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Cuando los gastos hormiga y otros invisibles se descontrolan

A pesar de los esfuerzos públicos y privados hacia la economía circular, en España se desaprovechan 24,38 kilogramos por persona de alimentos en el año

El consumidor frente a la pérdida de poder adquisitivo: suben los precios, las hipotecas y los créditos al consumo | iStock
El consumidor frente a la pérdida de poder adquisitivo: suben los precios, las hipotecas y los créditos al consumo | iStock
Josep-Francesc Valls es uno de los grandes expertos en la clase media | Marc Llibre
Profesor y periodista
14 de Octubre de 2025 - 05:30

A pesar de que en veinte años hemos perdido un 10% del poder adquisitivo, somos una sociedad en la que los gastos hormiga son una caja de sorpresas. Cuando los particulares y las empresas los analizan se horrorizan. No saben por dónde se escapan el dinero, el tiempo o la salud. Si añadimos otros desajustes como el despilfarro de productos y los residuos que no se reciclan, llegaremos a la conclusión de que este modelo de sociedad que hemos creado se basa en la sobreproducción y el sobreconsumo que le hacen perder por el camino casi un tercio de sus esfuerzos.

 

Un café en el bar para matar el tiempo. Una suscripción que se usa una vez y queda olvidada. Un regalo sin interés para quien lo ofrece y para quien lo recibe. Una compra impulsiva de productos que caducarán en la nevera. Un dinero en cuenta corriente que no fructifica nada. Agua que corre, luces encendidas, ineficiencia energética. Licencias duplicadas, dominios inactivos. Servicios prémium que ofrecen las mismas compensaciones que los freemium. Suministros innecesarios. Mensajerías internas y externas infraproductivas. Operaciones ruinosas. Reuniones innecesarias. Comunicaciones ineficientes. Disfunciones en los departamentos que duplican personal y burocracia. Despilfarro de talento en proyectos obsoletos o en proveedores ineficientes. Departamentos obsolescentes que hace años que se deberían haber replanteado. Falta de planificación de los ingresos e ineficacia para encontrarles rentabilidad. Personal improductivo por falta de formación adecuada. Desorden en las dietas. Pésima negociación con el banco sobre los costes de las transferencias y las operaciones. Mala organización de las personas que conduce a un incremento brutal de la salud mental, etc.

¿Cuánto cuesta esta cantidad de disfunciones? En el ámbito de las personas hay estimaciones del INE que evalúan estas fugas entre el 10 y el 15% de los presupuestos familiares. En cuanto a las empresas, tanto McKinsey como Deloitte, al abordar la digitalización indispensable de las empresas consideran que no se trata solo de recortar gastos improductivos, sino de establecer organizaciones eficientes en las que las innovaciones introducidas incrementen los ingresos mejorando sustancialmente los márgenes. 

 

En el ámbito de las personas hay estimaciones del INE que evalúan estas fugas entre el 10 y el 15% de los presupuestos familiares

Hay que invertir en el momento oportuno, ni antes ni después. Cuando los emprendedores inician una startup saben que tendrán que superar el “valle de la muerte”, que no es otra cosa que aquel período fatídico en el que aparecen las dificultades financieras. ¿Por qué motivo? Los gastos superan los ingresos. Es un paso necesario antes de que cambien las tornas y alcancen el éxito; lo obtendrán si no han sido tacaños ni en el hecho de controlar los costes ni en realizar las inversiones. De todos modos, dependiendo de la dimensión de cada empresa y del sector, podemos decir que estos gastos ocultos podrían situarse cerca del 10% de media.

Antoni Brufau, presidente de Repsol en el momento de la crisis financiera de Lehman Brothers dio la orden de recortar mil millones de euros del presupuesto de la compañía energética que era de unos 70.000 millones de euros; la caída del precio del petróleo le había hecho perder un 15% de la facturación. Está claro que sus directivos y jefes de departamento supieron dónde meter la mano. Pero tampoco hay que tomar decisiones tan extremas para reducir los gastos innecesarios. No es cuestión de que quien controla las finanzas de la familia o de la empresa vaya detrás de todo el mundo. La contabilidad no es solo para los contables. 

Se trata de tener una visión conjunta de la situación y basta con implantar en cada momento una cultura organizativa consciente de los recursos existentes, de los objetivos fijados a corto, a medio y a largo plazo, del tiempo y de los procesos, para ajustarlos a los valores de las personas o de la compañía. Es decir, tener una visión clara del momento para utilizar el dinero, realizar los gastos asumibles, rechazar los otros ciñéndose a la pauta, que no es otra que el presupuesto.

¿Es lógico que cuando una familia viaja gaste más en compras impulsivas que en su vida cotidiana? Sí. ¿Es lógico que los gastos relacionados con una gestión empresarial que requiere viaje, traslados y atenciones a clientes dupliquen o tripliquen el anticipo habitual? Pues no, ni mucho menos.

Otras ineficiencias

A pesar de los esfuerzos públicos y privados hacia la economía circular, los españoles desaprovechamos 24,38 kilogramos por persona de alimentos al año, según el ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación. Por su parte, las empresas generan más de 100 millones de toneladas de residuos; no reciclarlos supone una cantidad de más de 20.000 millones de euros. Gasto invisible.

A pesar de los esfuerzos públicos y privados hacia la economía circular, los españoles desaprovechamos 24,38 kilogramos por persona de alimentos al año

El mal ambiente laboral en este período de cambio de modelo productivo radical presiona a muchos trabajadores incrementando las enfermedades mentales, como acaba de explicar el Monitor de Salud Mental en España 2025. El 34% de la población sufre trastornos de ansiedad o de sueño y vive episodios de depresión, nueve puntos por encima de la media de la OMS; el absentismo aumenta. 

Los gastos hormiga, el despilfarro, los residuos no reciclados, la falta de prevención de las enfermedades mentales significan que vivimos en una sociedad que desaprovecha un tercio de sus esfuerzos. Son fruto de la sobreproducción y del sobreconsumo. Al constituirse a partir de 1800 la sociedad del bienestar empieza el desenfreno. De la escasez absoluta para la mayoría de la población antes de esta fecha, al estado de abundancia de los dos siglos posteriores; más aún cuando a partir de 1950 las clases medias se erigen en adalides del consumo a diestro y siniestro gracias a la consolidación de los servicios públicos garantizados.

La crisis financiera de Lehman Brothers a la que nos referíamos antes, rompe esta dinámica hasta el punto de que desde entonces hasta ahora, en menos de veinte años, los ingresos de la población respecto a la inflación se han encogido unos diez puntos. El nuevo estado de cosas no ha frenado el empuje de consumo imparable ni en las personas ni en las empresas.

Hemos hablado de las personas y de las empresas; otro día tendremos que analizar el comportamiento de las administraciones públicas.