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Desde Macasar, Indonesia: historia, innovación y todas las tensiones de nuestros tiempos

La ciudad se articula prácticamente sin espacio público, una característica propia de lugares inmersos en un proceso de construcción constante

Vistas de Macassar durante el atardecer | Ariadna Romans
Vistas de Macassar durante el atardecer | Ariadna Romans
Arianda Romans | VIA Empresa
Politóloga y filósofa
Macasar, Indonesia
23 de Noviembre de 2025 - 04:55

Lo primero que ves cuando llegas a Macasar es una gran mezquita con 99 torres. Es naranja, lo que hace que la veas a una hora de distancia, y por la noche permanece como una gran sombra junto a la costa de la ciudad. Está orientada al océano, y está posicionada no solo en un lugar estratégico en cuanto a paisaje, sino también a escala geográfica. Detrás de esta mezquita hay un hospital terroríficamente grande, oscuro de un material como si fuera mármol, que bien podría ser un hospital o bien podrían ser los headquarters de Mordor. Es de los edificios más feos que he visto nunca, y por la noche lo iluminan con unas luces azules y verdes que te hace sospechar de qué te quieren comunicar. Uno tiene la sensación de que te quieren convencer de que, en realidad, no son malos; hecho que a mí todavía me hace sospechar más de sus intenciones.

 

Desde el hotel donde me alojo tengo una vista fantástica de la ciudad. Yo diría que las mejores vistas de la ciudad, pero tampoco conozco ninguna otra. Estoy aquí para unas jornadas de la universidad donde, con participantes provenientes de todas partes del mundo, pero sobre todo de los Países Bajos, Sudáfrica e Indonesia.

La idea de las jornadas es comparar nuestra vivencia del agua y la manera en que nuestros entornos la conceptualizan, y para hacer este intercambio utilizaremos diferentes técnicas: la académica, la artística, el cine, el activismo y el deporte. Tenemos artistas, activistas, líderes de iniciativas ciudadanas, grupos de resistencia indígena, diseñadores, directores de cine, profesores, cantantes, investigadores, submarinistas profesionales, activistas, doctorandos y una escritora. Es una mezcla fantástica de personas que nos entendemos en una especie de inglés pisoteado por diversos acentos mezclado con xosa, bahasa, rimba y portuñol. Las jornadas se llevan a cabo en la isla de Barang Lompo y, para muchas de nosotras, será la primera vez que vivamos la temporada de lluvias. Jamás en la vida, ni siquiera en el peor día en Ámsterdam, he visto tanta agua caer del cielo.

 

Una de las actividades de la jornada fue visitar una escuela fundada por una de las participantes del taller. Se trata de Butet Manurung, una activista que ha creado más de diecisiete escuelas en Sumatra en los territorios de los Orang Rimba y en otros lugares de Indonesia. Ha desarrollado un método pedagógico propio que permite aprender a leer y escribir en la lengua local en solo dos semanas. Su labor ha sido reconocida internacionalmente e, incluso, la casa Barbie le dedicó una muñeca dentro de la colección Barbie Role Models.

El proyecto de Center Point of Indonesia ha desplazado a miles de familias que se han quedado sin recursos y sin acceso al mar de la noche a la mañana

Una de sus escuelas más singulares no se encuentra ni en Sumatra ni en ninguna comunidad indígena, sino en el corazón de Macasar, junto al espacio que hoy se conoce como Center Point of Indonesia. Antes, aquel lugar había sido un barrio de familias y comunidades de pescadores y pescadoras, hoy es un barrio turbocapitalista de grandes infraestructuras deslumbrantes pensado para clases adineradas y extranjeros. El proyecto ha desplazado a miles de familias que se han quedado sin recursos y sin acceso al mar de la noche a la mañana, lo que ha ocasionado una fuerte resistencia, manifestaciones y acciones para la reclamación de las tierras.

Visitar la escuela fue emocionante: es impactante ver cómo las pequeñas acciones de algunas personas pueden transformar vidas. Al mismo tiempo, también constatamos cómo aquel espacio ha sido convertido en un centro comercial descomunal y estéticamente agresivo, accesible solo para una minoría privilegiada de la ciudad.

Otra de las actividades que hicimos fue trasplantar coral. Lo más profundo que he ido nunca del océano es hasta donde pitan los oídos cuando me hundo, o hasta que los ojos abiertos bajo el agua me pican demasiado para seguir nadando. Sin embargo, el último día en Barang Lompo lo pasamos con un grupo de submarinistas de Wakatobi que nos ayudaron a plantar coral para que la comunidad de la isla continuara teniendo comida para sus peces.

La pesca es su principal medio de subsistencia, de manera que trasplantar coral tiene una doble función: la sostenibilidad de un hábitat natural y de sus personas 

La pesca es su principal medio de subsistencia. Por lo tanto, este acto tenía una doble función: la sostenibilidad de un hábitat natural y de sus personas. No soy submarinista, tampoco una gran fan del fondo marino. Siempre digo que volar no me hace demasiada gracia, pero como mínimo volando puedes caer en algún sitio; el océano se me presenta como esa cosa en la que te pierdes para siempre y de la que no hay escapatoria. Pero mi amigo Gego y otro compañero me acompañaron y, cuando quise darme cuenta, estaba a ocho metros bajo el agua nadando sobre una barrera de coral.

Después del taller, me he quedado unos días en la ciudad. Han sido jornadas de desconexión, pero también de aprender y disfrutar: de la comida local, de un entorno tan diferente del de casa y de observar cómo se articula una ciudad prácticamente sin espacio público. No es una característica exclusiva de Macasar, sino de aquellas ciudades inmersas en un proceso de construcción constante. Me ha gustado pasear por las calles e interactuar con las personas locales, aunque la obsesión por hacer fotos me ha sorprendido muchísimo. También he aprovechado para visitar algunos vestigios de la época colonial, como el Fort Rotterdam, así como algunos de los barcos del puerto.

Macasar es una ciudad que concentra historia, innovación y todas las tensiones de nuestro tiempo. Ha sido un placer poder conocerla un poco más a fondo gracias a personas locales como Hirah, Isdah y Gego.