Buenos puestos de trabajo

El nivel de ingresos habitual demuestra que la mayoría de los puestos de trabajo son de escasa calidad o poco valorados

Cerca del 60% de los asalariados cobra por debajo del salario medio | iStock Cerca del 60% de los asalariados cobra por debajo del salario medio | iStock

No se observan indicios de mejora. Los salarios que se ofrecen en el mercado español se asemejan como dos gotas de agua a los de unos años atrás. Excepto el fuerte incremento del número de trabajadores fijos, extraordinariamente significativo, los salarios mileuristas se esparcen por todas las categorías laborales; más aún, a medida que los baby boomers ingresan en la jubilación. Incluso teniendo en cuenta la mejora comparativa que nos ha permitido el episodio inflacionario extremo que hemos vivido en los últimos 24 meses, la diferencia salarial entre los trabajadores bajo el régimen laboral español u otros países ha aumentado. Solo hace falta preguntárselo a una pareja contratada, uno por una empresa española, y otro extranjera, teletrabajando y desarrollando el mismo trabajo y categoría.

Es necesario repetir que los esfuerzos gubernamentales para mejorar las condiciones laborales son encomiables: el salario promedio de 2020, que era de 20.500 euros anuales brutos, ha pasado a 25.896 euros; es decir, 2.106 brutos mensuales. Se trata de una subida extraordinaria y de una cifra que impresiona. Lástima si no fuera porque la inflación del período se ha comido una buena parte del incremento; y lástima también, y esto es peor, si en lugar de referirnos a los salarios promedio habláramos de salarios más frecuentes. La mayoría de la gente cobra 18.502 euros, es decir, 1.321 euros mensuales; el segundo salario más frecuente sube a 16.487 euros anuales, es decir, 1.177 euros por 14 pagas. Hecho y debatido, el 28% de la población percibe salarios inferiores a los 6.000 euros anuales, y otro 30%, no supera los 21.000, según los datos del INE: cerca del 60% de los asalariados cobra por debajo del salario promedio.

El 28% de la población percibe salarios inferiores a los 6.000 euros anuales, y otro 30%, no supera los 21.000

Este nivel de ingresos habitual demuestra que la mayoría de los puestos de trabajo son de escasa calidad o poco valorados, lo que significa que o bien las empresas tienen poca fuerza y no son capaces por su dimensión o baja productividad; o bien que, a pesar de ser rentables, los empresarios reparten muy mal los beneficios obtenidos.

Foment

A la hora de debatir las causas de la baja calidad del empleo, nos ha sorprendido muy positivamente que Foment del Treball haya tomado la iniciativa de implicarse abiertamente en la discusión. Parecería que fuera un tema exclusivo de los sindicatos, pero vemos cómo los empleadores toman la iniciativa; además de crear bienes y servicios, de mantener a flote y hacer crecer sus empresas, y de obtener beneficios, los empresarios asumen de manera corporativa la otra función primordial, la de contribuir al desarrollo de la sociedad. Y lo hacen de la mejor manera posible. En medio del mileurismo al que se ha abocado esta sociedad, se suman a la discusión del círculo mágico: mejores empleos, mayor productividad y, por lo tanto, más riqueza para todos. Bienvenidos al mundo real.

Més info: ¿En qué burbuja vives?

En la primera sesión del ciclo de debates del Think Tank de Foment Buenos puestos de trabajo, democracia, crecimiento y bienestar en el siglo XXI, que dirige Jordi Alberich, se produjeron aportaciones muy valiosas. La primera, del mismo director de las sesiones refiriéndose al trabajo decente al alcance de todo el mundo como "el primer elemento legitimador del buen capitalismo, que tiene que ser suficiente y digno". La segunda, de Manel Pérez, director de economía de La Vanguardia, quien reivindicó la recuperación de la política industrial, como la forma más accesible -demostrada en los doscientos últimos años- de generar ocupación de calidad. Y la tercera de Anton Costas, presidente del Consejo Económico Social revalorizando los puestos de trabajo del sector servicios, dotándolos de los mismos atributos que los industriales y no con el bajo aprecio y remuneración que obtienen.

En definitiva, en la Biblioteca de Foment estábamos hablando de productividad y de cómo prosperar. Hemos mejorado ligeramente este año debido al diferencial favorable de la inflación, pero en el ranking mundial de competitividad, España se sitúa en la posición 36, por debajo de la mayoría de los países europeos competidores como Francia, Alemania, Bélgica, Reino Unido, Suiza, Países Bajos, Irlanda, Estonia, Lituania, los países nórdicos o Austria. Con una productividad tan baja, lo único que podría mejorar la situación sería un salto ágil hacia la digitalización. Es cierto que los fondos Next Generation ayudan a este tránsito, pero fluyen más lentamente hacia las pymes y las autonomías que hacia las corporaciones públicas y las grandes empresas; por volumen y por condiciones, el problema no está tanto entre las segundas como entre las primeras. Solo un plan de choque dirigido a las empresas y a la población en general, que se espera, pero no acaba de llegar, facilitaría el incremento de la productividad.

La clave consiste en adoptar las nuevas tecnologías de las plataformas digitales y la formación adecuada para desarrollarlas

En el último Future of Jobs (WEF 2023), se describen los puestos de trabajo que no se cubren debido a la falta de candidatos, con salarios elevados, y aquellos que no tendrán cabida a medio plazo, con salarios mileuristas que acabarán siendo subvencionados, así como las habilidades requeridas. Reflexionemos sobre nuestra imagen cuando el informe enumera las principales deficiencias: infraestructuras tecnológicas, formación, marco social, inversiones en salud y medio ambiente. La clave consiste en adoptar las nuevas tecnologías de las plataformas digitales y la formación adecuada para desarrollarlas. Es decir, familiarizar a las empresas y a la población en general con el Big Data, el Internet de las Cosas, la inteligencia artificial, la robótica, etcétera, que son las herramientas básicas del ecosistema en el que viviremos en esta y las próximas décadas. Los sectores económicos más avanzados son el inmobiliario, el sanitario, la hostelería y el delivery, el comercio al por menor y el turismo, la ciberseguridad, las energías renovables; los demás avanzan más lentamente, no lo ven claro, no saben cómo hacerlo.

El debate permanece abierto por parte de Foment. Estamos a la espera de las siguientes sesiones del ciclo y de ver si entre la patronal, los sindicatos y las administraciones se toma la baja productividad y los bajos salarios como un mal del siglo.

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