La America's Cup llega a Barcelona por sorpresa. Pero ¿cómo ha pasado?

La candidatura catalana ha sido orquestada por el lobby de Barcelona Global

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Hablamos de una competición de vela que por estos lares arrastra una mala fama inmerecida proveniente de la época de la Valencia de Rita Barberà (alcaldesa entre 1991 y 2015), Paco Camps (presidente entre 2003 y 2011) y todo el estol de freaks que los rodeaban en aquel ecosistema de corrupción y mal gusto de la primera década del siglo XXI en el País Valencià. Justo al revés que el Rey Midas, todo lo que tocaba aquella corte se transformaba en séptico, tal como pasó también con la Fórmula 1 y con tantos y tantos otros proyectos que nacieron y murieron durante aquel tiempo en la capital del Túria. Pero, en realidad, la America's Cup es mucho más que su uso impropio por parte de políticos avezados al negocio alimentado con dinero público.

Para empezar, la denominación con que popularmente se conoce el trofeo aquí es erróneo, porque es fruto de una mala traducción: no es la Copa América, sino la Copa de la América, en referencia a un barco - una goleta - que ganó una regata en 1851 con motivo de la Exposición Internacional de Londres. Con el paso del tiempo, los propietarios de la embarcación (el New York Yatch Club) decidieron que cederían su trofeo para que fuera pasando por las manos de todos los sucesivos ganadores de los desafíos que en el futuro se fueran planteando. Más de 170 años después de la creación de esta jarra de plata, la competición llegará por primera vez a Catalunya, que será sede de todas las regatas en otoño del 2024. Será la trigésimo séptima edición de la que está considerada como competición deportiva internacional más antigua del mundo.

A diferencia de otros eventos convencionales, el coste no está destinado al pago de un canon a los organizadores, sino que servirá para cubrir los gastos y las inversiones

A diferencia de la candidatura catalana para acoger unos Juegos Olímpicos de invierno en 2030, que es un proceso de largo recorrido y presente ya en el imaginario colectivo tanto de defensores como de detractores, la posibilidad de acoger el desafío de la America's Cup ha llegado de repente, sin que fuera un asunto que se hubiera instalado en los titulares de los medios antes de tiempo porque los promotores han actuado con una discreción extrema y solo han abierto la boca cuando todo ello parecía muy cerca de cerrarse. Esta discreción total ha ido en detrimento de la información de la que se dispone sobre el evento, sobre todo en lo referente al dinero. Según se ha ido haciendo público con cuentagotas, la Generalitat desembolsará 15 millones de euros, lo mismo que el Estado, mientras que el Ayuntamiento pondrá 10 y el consorcio Turismo de Barcelona y la Diputación, 5 millones de euros adicionales. Hay que pensar que los 25 MEUR que faltan para cubrir los 70 de coste estimado saldrán de promotores privados, a pesar de que esto no ha sido confirmado de manera explícita. A diferencia de otros eventos convencionales, como campeonatos del mundo de natación o de atletismo, por poner dos ejemplos, el coste no está destinado al pago de un canon a los organizadores, sino que servirá para cubrir los gastos y las inversiones que haya que hacer.

Antes de entrar a analizar con detalle cuál es el lobby empresarial que más ha empujado para conseguir la organización de la competición, hay que saber cómo se organiza este evento deportivo tan singular y con tanto prestigio. El primer factor a tener en cuenta es que la elección de Barcelona como sede no ha venido dada por ningún estamento o comité organizador, sino que ha sido el club de vela defensor del título quien lo ha escogido; el motivo es que el ganador de la regata consigue también que la edición siguiente a la de su victoria se celebre en su territorio, y en este caso tenía que ser Nueva Zelanda. Pero las restricciones económicas impuestas por todas partes a partir de la pandemia han transformado Wellington en una ubicación excesivamente onerosa, teniendo en cuenta que la mayoría de tripulaciones y embarcaciones tienen la base en el hemisferio norte. En esta tesitura, el CEO del Team New Zealand, Grant Dalton, ha decidido que la mejor opción para llevar a cabo el desafío serían las aguas de la ciudad de Barcelona, descartando la lucrativa oferta de Málaga, en Andalucía. Tiempo atrás había habido dos ciudades finalistas para acoger el evento, pero ninguna de las dos (Jedda, en Arabia Saudí y Cork, en Irlanda) satisfizo a los implicados y el concurso quedó desierto. La eventualidad de vivir un periodo pospandemia en que la economía no está para grandes alegrías es la que ha permitido que Barcelona sea la sede de la competición, pero esta no es la única posibilidad de acoger este evento, porque a lo largo de la historia de la regata se han dado algunos casos en que la embarcación ganadora pertenecía a un país sin mar, lo que obligó a buscar una sede en el extranjero para llevar a cabo el desafío. Esta circunstancia es la que permitió a Valencia convertirse en la sede en 2007 y 2010, dado que la embarcación ganadora en las ediciones 2003 y 2007 pertenecía a la Société Nautique de Genève, de Suiza.

Les autoritats catalanes durant la presentació de l'America's Cup | ACN

Las autoridades catalanas durante la presentación de la America's Cup | ACN

 

El sistema de competición es de aquellos en que el vigente ganador se tiene que ocupar solo de la defensa del título, es decir, no tiene que competir contra todos los rivales, sino que se enfrenta solo al aspirante, que surge de la competición previa donde participan todos los contendientes. Por lo tanto, en Barcelona se disputarán tanto las regatas previas, como la final entre defensor del título y aspirante. Lo cierto es que en el 85% de los casos quien vence es precisamente quien tiene el título en vigor. El gran dominador a lo largo de la historia de la competición es el New York Yacht Club, con 25 victorias y que son, además, los creadores de la competición.

Los miembros de Barcelona Global son tanto empresas como personas físicas, y lo cierto es que a juzgar por la nómina de asociados se puede decir que está todo el que pertenece a los círculos de poder

Volvemos a las entrañas de la candidatura barcelonesa para analizar quién está detrás de la plataforma empresarial que ha hecho posible que el evento llegue a Catalunya. Se trata de un lobby poco conocido entre la población general llamado Barcelona Global. Se definen como asociación sin ánimo de lucro, privada e independiente. Sus miembros son tanto empresas como personas físicas, y lo cierto es que a juzgar por la nómina de asociados se puede decir que está todo el mundo...vaya, todo el mundo que pertenece a los círculos de poder. La presidenta actual es Aurora Catà Sala, que tiene pasado en empresas como el Bank of America, Nissan, RTVE o Planeta. Entre sus vicepresidentes destacan Andreu Mas-Colell y Lluís  Torner, este último físico de renombre y principal responsable del ICFO (Institut de Ciències Fotòniques de Catalunya). Más revelador aún es el cuadro de presidentes honorarios, que agrupa apellidos de las telarañas de toda la vida como Cuatrecasas, Guardans Cambó, Puig, Reig o Rodés. También hay un consejo de supervisión donde se reúnen personajes como José Adell Duacastella (accionista de la empresa de transportes Julià), Ramon Agenjo Bosch (accionista de Damm y descendente de Augusto Damm, fundador de la firma), Isak Andic Ermay (propietario de Mango), Tatxo Benet Ferran (accionista de Mediapro), Josep Lluís Bonet Ferrer (de la familia de los fundadores de Freixenet), Artur Carulla Font (de la familia de los propietarios de Agrolimen-Gallina Blanca), Manel Cerqueda Donadeu (accionista de Andbank), entre muchos otros, en buena parte protagonistas de La gran telaraña. Los miembros protectores (10.000 euros anuales de cuota) son algunas de las firmas más conocidas del país, entre las que podemos mencionar Abertis, Accenture, Agbar, Agrolimen, Banco Sabadell, CaixaBank, o Cuatrecasas. Hay un segundo nivel de miembros empresariales que resulta más asequible, a razón de 2.000 euros anuales. El colectivo más numeroso es el de miembros individuales, que a cambio de 300 euros anuales (1.000 euros, en el caso de los miembros protectores) pueden formar parte de la organización. En total, más de ochocientos profesionales enfocados a la promoción de la ciudad.

La actividad de Barcelona Global se canaliza a través de tres vectores principales, la plataforma de pensamiento estratégico, la plataforma de acción y la plataforma por la movilización, mientras que los objetivos también son tres: generar, atraer y retener talento. Todo esto cuesta dinero, en concreto dos millones de euros anuales, que se financian casi a partes iguales entre cuotas de los miembros e ingresos generados por los proyectos, con una pequeña participación (7%) de sponsors y donaciones. Veremos si la gran apuesta hecha por la America's Cup acaba resultando su éxito más reconocido por el gran público.

Por cierto, en el anuncio oficial de la selección de ciudad para la 37a edición de la America's Cup la frase que aparece en el primer párrafo, en inglés, es "nos complace anunciar Barcelona, en la región de Catalunya, como sede para la 37a America's Cup, que tendrá lugar en septiembre y octubre de 2024". Es decir, la palabra "España" no aparece en ninguna parte, una circunstancia que a buen seguro hará sonar las alarmas a los guardianes de la unidad de España, como por ejemplo aquel artefacto denominado Marca España, ahora conocido como España Global.

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