Área Metropolitana de Barcelona, la otra administración local

La organización interna del AMB es realmente compleja, por la cantidad de órganos de gobierno existentes

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Una de las entidades rectoras de Barcelona y de los municipios próximos es la entidad llamada Área Metropolitana de Barcelona (AMB), que posiblemente suene más como espacio geográfico que como entidad política, pero lo cierto es que tiene sus competencias, que no son menores. Desde el punto de vista histórico, en tiempos lejanos existía una proto-AMB que funcionó entre 1974 y 1987. Al final del franquismo, ya resultaba evidente que Barcelona necesitaba una gestión que fuera más allá del municipio, ante la evidencia que existía una realidad urbana que no estaba cerrada en los límites municipales, sino que se extendía por todo el plan en un contínuum urbanizado entre Castelldefels y Montgat. Para hacer una gestión adecuada de todo este territorio se creó un ente denominado Corporació Metropolitana de Barcelona (CMB), formada por los veintiocho municipios metropolitanos, y simultáneamente un espacio geográfico bautizado como Entitat Municipal Metropolitana de Barcelona (EMMB). En otras palabras, el territorio era el EMMB y el órgano rector de este territorio era la CMB.

El nacimiento de las dos entidades se produjo mediante un decreto-ley de fecha 24 de agosto del 1974. En el lenguaje legalista-franquista de la época, las razones para crear las dos entidades eran contundentes: "El fenómeno de desarrollo de la ciudad de Barcelona ha determinado la formación de una zona de influencia que progresivamente ha superado los límites de su término municipal incidiendo en el espacio comarcal adyacente, con implicaciones en otras áreas provinciales y con un extraordinario dinamismo de la misma y de los Municipios de su comarca. Resulta, por lo tanto, insoslayable abordar la ordenación de esta realidad metropolitana desde una perspectiva unitaria y con clara visión de futuro, configurando el correspondiente marco institucional para su planeamiento, y gestión urbanística".

Las funciones del AMB alcanzan un territorio de 636 kilómetros cuadrados con una población de 3,2 millones de personas

Así pues, el 1974 empezó a andar este gestor supramunicipal, que tenía tres órganos de gobierno: el Consell Metropolità (de rango superior), la Comissió Administrativa i la Gerència Metropolitana. El primer presidente del Consell fue el entonces alcalde de Barcelona, Enric Masó. La vida de este entramado no llegó a la década y media, porque el 1987 fue desguazado en tres nuevas entidades de carácter operativo, pero con menos poder político. Los nuevos órganos rectores que surgieron de este cambio fueron la Entitat Metropolitana del Transport, la Entitat Metropolitana del Medi Ambient y la Mancomunitat de Municipis del Àrea Metropolitana. En este caso, los organismos en cuestión tuvieron una vida más larga que su antecesor, puesto que estuvieron en funcionamiento hasta el 2010, año en que se disuelven dentro de una nueva entidad, transunto de la antigua Corporació Metropolitana de Barcelona, que se llamará Área Metropolitana de Barcelona (AMB).

En consecuencia, el organismo que hoy en día gestiona el espacio metropolitano es el AMB, que en este caso está formado por treinta y seis municipios, ocho más que la extinta CMB. Sus funciones alcanzan un territorio de 636 kilómetros cuadrados con una población de 3,2 millones de personas. Conjuntamente con las competencias en transportes y medio ambiente que ha heredado de sus antecesoras, hoy en día dispone de un ámbito de trabajo muy amplio, en el que se incluye la formulación de plano director urbanístico, la vertebración del territorio, los asuntos urbanísticos, la vivienda social, la promoción de las nuevas tecnologías, la preservación de espacios naturales, la gestión de playas, el mantenimiento de parques, la gestión de las rondas de Barcelona, el proyecto Medcities de colaboración internacional, la elaboración del Plan Metropolitano de Movilidad Urbana, el transporte de viajeros en superficie y competencias generales en el desarrollo económico y social de la zona. O sea, de todo.

La organización interna del AMB es realmente compleja, por la cantidad de órganos de gobierno existentes. Arriba de todo, encontramos el nivel de máxima responsabilidad, el llamado Consell Metropolità, que tiene la potestad para nombrar el presidente, para aprobar el plan de actuación metropolitano y para determinar ordenanzas, reglamentos y tarifas de los servicios. Está integrado nada más y nada menos que por 90 consejeros, que representan de manera proporcional a los diferentes municipios del territorio (lógicamente, quién más consejeros aporta es la ciudad de Barcelona, con 25 representantes). Desde el punto de vista de colores políticos, quienes controla el organismo es el PSC, con el 48% de los representantes, seguidos por ERC y En Comú Guanyem, con un 15,5% cada cual.

Ojalá el Área Metropolitana de Barcelona cumpla todos los objetivos que tiene asignados y sea un ente útil para el ciudadano, porque su misión es crítica y su coste es muy relevante

En paralelo al Consell Metropolità, hay la presidencia del AMB, que actualmente es en manos de Ada Colau Ballano, alcaldesa de Barcelona. Este cargo está escoltado por una vicepresidencia ejecutiva, ocupada por Antonio Balmón Arévalo (alcalde de Cornellà) y por diez vicepresidencias, donde encontramos nombres ya conocidos de la política municipal cómo Eloi Bahía Casas, Ernest Maragall Mira o Jordi Martí Grau. Pero con este ejército de vicepresidentes no acaba todo, porque también hay un órgano denominado Junta de Govern. Las tareas que tiene asignadas son delegadas por el Consell Metropolità y la presidencia, en cierto modo cómo si fuera una comisión delegada. Está formada por la presidencia del AMB y los consejeros metropolitanos nombrados por la presidencia a propuesta del Consell Metropolità y se reúne como mínimo dos veces en el mes. La estructura la forman una presidencia (Ada Colau), once vicepresidencias y cinco vocales... todo un ejército. Pero todavía tenemos más capas, cómo el llamado Consell de Alcaldes, que tiene como principal función designar el candidato a la presidencia del AMB, que cómo recordaremos será ratificado o no por el Consell Metropolità. El Consell de Alcades está formado por los treinta y seis alcaldes de los municipios que forman el AMB.

Toda esta muchedumbre de personajes que hemos visto hasta ahora son solo los directivos, es decir, los cargos políticos, porque por debajo hay toda la estructura ejecutiva que hace falta suponer que son los que hacen el trabajo. Esto no quiere decir que todos los políticos que hemos visto hasta ahora no cobren, porque a pesar de ser cargos formalmente no retribuidos, sí que perciben dietas por asistencia a reuniones. Las dietas oscilan entre los 145 y los 500 euros por sesión. A la cumbre de la pirámide ejecutiva hay el Gerente del AMB, un cargo que ocupa Ramon Torra Xicoy, un arquitecto que trabaja en el mundo municipal desde el 1982. Su retribución anual asciende cerca de 119.000 euros. Por debajo de él, existe una estructura de 19 directores de área o similares, con unos salarios que mayoritariamente oscilan entre los 94.000 y los 111.000 euros. En la nómina de este nivel ejecutivo encontramos nombres conocidos, como Salvador Milà Solsona, que fue Conseller de Medio ambiente entre 2003 y 2006. También Imma Mayol Beltrán, licenciada en filosofía y muy vinculada a la política, puesto que fue teniente de alcalde a Barcelona y diputada durante siete años (1992-1999). Curiosamente, cuando dejó el cargo de medio ambiente del Ayuntamiento de Barcelona, pasó, sin solución de continuidad, a trabajar para Agbar. Su sueldo actual supera los 111.000 euros anuales. Otro nombre que nos sonará es el de Gemma Calvet Barot, ex-tertuliana habitual a los medios catalanes, vinculada a ERC y que hoy en día es la directora de la Agencia de Transparencia a cambio de más de 85.000 euros anuales. Para cerrar la lista, hay que añadir los asesores, que están retribuidos entre 55.000 y 73.000 euros anuales.

Ojalá el Área Metropolitana de Barcelona cumpla todos los objetivos que tiene asignados y sea un ente útil para el ciudadano, porque su misión es crítica -claramente Barcelona es un área metropolitana y como tal se tiene que gestionar- y su coste es muy relevante.

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