajes a la brasa, pies de cerdo, atún fresco a la plancha o fritada con chorizo criollo, butifarra, paella y asado de tira entre otros. Después de los postres, lo recomendable es el Alfonsito, un café irlandés reducido, especialidad de la última generación de la casa. El ticket medio de una comida o cena ronda los 35 euros y cuentan con una plantilla de más de 26 trabajadores, la mitad de ellos perfiles seniors y femeninos, con poca rotación de personal.
El Alfonsito es un café irlandés reducido, especialidad de la última generación de la casa
Claudia García, que ronda los 30 años y después de formarse en diversas empresas y en el sector de la restauración, forma parte de la cuarta generación al frente del restaurante junto con su padre. Confiesa que han "vivido de todo" durante los 90 años, desde una guerra civil, una dictadura, una democracia y también una pandemia mundial que tantos quebraderos de cabeza les ha dado con los cierres y aperturas constantes. Un toque de atención a la administración: "no nos ayudaron nada en el sector de la hostelería durante el 2020 y la incertidumbre desprestigió a grandes partes de los trabajadores de los restaurantes". "Tuvimos un punto de inflexión, de pensar que no podríamos continuar, pero la ayuda de familiares, amigos y clientes de toda la vida nos permitió seguir adelante", avanza García.
Desde los 4 años, la misma Claudia ya corría por los pasillos de los restaurantes y con 14 años ya ayudaba con lo que fuera necesario, desde los inventarios hasta el funcionamiento de los lavaplatos. Uno de los grandes aprendizajes de los últimos años tiene que ver con "fluir" y mucha "paciencia y empatía". García también tiene claro que "el cliente es el examen que te dice cómo respira ese día el restaurante". Se define como una "solucionadora de problemas" y la importancia de "hablar con las mesas".
Garcia (Casa Alfonso): "El cliente es el examen que te dice cómo respira aquel día el restaurante"
Una de las curiosidades de Casa Alfonso tiene que ver con la "mesa de las tías", una mesa junto al mostrador de pago, donde las tías de su padre, que parecían gemelas, se sentaban cada tarde para comentar la jugada durante los años 70. "Se convirtieron en unas mujeres emblemáticas", confiesa la joven. Y una sorpresa más: tienen una sala secreta, que había sido un almacén y luego una sala de no fumadores. Hoy luce con orgullo y recibe numerosas reuniones en pequeño comité para vivir el "chup-chup" de toda la vida en Casa Alfonso.