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¿Estamos aprovechando toda la fuerza laboral de Catalunya?

El volumen de personas que podrían trabajar más o incorporarse al mercado se eleva a 660.983 personas en el territorio, casi el doble del dato de paro oficial

La ciutat de Barcelona amb la Sagrada Família i la mar al fons
La ciutat de Barcelona amb la Sagrada Família i la mar al fons
Carme Poveda | VIA Empresa
Directora de Análisis Económico de la Cámara de Comercio de Barcelona
24 de Noviembre de 2025 - 04:55

En la década que viene, el 80% de los nuevos puestos de trabajo vacantes serán para reemplazar las jubilaciones de los baby-boomers, según un estudio del SEPE. Además, los jóvenes de hasta 30 años de hoy solo podrán cubrir una tercera parte de estos puestos de trabajo por jubilación. El problema ya está afectando a muchas empresas que no encuentran personal adecuado para hacer crecer sus negocios. Ante esta realidad, es urgente aprovechar toda la fuerza laboral residente en Catalunya, tanto la nacional como la extranjera. Sin embargo, todavía hay muchas bolsas de población potencialmente trabajadora que no lo está por diferentes motivos: paro, prestaciones que desincentivan la búsqueda de empleo, falta de incentivos, insuficiente cualificación, etc. 

 

El Observatorio del Trabajo y Modelo Productivo (OTMP) de la Generalitat de Catalunya ha publicado una nueva estadística sobre la fuerza de trabajo infrautilizada en Catalunya que, siguiendo la metodología de Eurostat, amplía el foco más allá del paro oficial y permite identificar todo el potencial laboral disponible en Catalunya que no está plenamente aprovechado.

La fuerza de trabajo infrautilizada, es decir, que podrían trabajar más o incorporarse al mercado, alcanza las 660.983 personas en 2024 en Catalunya, casi el doble del dato de paro oficial. Esta cifra es la suma de las personas paradas, según la definición oficial (373.650 personas), y tres colectivos más:

 
  1. Las personas subocupadas, que son aquellas que trabajan a jornada parcial, pero querrían trabajar más horas y están disponibles (152.981 personas).
  2. Las personas inactivas que están disponibles para trabajar, pero no hacen búsqueda activa de empleo, sea porque están desanimadas o porque ya han encontrado un trabajo en el que se incorporarán en tres meses o más (83.485 personas).
  3. Las personas inactivas que buscan empleo, pero no están disponibles para incorporarse inmediatamente (50.867 personas).

A los dos últimos colectivos se les considera dentro de la definición de fuerza de trabajo infrautilizada porque, a pesar de ser inactivos, cumplen con uno de los dos criterios: estar disponible o hacer búsqueda activa de empleo.

En total, más de 600.000 personas, el 15,3% de la población activa ampliada, que podrían cubrir buena parte de las vacantes que las empresas necesitan por relevo generacional o por expansión del negocio. Esta pérdida de fuerza de trabajo no solo representa una falta de oportunidades individuales, sino también un freno para el crecimiento económico y un elevado coste para el sector público. 

El 66,6% de las personas subocupadas son mujeres, mientras otros colectivos (como jóvenes y extracomunitarios) también se ven especialmente afectados

Además, la brecha de género se incrementa cuando contabilizamos el desaprovechamiento de la fuerza laboral por la mayor incidencia de la subocupación femenina (el 66,6% de las personas subocupadas son mujeres). Sobre ellas recae la responsabilidad de los cuidados familiares y con los extensivos horarios laborales de nuestro país, se ven obligadas a reducir la jornada laboral. La subocupación también afecta especialmente a los jóvenes y extracomunitarios, una realidad que refleja la precariedad y la insuficiencia de horas trabajadas, con impacto directo en la pobreza laboral (22,5% entre trabajadores a tiempo parcial).

Con todo, Catalunya tiene una tasa de infrautilización laboral cuatro puntos por debajo de la media española (es la tercera mejor comunidad autónoma), pero supera la media de la Unión Europea (UE) en 3,6 puntos. 

¿Cómo activar todo este potencial laboral? 

En primer lugar, hay que impulsar programas de formación en sectores con vacantes crónicas y hacerlo en colaboración con el sector privado para garantizar que responde a las necesidades empresariales. Para ello, es importante que empresas y administración compartan datos sobre vacantes, perfiles emergentes y necesidades formativas. Solo así se podrá anticipar la demanda y evitar que el talento disponible quede fuera del circuito productivo.

En paralelo, la corresponsabilidad entre hombres y mujeres, las medidas de conciliación en las empresas, la flexibilidad laboral y tener unos horarios laborales más europeos, son imprescindibles para reducir la subocupación femenina, y convertir horas parciales involuntarias en jornadas completas. No solo mejoraría la calidad de vida, sino también la productividad y el crecimiento económico del país.

Las ayudas públicas no deberían depender solo del nivel de ingresos de la unidad familiar, sino que deberían tener en cuenta criterios como el número de miembros que trabajan o la intensidad del trabajo

Otro frente no menor es la activación de los inactivos disponibles. Muchas personas no buscan trabajo por desmotivación, prestaciones sociales mal diseñadas o barreras administrativas. Hay que revisar el actual sistema de prestaciones públicas para que no desincentive la búsqueda de empleo (estudios demuestran que la búsqueda de empleo se intensifica a medida que se acerca el final de la prestación por desempleo y las tasas de reinserción aumentan al acabarse esta).

Así mismo, sería necesario que las ayudas públicas (escuelas infantiles, ayuda al comedor, ayudas al alquiler, etc.) no dependan únicamente del nivel de ingresos de la unidad familiar, sino que se tengan en cuenta otros criterios como, por ejemplo, el número de miembros que trabajan o la intensidad del trabajo (horas trabajadas), con el fin de evitar que algunos miembros de la familia (especialmente las mujeres) queden relegadas al hogar o a trabajar en la economía sumergida por no perder las ayudas.

Realizar una buena evaluación del diseño y aplicación de las ayudas y prestaciones públicas es fundamental para evitar efectos contrarios a los deseados.