El pádel: de circuito mundial a laberinto de intereses

En la élite de este deporte se ha desatado una lucha entre torneo controlado por la cervecera Damm y el creado con dinero catarí

Nasser Al-Khelaïfi, presidente del Paris Saint Germain e ideólogo del Premier Padel | AFP7 | Europa Press Nasser Al-Khelaïfi, presidente del Paris Saint Germain e ideólogo del Premier Padel | AFP7 | Europa Press

A finales de los setenta llegó al Estado un nuevo deporte, que podía recordar vagamente al frontón tradicional, pero que se jugaba dentro de una cápsula de paredes blancas en vez de verdes, con unas raquetas casi infantiles y con una pelota de goma que apenas botaba. Era el squash, que después de unos inicios fulgurantes acabó pasando a la historia como una moda pasajera que duró poco más de una década. Con un regusto decididamente posh -lo practicaba gente de posibles y el rey Juan Carlos disponía una pista en su palacio- encajó con la filosofía vital de los españoles de los ochenta, que empezaban a abandonar un pasado de miseria para incorporarse con celeridad a Europa y al consumo de ropa de marca. El primer campeonato de España se disputó en Madrid en 1979, y el vencedor fue un adolescente llamado Carlos Sainz Cenamor, que derrotó a un niño australiano de doce años de edad hijo de padres españoles que se llamaba Agustín (Austin) Adarraga. El primero no hizo carrera en el squash porque prefirió el volante, donde llegó a ser campeón del mundo de rallys. El segundo, por el contrario, acabaría por convertirse en un destacado jugador en el contexto internacional. Durante los diez o doce años siguientes, las pistas de squash se multiplicaron en todo el Estado, y ningún club deportivo podía considerarse a la moda si no poseía unas cuántas a disposición de sus socios.

El hecho de que las pistas de pádel no necesitaran techo las hizo una inversión más asequible

Pero a comienzos de los noventa la popularidad de este juego inició un retroceso del que ya no se recuperaría nunca, y coincidió con la llegada de otro deporte de raqueta: el pádel. El hecho de que las pistas de pádel no necesitaran techo las hizo una inversión más asequible, porque se pueden construir al aire libre o, incluso, dentro de naves industriales, una solución muy frecuente después de la crisis inmobiliaria que dejó muchas naves huérfanos de actividad económica. Además, a diferencia del squash, el pádel se juega por parejas, de forma que los kilómetros recorridos persiguiendo la bola se reparten entre dos, por lo que es más digerible. Sobre la competición podemos destacar que el pádel es un deporte donde casi siempre ganan aquellos italianos de habla castellana a los que denominamos argentinos. Por suerte, de vez en cuando cambia la suerte y somos nosotros quienes nos llevamos de su casa el cofre del tesoro.

El dinero catarí ha irrumpido para triturar tradiciones y cambiar el estatu quo del pádel

En las últimas décadas, la creación de un circuito profesional de ámbito internacional ha dado mucha visibilidad a este deporte; primero fue el Padel Pro-Tour, que lideró la competición entre 2005 y 2012, y más tarde el World Pádel Tour (en adelante, WPT), apadrinado por la cervecera Damm y que hasta ahora ha sido el eje de la competición. Pero como ya ha pasado en otros deportes, el dinero catarí han irrumpido para triturar tradiciones y cambiar el statu quo de las cosas. Hasta ahora, el WPT era la gran competición internacional de este deporte y, como hemos dicho, funcionaba bajo el paraguas de la cervecera catalana Damm, que había creado una filial llamada Setpoint Events para encargarse de la gestión. La empresa en cuestión está domiciliada en la sede de Damm de la calle Rosselló y factura 12,5 millones de euros. Dentro de esta sociedad se encuentra la firma Rumbosport, dedicada a organizar competiciones de pádel en las empresas (o sea, pádel amateur). Desde el 2017 el presidente del Circuito es Ramon Agenjo Bosch, directivo y accionista de Damm, además de descendiente directo (bisnieto) del fundador, Joseph Damm. Dimos abundantes detalles de él, de su familia y de la empresa en La gran telaraña (Ediciones del Periscopio, 2017). El espectáculo mueve anualmente unos cuatro millones de espectadores y existe una base de más de cien jugadores con contrato, que se reparten entre 15 y 20 torneos que se disputan anualmente.

El nuevo player es el emirato de Catar, que ha creado un circuito llamado Premier Padel con el apoyo de la federación internacional de este deporte

El conflicto al que antes hacíamos referencia es muy parecida al que está viviendo el mundo del golf con la irrupción del dinero de Arabia Saudí, que han puesto en jaque el control de la PGA sobre este deporte. En el caso del pádel, el nuevo player es el emirato catarí, que por medio de Qatar Sports Investment ha creado un circuito llamado Premier Padel (en adelante, PP) con el soprendente apoyo de la federación internacional de este deporte, que es accionista y de la que se podía esperar cierta neutralidad, precisamente lo contrario de lo que ha sucedido. Efectivamente, tan vinculada está la mencionada federación que en el consejo de administración del PP (formalmente, la sociedad QFC) está el mismo presidente federativo, el italiano Luigi Carraro, que ha despertado muchas suspicacias por parte de los defensores del circuito de Damm. Por cierto, parece que Carraro no ve incompatible su nuevo trabajo con los cataríes con pedir al COI una intermediación entre los dos circuitos para poner fin al conflicto. Pero lo que más ha impactado ha sido la rebelión de los jugadores ligados contractualmente al WPT que, a la vista de los cuantiosos premios económicos del nuevo circuito, han empezado a buscar la manera de desvincularse. Los díscolos -los que ya están incumpliendo las condiciones del WPT porque están jugando partidos de torneos del PP- se enfrentan a posibles demandas millonarias por parte de la organización que depende de Damm, de forma que está sobre la mesa otro elemento más para una posible negociación. Eso sí, es necesario tener en cuenta que el WPT no ha hecho más que perder dinero desde su creación, de forma que se le puede considerar más una plataforma de difusión de la marca de cerveza que un negocio lucrativo.

Conseguir averiguar detalles sobre el circuito impulsado por los catarís no es fácil, entre otros motivos porque disponen de una web hipnótica pero aparentemente sin ningún contenido. Lo que sí sabemos es que el ideólogo es un viejo conocido de las inversiones en deportes del emirato catarí, el ínclito Nasser Al-Khelaïfi, a quien la mayoría conocerá por ser el presidente del PSG, el campeón de la liga francesa de fútbol que tiene en sus filas a Messi, Neymar y Mbappé .

De momento, la realidad inmediata es que los dos circuitos coexistirán, pero hay que ver si el negocio da para tanto como para que se mantengan en funcionamiento las dos estructuras de una manera paralela. Además, en vista de la voracidad del dinero catarí, parece difícil encontrar algún motivo para poder frenar sus ambiciones.

Més informació
Fumata blanca: el Cercle ya tiene nuevo presidente
Sixth Street: dinero californiano para oxigenar el Barça
Vitol, el engranaje secreto de la economía mundial
Hoy Destacamos
Lo más leido