Los ojos son de los órganos más complejos y extraordinarios de nuestro cuerpo. Para la gran mayoría de personas, poder ver es un absoluto privilegio que damos por sentado. Quizás por eso no somos conscientes del valor de la visión hasta que sufrimos algún problema que nos la dificulta. Uno de los grandes riesgos tiene un nombre que conviene conocer: la degeneración macular; una dolencia asociada a la edad y que está más extendida de lo que nos pensamos.
Un grupo de oftalmólogos de la Universidad de Bonn (Alemania) ha publicado recientemente un estudio según el cual un 25% de las personas mayores de 60 años sufren esta dolencia. Solamente en la Unión Europea conviven 67 millones de personas. Y la tendencia es claramente a el alza: el hecho que la esperanza de vida se alargue hace que cada vez forcemos más la vista y según los expertos alemanes es probable que en 2050, estas cifras aumenten en un 15%.
Principales problemas de visión
Antes de entrar en materia y conocer a fondo la degeneración macular, conviene saber que el problema de visión más frecuente es la catarata. A grandes rasgos, consiste en la opacidad del cristalino, una lente de la medida de una lenteja que hay dentro del ojo. Es fácil de intervenir y la pérdida visual es reversible. Se acostumbra a dar entre los 60 o 70 años, a pesar de que a partir de los 40 también se diagnostican e incluso pueden debutar en edad pediátrica.
El glaucoma es otro problema de visión bastante más grave, puesto que es irreversible. Se caracteriza por un incremento de la presión interna del ojo, la cual, de forma asintomática, va dañando el nervio óptico y en consecuencia afecta y acaba impidiendo el correcto procesamiento de las imágenes. En estos casos se hace muy necesario un diagnóstico precoz para conseguir -dentro de lo posible- malograr lo mínimo el nervio en cuestión. Finalmente, una de las principales pérdidas de visión en nuestro entorno es consecuencia de los problemas de retina. Estos pueden ser debidos a causas diversas cómo las trombosis venosas, los desprendimientos de retina o, más a menudo, la retinopatía diabética y la degeneración macular asociada a la edad (DMAE).
La degeneración macular: no toda pérdida visual se debe a las cataratas
La retina es la capa más interna del ojo. Está formada por neuronas y, por lo tanto, acontece una estructura muy delicada porque las células no se pueden regenerar. Se encarga de captar la luz y las imágenes y las transmite al nervio óptico. En el centro de la retina se encuentra su parte más importante y delicada, la mácula. Es la encargada de captar la visión central, la cual permite distinguir colores, detalles, leer... En definitiva, nos proporciona la capacidad de visión fina. La mácula puede presentar varias afectaciones degenerativas, pero las más comunes son: la degeneración macular seca y la degeneración macular húmeda. La primera implica un envejecimiento progresivo y actualmente no hay tratamiento disponible, y en el caso de la segunda el envejecimiento se lleva a cabo en pocas semanas o meses debido a la formación de vasos sanguíneos de forma anómala bajo la retina que la desestructuran y la inflaman, produciendo hemorragias en algunos casos.
Dieta mediterránea, revisiones periódicas y autocontrol
La afectación depende básicamente de la genética y la edad: la degeneración macular suele darse en pacientes mayores de 50 años, sobre todo alrededor de 60 o 70. Igual que en otras muchas patologías, en los parámetros de carácter genético no podemos incidir, pero sí que podemos contribuir a su conservación mediante una alimentación saludable, así como evitando el hábito de fumar. Optar por las revisiones periódicas y el autocontrol son otros aspectos sobre los cuales podemos actuar de forma proactiva. En cuanto a la sintomatología, la metamorfopsia es la más típica, y consiste en la deformidad de las líneas, de los objetos, las caras... Posteriormente, se produce una pérdida importante de visión central, es decir, se manifiesta en forma de una gran dificultad para enfocar y ver detalles. Hablamos de una pérdida visual con mucha repercusión funcional, afectando actividades tan básicas como leer o reconocer caras. Sin embargo, la visión periférica se conserva.
Tratamientos esperanzadores
Tal como hemos avanzado, la degeneración macular seca es generalmente irreversible (para algunos casos ya se dispone de tratamiento que pronto llegará a Europa), pero la húmeda sí que se puede frenar, siempre que se detecte en estadios iniciales. Últimamente, han aparecido tratamientos con muchos buenos resultados: son fármacos que se administran en el interior del ojo (en la cavidad vítrea) y hacen efecto entre uno y dos meses. A menudo se tienen que reinsertar en múltiples ocasiones, y permiten mantener la visión y en algunos casos incrementarla entre un 10 y 20%, siempre con buenas pautas de tratamiento. La degeneración macular es compatible con otros problemas de visión. Puede coexistir, por ejemplo con las cataratas y a menudo cuesta detectarla, puesto que se enmascaran. En cuanto a la presencia en un ojo o en el otro, generalmente la afectación se inicia en un ojo y al cabo de unos años el problema se puede manifestar en el otro.