A finales de 2002, Internet Explorer era el soberano absoluto del mundo de los navegadores web con un 92,7% de la cuota de mercado. “Microsoft entró tarde y mal, pero era Microsoft, y pudo preinstalar Explorer en todos los sistemas operativos”, rememora el director ejecutivo de Mortensen y cofundador de Sorensen AI, Josep M. Ganyet. Pero aquel mismo año, la que en 2003 se constituiría como Fundación Mozilla, nacida años atrás de las cenizas de Netscape, ponía en marcha el proyecto que consiguió derribar su dominio: Mozilla Firefox. Denominado originalmente Phoenix por la lírica de su nacimiento, la clara apuesta por el código libre y la innovación aportada por todos los colaboradores hizo que, después de años de remontada, Firefox consiguiera arrebatarle el trono a Internet Explorer a principios de 2009 y convertirse, en aquel momento, en el navegador de internet más usado del mundo.
Sin embargo, la alegría no duró mucho. Pocos meses antes del sorpasso, Google presentaba al público Chrome, su apuesta por el mundo de los navegadores, que no tardó en dominar el mercado. Hoy, la fotografía es bien distinta: de acuerdo con cifras de StatCounter, la opción de Google ha cerrado noviembre de 2025 con una cuota de mercado del 71,22%, seguida de lejos por Safari, con un 14,35%, y Edge, el sucesor de Internet Explorer, con un 4,98%. Firefox, que había llegado a representar más de un 45% en su cénit, es cuarto con un modesto 2,3% del mercado.
Firefox ha pasado de liderar el mercado de los navegadores con un 45% de cuota de mercado en 2009 a representar solo un 2,3% en noviembre de 2025
Es en este contexto que, desde hace ya varios años, Mozilla explora nuevos canales para recuperar la relevancia que le otorgó el prestigio que aún tiene. El más destacado, formalizado este mes de noviembre con la presentación de la estrategia para el trienio 2026-2028, es la inteligencia artificial. El argumentario lo cristalizó el presidente de la entidad, Mark Surman, en un artículo en el blog de Mozilla: “Los datos y la IA se han convertido en bloques de construcción fundamentales con los que creamos las herramientas digitales que usamos cada día. Y como pasó con la web hace 25 años, quien controle estos bloques y su funcionamiento tendrá un impacto enorme en nuestra agencia, nuestras relaciones y nuestras vidas”.
La voluntad queda clara: repetir el éxito de la primera década del siglo XXI y, en sus palabras, “hacer por la IA lo que hicimos por la web”. Es decir: romper la concentración en pocas manos de estructuras tecnológicas críticas para el mundo actual con una alternativa basada en código abierto y que ponga la privacidad y la elección del usuario como máximas prioridades. Ahora bien, ¿hasta qué punto el contexto económico actual y la naturaleza misma de esta tecnología permiten repetir la gesta a la que aspira Mozilla?
La fuerza de los usuarios contra la falta de propuestas innovadoras
Según Ganyet, el actual es “un momento muy similar” al del surgimiento de Firefox: “O defendemos el espacio digital que hemos construido entre todos, o esta vez no serán los navegadores, sino los grandes modelos de lenguaje quienes se apropiarán de cómo accedemos a la información”. El experto digital cree que el “papel de centinela” que hoy juega Firefox entre los grandes navegadores comerciales le otorga una cierta legitimidad para impulsar este movimiento, pero también tiene claro que “ahora es mucho más costoso” competir contra los grandes que en la infancia de los navegadores.
En cambio, Jordi Mas, miembro fundador de Softcatalà, identifica diferencias más sustanciales entre ambos momentos históricos: “Lo que consiguieron hace 25 años lo consiguieron con Firefox, un gran producto innovador para el usuario final. Ahora, la apuesta se basa en impulsar una IA ética y abierta, y es una apuesta política, no de producto”. El desarrollador cree que este hecho “hace mucho más difícil darle la vuelta”, ya que el porcentaje de usuarios preocupados por cuestiones como la privacidad no es equiparable a los que se captaron en su momento con Firefox, que “fue el navegador dominante porque innovó”.
Jordi Mas (Softcatalà): “Ahora, la apuesta se basa en impulsar una IA ética y abierta, y es una apuesta política, no de producto”
Mas considera que Mozilla “está bien posicionada en usuarios” por el hecho de que, a pesar de mantener solo una cuota del 2,3%, “habían llegado a ser más del 45% y el prestigio lo mantienen”. Además, a pesar de que el porcentaje es bajo, representa muchos millones de usuarios, a los cuales, defiende el miembro de Softcatalà, pueden hacer llegar de manera directa las innovaciones que diseñen a través de Firefox. Sin embargo, el desarrollador señala que a Mozilla les falta una potencia científica que sí que han impulsado compañías chinas como DeepSeek, Alibaba o Huawei: “La ciencia abierta y quien la crea tiene un papel muy importante y, estratégicamente, lo que está haciendo China es mucho más relevante que lo que está haciendo Mozilla”.
Por su parte, Ganyet señala el origen de los datos con que se entrenan los grandes modelos de lenguaje como “el punto clave” que determinará el éxito o el fracaso de la empresa: “Intentar ser respetuoso con los derechos de todos implica comprar contenido prémium, que normalmente está en muros de pago, y negociar con los propietarios, cosa que no han hecho los Llama, Gemini o GPT, que se lo han saltado todo”. He aquí la paradoja: “Si sacas estos datos, el modelo es peor. Y si lo es, ¿qué incentivo tengo para usarlo? ChatGPT no ha hecho las cosas bien, pero es muy útil, y la ley del mercado es implacable”.
A esta cuestión, Mas añade una nueva condición económica: la dependencia que Mozilla tiene hoy en día con uno de los grandes jugadores de la geopolítica tecnológica. “Más del 70% de los ingresos de Mozilla provienen de royalties a Google”, subraya el miembro de Softcatalà, una situación que crea una paradoja: “Google no es demasiado respetable en términos de privacidad, que es uno de los grandes valores que ellos defienden”. Se trata de una “dependencia muy importante” de la cual, asegura Mas, “son muy conscientes” en Mozilla, hasta el punto de que la diversificación de negocios tenga como objetivo prioritario romper esta dinámica.
El trabajo hecho hasta ahora
El posicionamiento de Mozilla hacia el nuevo panorama de la inteligencia artificial moderna se ha intensificado en los últimos meses, pero la fundación ya hace años que trabaja en esta dirección. Lo ha hecho, principalmente, a través de dos vías: por un lado, creando soluciones internamente que atacan diversos procesos y problemáticas de la tecnología; y por otro, impulsando un fondo de capital riesgo, denominado Mozilla Ventures, para invertir en startups que impulsen soluciones de IA que respeten los principios del Manifiesto de Mozilla.
En el primer ámbito, destacan propuestas como Choice-first Stack, una pila (stack) que concentra los principales procesos informáticos que hay que seguir para desarrollar aplicaciones y agentes de IA moderna en un único entorno. Este producto combina cuatro patas: any-agent (para escoger el agente de entorno de trabajo), any-llm (una interfaz unificada para trabajar con diferentes proveedores de LLM), mcpd (una herramienta para definir y gestionar los servidores MCP) y any-guardrail (una interfaz unificada con múltiples modelos de barreras de seguridad para proteger los resultados y razonamientos de los agentes).
La apuesta de Mozilla por una IA alternativa se ha iniciado con desarrollos internos e inversiones en startups tecnológicas como Oumi, Flower o Lelapa AI
La compañía también ha desarrollado Llamafile, un aplicativo para ejecutar grandes modelos de lenguaje fácilmente y en local, utilizando un único archivo; o bien Lumigator, un comparador de LLM, tanto abiertos como cerrados, que evalúa el conjunto de datos que se quiere utilizar y ofrece recomendaciones personalizadas para el caso de uso específico. Pero quizás la que más ha llamado la atención ha sido el Mozilla Data Collective, una plataforma presentada este mes de noviembre en el 15º Mozilla Festival, celebrado en Barcelona (que será su sede hasta 2027), que quiere convertirse en un estándar para el intercambio de “datos de IA responsables”.
Por otro lado, desde Mozilla Ventures han invertido en más de una decena de compañías emergentes especializadas en diversos ámbitos de la inteligencia artificial. Entre ellas se encuentran Oumi, una plataforma en código abierto que permite entrenar modelos personalizados en cuestión de horas, en lugar de meses; Flower, una plataforma federada que permite que la IA aprenda de hojas de datos de diferentes fuentes, blindando su seguridad y privacidad; o Lelapa AI, una startup especializada en el desarrollo de modelos de lenguaje eficientes en recursos entrenados con lenguas africanas.
La negativa de la comunidad
Las fuentes consultadas identifican el contexto económico o la falta de soluciones estrella como los grandes obstáculos que Mozilla afronta para iniciar la estrategia que se propone. Pero un tercer condicionante importante, que choca directamente con una de las fortalezas identificadas por Mas, es la oposición que los mismos usuarios de Firefox han mostrado hasta ahora hacia la inteligencia artificial.
El fenómeno no es nuevo, pero esta semana se ha vivido un nuevo episodio. Este martes, el nuevo director ejecutivo de Mozilla Corporation, Anthony Enzor-Demeo, se presentaba a la comunidad con un comunicado que, entre otras cosas, recogía la intención de la entidad de apostar por una IA diferente. “Nuestro trabajo debe hacer avanzar nuestra misión y tener éxito en el mercado. En los próximos tres años, esto significa invertir en IA que se ajuste al Manifiesto Mozilla. Esto significa diversificar los ingresos más allá de la búsqueda”, escribía.
Horas después de la publicación, el subreddit oficial de Firefox se llenó de mensajes contrarios a esta decisión. Uno de los más destacados, publicado el mismo martes, ha sido una carta abierta de un desarrollador del navegador, firmada por el usuario nseavia71501, en la que critica el orden de prioridades de Mozilla: “Vuestros mensajes suenan incómodamente parecidos al típico anuncio de Google o Microsoft, aquel en que las decisiones son tomadas para los usuarios, en vez de con los usuarios”. “Firefox no necesita convertirse en Google o Microsoft para tener éxito tanto en negocio como en estándares de usuario. Es apreciado precisamente porque no es como ellos”, reiteraba.
Dando forma al futuro estándar de IA responsable
Funcione o no la apuesta de Mozilla, la entidad tiene claro que no es un trabajo que podrán hacer solos, y en los diversos comunicados publicados hasta ahora lo dejan muy claro: el objetivo no es liderar el desarrollo de un modelo de lenguaje concreto, sino “hacer crecer una alianza de personas, comunidades y empresas que visualicen y quieran construir un futuro diferente para la IA”. Pero, ¿cómo debe ser este futuro?
Mas deja claro de entrada que “son muchos aspectos” los que se deben considerar a la hora de diseñar un estándar de IA abierta y responsable, pero destaca los que considera que son los principales. El primero de todos ellos lo tiene muy claro: “Todo lo que se haga se deberá hacer con ciencia abierta”. “Los grandes laboratorios americanos, con OpenAI a la cabeza, hicieron de no compartir la investigación su ventaja competitiva”, critica el miembro de Softcatalà, y han sido los chinos “los primeros que han empezado” a promocionar una inteligencia artificial abierta “a escala y seriamente”. Lo han hecho, al menos, en cuanto a la arquitectura de los modelos, los pesos o la evaluación, pero no con los datos de entrenamiento. “Y no porque no quieran, sino porque no pueden”, matiza, ya que muchos de ellos han sido entrenados con datos cerrados.
Mas: “Los grandes laboratorios americanos, con OpenAI a la cabeza, hicieron de no compartir la investigación su ventaja competitiva”
Este hecho es el que conduce hacia el segundo criterio que debería guiar, según Mas, un supuesto estándar de IA responsable: la apuesta firme por aumentar el volumen y disponibilidad de datos abiertos. “En el mundo ya hay muchos, en todas las administraciones públicas y ayuntamientos”, reconoce, y ejemplifica casos como los corpus del Parlamento Europeo, “que durante muchos años se utilizaban para entrenar modelos de traducción automática”, o bien el DOEG, que ha sido “el corpus de referencia durante muchos años” del catalán.
Un tercer punto es la privacidad de los datos, una cuestión que debe complementar vertientes como el hecho de si los datos usados quedan registrados o no, si las consultas de los usuarios se usarán posteriormente para entrenar modelos o si, en caso de recoger datos personales, los modelos pueden excluirlos a la hora de hacer los entrenamientos. Y el cuarto punto sería la alineación con valores: cuáles son las ideas políticas y mensajes con los que se entrenan los modelos. “Las IA de ChatGPT siempre te dan la razón porque se han entrenado así. A las de China, si les preguntas por Tiananmén, te dicen que no pasó nada”, ejemplifica.
A estas cuatro guías, Ganyet añade una quinta: un “respeto escrupuloso” a lenguas y culturas minoritarias, que abarque “desde el catalán hasta las lenguas amerindias”. El director de Mortensen recuerda que, a pesar de que los modelos actuales se puedan comunicar en catalán, “los referentes son anglocéntricos”, ya que “el 60% del contenido al que han sido expuestos es en inglés”. Ganyet deja claro que no son los únicos problemas vinculados con sesgos que las IA muestran, y hay otros tanto o más graves, como “la misoginia o la homofobia”, pero estos últimos son unos problemas que “se ven y las mismas empresas luchan contra ellos”. “Pero una empresa angloamericana nunca se preocupará por esto”, remarca, en referencia a las lenguas minoritarias.