
La Agencia Tributaria española publica detalladamente los ingresos fiscales por cada comunidad autónoma y en todos los conceptos (IRPF, IVA, Sociedades......) excepto para las dos comunidades forales donde reina el silencio, aunque durante años integraba esta información, pero dejó de hacerlo sin que sepamos los motivos. Conocemos el “cupo o cuota” que estas dos CCAA pagan al estado, que se calcula, se supone, en función de la contribución que hacen al estado central para el gasto común que este ejerce.
Podemos comparar, como consta en la tabla, cuál sería el “cupo” de cada comunidad autónoma, por la diferencia entre su gasto autonómico y el conjunto de la recaudación fiscal de su territorio. Cierto, que el Estado central, además, se endeuda y gasta a crédito, pero la dinámica entre lo recaudado y la parte aportada al conjunto señala una balanza que es buena de saber.
La realidad nos dice que la suma del gasto autonómico es superior al total de la tributación en 8 de las CCAA y que solo en otras 7 hay una aportación efectiva a las arcas comunes, de hecho solo en cinco de manera significativa. Sí, la realidad es que hay 8 CCAA en las cuales toda la recaudación no alcanza ni el financiamiento autonómico propio y que no aportan nada a la caja común. Su “cupo” sería directamente negativo. En las dos forales, al menos la aportación es positiva, pero aquí hay 10 comunidades que son superforales.
La tabla muestra cuál es el orden de estas comunidades, algunas de las cuales afirman que no quieren que sus recursos fiscales vayan a según qué políticas de Cataluña, cuando, de hecho, simplemente no aportan. El caso es espectacular porque es más fuerte el subsidio más cerca del centro que en la periferia. Sí, las dos Castilla son más subsidiarias que Andalucía, Murcia, o Asturias. Aunque con superávit fiscal, Galicia está en el casi empate y solo aporta el 1% que desborda su gasto local, y Aragón el 6%. El cambio se produce con Valencia, con el 23%, Cantabria con el 51%, Baleares el 68%. Cataluña y Madrid en primera posición aportan por encima de su financiamiento propio. Cierto que las cantidades de Madrid son las más elevadas, un hecho que plantea una concentración significativa de riqueza, de capitalidad y de sedes de empresas, que son los motivos principales de su mayor tributación (aunque las rebajas de IRPF que practica su presidenta).
Cataluña y Madrid en primera posición aportan por encima de su financiamiento propio
En fecha 2023, el “cupo” aportado por Cataluña al Estado, calculado en el diferencial de ingreso fiscal menos financiamiento autonómico, fue de 27.752 millones de euros. Al País Vasco, la cuota fue de 1.740 millones de euros (con una población del 28 % respecto a Cataluña). En empate con Cataluña, su aportación debería haber superado los 7.700 millones de euros y, en términos de PIB y riqueza, un poco más.
Los datos nos indican que la “solidaridad” es obligada si el sistema no ha de quebrar por un colapso rotundo. Lo otro es que este sistema se ha mantenido durante décadas con un financiamiento autonómico que no respetaba el principio de ordinalidad, lo cual equivale a ser cornudo y pagar el beber, o sea recibir siempre menos por habitante que las comunidades ayudadas y, al mismo tiempo, soportar un mayor coste de la vida. La ordinalidad aparece como el mínimo criterio de justicia y, junto a ella, habría que poder discutir de cómo se reparte la parte aportada al estado y que nutre los elementos comunes, como el gasto de capitalidad, las infraestructuras, etc.
En todos estos campos, Cataluña ha jugado muy mal su papel. Cierto que no hemos tenido nunca la llave de la caja, como vascos y navarros, pero a la queja sobre el déficit fiscal le faltaba el balance del superávit del resto. Hemos hecho mucha ciencia sobre las balanzas fiscales: que si calculadas por imputación de gasto, que si de flujo monetario..., pero hemos ignorado el balance de los superávits regionales y lo que comportan de fracasada política de regionalización a escala española. Porque es de eso de lo que se trata, de la ficción de un modelo autonómico distributivo cuando, todo lo que se ha creado, va en función de la hipercapital. Cataluña se puede quejar, pero el vaciado de las dos Castilla, las periferias sin modelo, el envejecimiento, sobre todo en el cuadrante noroeste, y la absorción de personal preparado son inenarrables.