
Lo advertía el exdecano del Col·legi d'Economistes de Catalunya, Francesc Raventós, en un artículo en VIA Empresa el pasado viernes: el envejecimiento de la población es una de las características principales de la demografía catalana, española y europea. Según el World Population Prospects 2024 (WPP2024) de la ONU, a mediados de la década de los 2030, los mayores de 80 años alcanzarán los 265 millones de personas y superarán el número de niños con un año de vida o menos; y hacia finales de la década de los 2070, las proyecciones apuntan a que la población mundial de mayores de 65 años (2.200 millones) superará el número de menores de 18 años.
Uno de los factores que juega un papel más importante en esta tendencia es la esperanza de vida. A pesar del bache que supuso la covid-19, en 2022 ya se recuperaron los niveles prepandémicos, y de acuerdo nuevamente con el informe de la ONU, la esperanza de vida global se situó en 2024 en los 73,3 años, 8,4 años más que en 1995. Las proyecciones apuntan a que se alcanzarán los 77,4 años a escala mundial de aquí a 2054.
Con todo, dentro de esta media encontramos una gran disparidad: existen casi 30 años de diferencia entre el primer clasificado y el último. El Estado español, con una esperanza de vida al nacer de 83,8 años, según la ONU, se sitúa en la parte superior de la tabla, en undécima posición mundial y segunda en la Unión Europea, solo superado por Italia (novena, con 83,9 años). En el caso particular de Catalunya, la cifra es aún más alta, de 84,18 años en 2023, según el Idescat, lo que colocaría al Principat entre la sexta y octava posición mundial, a la altura de Andorra, Suiza y Australia.
Alta esperanza de vida, baja tasa de fertilidad
De hecho, si observamos las primeras posiciones del ranking de países por esperanza de vida (confeccionado por Visual Capitalist con datos del WPP2024), nos daremos cuenta de una serie de particularidades geográficas. Los microestados y pequeños países europeos dominan con contundencia: Mónaco lidera la tabla, con una esperanza de vida de 86,5 años, seguida inmediatamente por San Marino, con 85,8. En sexta posición se encuentra la ya mencionada Andorra, con 84,2 años, mientras que Liechtenstein es duodécima, con 83,8 años; Malta, decimotercera, con 83,5 años; la Ciudad del Vaticano, decimoséptima, con 83,1 años, y Luxemburgo, 25ª, con 82,4 años.
Los microestados europeos y asiáticos dominan la esperanza de vida mundial, con Mónaco, San Marino y Hong Kong a la cabeza
Todos estos países comparten similitudes en el otro aspecto fundamental a la hora de evaluar el envejecimiento de la población: la tasa de fertilidad, que mide los potenciales hijos que una mujer tendría durante toda su edad reproductiva, de acuerdo con las estadísticas del momento. Si la cifra es igual a dos, indica que la población (contando solo nacimientos y defunciones) no crecerá ni decrecerá; si es superior, se incrementará, y si es inferior, caerá. A escala mundial, en 2024 la cifra se situó en los 2,2 hijos por mujer, de acuerdo con el World Fertility 2024 de la ONU, pero nuevamente encontramos divergencias importantes entre países.
Según los datos recopilados por Saloni Dattani, Lucas Rodés-Guirao y Max Roser en Our World Data, procedentes del WPP2024 y de la Human Fertility Database (HFD) y correspondientes a 2023, los estados hasta ahora mencionados destacan por sus bajas tasas de fertilidad: 1,15 hijos por mujer en San Marino, 1,08 en Andorra, 1,54 en Liechtenstein, 1,1 en Malta… La única excepción es Mónaco, que muestra una tasa de 2,11 hijos por mujer, lo que le permite asegurar un crecimiento natural de la población —sin contar los flujos migratorios—. Con una población que cada vez vive más años y en la que cada vez nacen menos niños, el porcentaje que representará la población activa de estos países será cada vez más bajo.
Europa y Asia Oriental, líderes en envejecimiento
Los microestados son el ejemplo más extremo de una tendencia que sucede también en toda Europa. Dentro del top-10 de países con una esperanza de vida más alta del mundo, la mitad son del Viejo Continente, y además de los ya mencionados Mónaco, San Marino y Andorra, Suiza es séptima, con 84,1 años, e Italia, novena, con 83,9. El Estado español, recordemos, continúa la tabla en undécima posición, con 83,8 años, y el resto de países hasta la 17ª posición son todos europeos: Liechtenstein, Malta, Francia, Noruega, Suecia y la Ciudad del Vaticano.
A su vez, la tasa de fertilidad de la Unión Europea en 2023 fue de solo 1,38 hijos por mujer, según cifras de Eurostat. Ninguno de los 27 Estados miembros es capaz de alcanzar la tasa de reemplazo de dos hijos por mujer; el que más se acerca es Bulgaria, con 1,81. Y de entre todos, el Estado español se sitúa a la cola, con 1,12 hijos por mujer, la segunda peor marca de la UE, solo superada por Malta, con 1,06 nacimientos.
La tasa de fertilidad de la Unión Europea en 2023 fue de solo 1,38 hijos por mujer, con Bulgaria (1,81) como país mejor posicionado
Sin embargo, Europa no es la única región del mundo que presenta esta clase de problemas. En Asia oriental, dejando a China a un lado, también localizamos patrones muy similares. Hong Kong, Japón y Corea del Sur, en este orden, ocupan la tercera, cuarta y quinta plaza del ranking de países con más esperanza de vida, que va desde los 85,6 años en Hong Kong hasta los 84,4 en Corea. A su vez, Singapur es décima, con 83,9 años. Pero es que en este caso, las tasas de fecundación son aún más alarmantes: 1,21 hijos por mujer en Japón, 0,94 en Singapur y solo 0,72 nacimientos en Hong Kong y Corea del Sur.
La República de Corea, con la tasa de natalidad más baja del mundo, es posiblemente uno de los países donde esta problemática ha sido más mediática. En diciembre de 2024, el país asiático pasó a ser considerado bajo los parámetros fijados por la ONU como la primera sociedad “superenvejecida” del mundo, una etiqueta que se otorga a los estados en los que la población mayor de 65 años supera el 20% de la población total. De los 50,22 millones de habitantes que registraba Corea del Sur a finales de 2024, 10,24 millones superaban la edad de jubilación, fijada en los 65 años. En junio de aquel año, el entonces presidente Yoon Suk-yeol (actualmente, en juicios por el intento de golpe de Estado de finales del año pasado) declaró la “emergencia demográfica nacional” y anunció la creación de un nuevo ministerio del gobierno dedicado exclusivamente a combatirla.
Con el ejemplo coreano como espejo, Europa está a las puertas de un envejecimiento que conllevará cambios importantes en su sociedad. Una “encrucijada”, como la definía el profesor y periodista Josep Francesc Valls en un análisis en VIA Empresa, en la que la edad de jubilación, la gestión del sistema de pensiones, el impacto de la inteligencia artificial (¿destruirá más puestos de trabajo de los que creará?) y la relevancia de la población activa migrante —como reclamaba Raventós en el artículo citado al principio— decidirán el camino a seguir.