La economía catalana ha continuado dando buenas noticias durante 2025. Aunque todavía no disponemos del cierre anual, los tres primeros trimestres reflejan un crecimiento medio del PIB del 2,8% y un crecimiento de la ocupación del 2,6%. Los indicadores de coyuntura disponibles apuntan a que este dinamismo se mantendrá en el cuarto trimestre.
Por un lado, el consumo privado continúa muy dinámico gracias a la recuperación de la renta real disponible de los hogares, impulsada por la buena evolución del empleo y los salarios. Por otro lado, la inversión muestra un repunte significativo, favorecida por los buenos resultados empresariales y la reducción de los tipos de interés. La inflación, en cambio, se resiste a bajar del 3% debido a la inercia en el aumento de los precios de los servicios, motivada por la fuerte demanda interna. En cuanto a las exportaciones, las de bienes crecen moderadamente por la atonía de la demanda externa, mientras que las exportaciones de servicios turísticos mantienen unos resultados sólidos.
La resiliencia internacional
El entorno internacional también muestra una notable resiliencia a los diversos choques (aranceles, tensiones geopolíticas y conflictos). La economía norteamericana resiste mejor de lo previsto a las políticas de Trump y la inflación no presenta presiones significativas, lo que ha permitido a la FED continuar con las bajadas de tipos de interés. El extraordinario ciclo inversor en tecnología asociado a la inteligencia artificial genera ganancias importantes en los mercados financieros, pero también comporta riesgos si las inversiones no ofrecen los retornos esperados. Cada vez más analistas alertan sobre el peligro de una burbuja en las inversiones vinculadas a la IA.
La Unión Europea, a su vez, debe hacer frente a grandes desafíos como el aumento de la confrontación política con los Estados Unidos, la pérdida de competitividad acumulada y la presión sobre los presupuestos públicos para financiar defensa, transición energética y envejecimiento demográfico.
La UE debe hacer frente al aumento de la confrontación política con los EEUU, la pérdida de competitividad acumulada y la presión sobre los presupuestos públicos
En este contexto exterior, la economía española destaca por ser la gran excepción en un entorno de crecimientos mediocres, como lo ha descrito el propio Financial Times. De hecho, la Comisión Europea prevé que el PIB español cerrará 2025 con un crecimiento del 2,9%, muy por encima del 1,3% de la eurozona, y en 2026 podría crecer un 2,3% (frente al 1,2% en la zona euro).
En cuanto a Catalunya, las previsiones de la Cambra de Comerç de Barcelona apuntan a un crecimiento idéntico al de España para 2025 (2,9%), que se moderaría hasta el 2,4% en 2026. Por lo tanto, se perfila un 2026 globalmente positivo y similar al anterior, aunque la incertidumbre y los riesgos persisten.
¿Qué factores actuarán como vientos de cola del crecimiento?
En primer lugar, la inmigración continuará sosteniendo el crecimiento demográfico y reforzando el consumo privado y la renta disponible. Este factor es diferencial respecto a otras economías europeas, donde la demografía actúa como un freno estructural. Ahora bien, la creación de empleo debería ir acompañada de una mejora en la productividad, que continúa siendo el gran reto de nuestra economía.
En segundo lugar, 2026 será un año clave para la ejecución del Plan de Recuperación. Se prevé una aceleración de la inversión vinculada a los fondos Next Generation y el cumplimiento de las reformas pactadas con Bruselas para recibir los últimos pagos. El objetivo es teóricamente impulsar la inversión en digitalización, transición energética e innovación. Pero el balance final dependerá de si los fondos se han destinado a medidas que solo suponen una inyección de dinero con impacto a corto plazo en el PIB, o bien a inversiones y reformas que tendrán un efecto estructural porque permitirán aumentar el potencial de producción y la competitividad a largo plazo.
El tercer factor de impulso de la economía catalana seguirá siendo las favorables condiciones financieras. Aunque el ciclo de recortes de tipos en la zona euro puede haber finalizado, la transmisión de las últimas bajadas sobre la economía continuará durante 2026. El tipo de referencia del BCE podría mantenerse en torno al 2%, con un Euríbor alrededor del 2,2%, siendo un factor de impulso a la inversión y el crédito en sectores productivos.
Aunque el ciclo de recortes de tipos en la zona euro puede haber finalizado, la transmisión de las últimas bajadas sobre la economía continuará durante 2026
Finalmente, se espera que el sector residencial continúe la fase expansiva, tanto en obra pública como privada. Este dinamismo contribuirá a la demanda de bienes duraderos y a la actividad en la construcción, a pesar de que el sector tiene grandes dificultades para contratar a los trabajadores que requiere su expansión.
A pesar de estos factores de impulso, también hay otros que actuarán como freno al crecimiento.
En primer lugar, las exportaciones de bienes perderán vigor ante la debilidad de los principales socios comerciales y la subida de los aranceles. En la Cambra de Comerç estimamos un impacto en la economía catalana de la subida de los aranceles en Estados Unidos de tres décimas de PIB a lo largo de 2025 y 2026.
Pero, sin duda, el principal reto estructural que afronta actualmente nuestra economía se encuentra en el mercado inmobiliario. La fuerte recuperación de la demanda y la escasa oferta, que crece muy lentamente, está generando un incremento de los precios que dificulta el acceso a buena parte de la población.
Las exportaciones de bienes perderán vigor ante la debilidad de los principales socios comerciales y la subida de los aranceles
En materia fiscal, el reto será compatibilizar la consolidación fiscal con la necesidad de más inversión en vivienda social, en defensa y en gasto social para hacer frente a la presión del envejecimiento y del incremento de la población.
En definitiva, 2026 no será un año de euforia sino de continuidad. El objetivo principal debería ser consolidar la evolución positiva que se observa en los indicadores de productividad por hora trabajada, de innovación y de mejora del modelo productivo. También habrá que estar muy atentos a las oportunidades de inversión que puedan llegar a Catalunya y dar solución a la crisis de la vivienda.
El arte de los economistas de hacer previsiones es siempre arriesgado, pero del todo necesario para que empresas y responsables políticos dispongan de una brújula para orientar sus decisiones estratégicas el año que viene. ¡Deseando que estas previsiones se cumplan, deseo a los lectores de VIA Empresa una Feliz Navidad!