Telepizza, la enésima curva de una trayectoria intensa

Superada la pandemia, las cuentas de la cadena han continuado en números rojos

Imagen de dos vehículos de Telepizza | iStock Imagen de dos vehículos de Telepizza | iStock

Estos días somos testigos de como Telepizza se enfrenta a una de las peores crisis de su larga historia y que pone en peligro la supervivencia del negocio. Las deudas que la empresa contrajo para superar la época de pandemia ahora pesan como una losa sobre el balance y la revuelta de los acreedores contra el Estado (también prestamista a través del ICO) está tensando la situación.

El panorama es el siguiente: durante el confinamiento, Telepizza se vio obligada a cerrar todos sus locales, de forma que la compañía acudió a la oferta de financiación del Instituto de Crédito Oficial. Parecía que los 40 millones solicitados serían suficientes para superar la travesía del desierto, pero el problema ha venido después, cuando con la economía ya normalizada, las cuentas de Telepizza han continuado en números rojos. Además del préstamo mencionado, la empresa tiene en su pasivo emisiones de bonos por valor de 335 millones, difícilmente recuperables por parte de los bonistas.

Los protagonistas de la guerra abierta son el grueso de acreedores exteriores (los fondos de inversión Blantyre, Oak Hill y Fortress), representados en la trinchera del campo de batalla por el banco de inversión Rothschild, el Estado español, que se niega a aceptar ninguna quitanza sobre el préstamo ICO, y la misma empresa, representada por el banco de inversión Houlihan Lokey (los accionistas son el fondo americano KKR, y las sociedades Artá, Torreal, J. Safra Group y Altamar, de quienes hablaremos más adelante).

Exterior de la seu de l'ICO | Gobierno
Exterior de la sede del ICO | Cedida


La batalla se centra en la propuesta de los bonistas de transformar la deuda en capital, con la proporción adecuada para que ellos tengan más del 50% de la sociedad. Esto incluye una inyección de capital de unos 60 millones de euros (que parece que ya han desembolsado) y una quitanza relevante para todo el pasivo, donde hay el famoso préstamo ICO. De momento, el Estado parece dispuesto a desencadenar una batalla legal para defender que la quitanza no puede afectar a sus créditos.

Para hacernos una idea de cuáles son todos los intérpretes de este conflicto, hace falta que pongamos la lupa sobre sus nombres. En primer lugar, encontramos el fondo Blantyre Capital, con sede en Londres y fundado en el 2016. Su principal responsable es Mubashir Mukadam, un economista que proviene del fondo de inversión KKR. Otro de los fondos propietarios de la deuda de Telepizza es Oak Hill Advisors (no confundir con Oak Hill Capital ni con Oaktree Capital Management), con sede en Nueva York y unos activos gestionados de 56.000 millones de dólares. Su máximo responsable es Glenn R. August, un economista salido de Harvard. El tercero del grupo de fondo es Fortress Investment Group, una firma fundada el 1998 que hoy en día gestiona 46.000 millones de dólares, invertidos sobre todo en deuda. La compañía está liderada por el tándem formado por Peter L. Briger Jr (procedente de Goldman Sachs y miembro del Council on Foreign Relations, uno de los think tanks más poderosos del mundo) y Wesley R. Edens (fundador de la firma y con pasado en BlackRock y Lehman Brothers).

En la otra banda de la trinchera encontramos los actuales propietarios de Telepizza, encabezados por KKR. Detrás estas tres letras hay la sociedad que fue fundada como Kohlberg Kravis Roberts & Co, en el 1976, por Jerome Kohlberg Jr y los primos Henry R. Kravis y George R. Roberts después de una cena en el restaurante Joe & Rose de la Tercera Avenida de Nueva York. Los tres habían trabajado juntos en el banco de inversión Bear Stearns. En la actualidad, Kravis y Roberts continúan siendo copresidentes (Kohlberg murió el 2015), con el cargo de primer ejecutivo compartido entre Joseph Bae y Scott Nuttall.

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Imagen de George R. Roberts, uno de los fundadores de KKR | KKR

La firma gestiona más 470.000 millones de dólares. KKR entró en el accionariado de Telepizza en el 2014, cuando adquirió el 49% y se situó casi a la par con los propietarios anteriores, los fondos Permira y Carbal (sociedad controlada por Pedro Ballvé Lantero, miembro de la familia de propietarios de Campofrío), que se replegaron al 51% del capital. Con los años, KKR fue acumulando acciones de la empresa de pizzas, hasta hacerse el amo absoluto, acompañado del grupo de fondos que antes hemos mencionado al hablar de la propiedad de Telepizza.

El primero de ellos, Artá, es un vehículo inversor surgido del holding de la familia March y que después fue vendido a sus directivos. Por su parte, Torreal es el brazo inversor de una de las grandes fortunas habituales en los negocios peninsulares, como es Juan Abelló Gallo. El tercero, Altamar Advisory, es una firma financiera fundada y dirigida por Claudio Aguirre Pemán, antiguo responsable de Chase Manhattan Bank y Goldman Sachs en España, así como director para Europa de Merrill Lynch. Finalmente, el último del cuarteto es J. Safra Group, un conglomerado internacional vinculado a la familia Safra, brasileños de origen libanés y sirio, que controlan unos activos por más de 70.000 millones de dólares.

Pero el fondo Permira y Pedro Ballvé no eran tampoco los propietarios originales de Telepizza, sino que estos entraron en su capital el 1999, después de comprar la participación que todavía retenía su fundador, Leopoldo Fernández Pujals (cerca del 30% del capital) a cambio de 50.000 millones de pesetas (unos 300 millones de euros). Eran tiempos de gloria para la empresa de pizzas, que llegó a entrar nada más y nada menos que en el índice selectivo Ibex 35, la de los peces gordos de la bolsa española y representó un título clave en el llamado "capitalismo popular" de final del siglo XX.

 
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Imagen del empresario Juan Abelló

El 2006 consiguieron hacerse con la totalidad de la empresa después de una subasta de infarto, con sobres cerrados incluidos, donde competían con Grupo Zena (Foster's Hollywood, Pizza Hut) e Ibersol (grupo portugués de restauración). Como decíamos, el fundador de la empresa fue Leopoldo Fernández Pujals, un miembro del exilio cubano en Miami, que residía en aquellos momentos en Madrid, y que antes había sido oficial del Cuerpo de Marines, con el cual luchó en la Guerra de Vietnam.

En su currículum figuraban cargos directivos en las multinacionales Procter & Gamble y Johnson & Johnson. Mientras todavía trabajaba en esta última compañía, y ya destinado en Madrid, tuvo la idea de montar una pizzería sin local, donde todo se gestionara a través del concepto delivery, que en aquel momento (1986) todavía era muy embrionario. El invento, que inicialmente se dijo Pizzaphone, se fue engrandeciendo, de forma que en el 1995 ya disponían de aproximadamente 250 locales. Entremedias, una escisión que se materializó en la fuga de un grupo de accionistas gallegos de primera hora, que en 1989 montaron la firma competidora Pizza Móvil, la del logotipo de la pizza con alas. Esta última comenzó las actividades en Galicia, pero con el tiempo llegaría también a Catalunya, donde en alguno de sus establecimientos podías encontrarte una sonrisa y una mirada que invitaban a volver.

Por su parte, la entrada masiva en tierras catalanas de Telepizza fue a través de la compra de su competidor Pizza World, que era propiedad de la familia Carulla (Agrolimen y Gallina Blanca). Fue en 1997 y la transacción se produjo a cambio de 1.840 millones de pesetas (unos 11 millones de euros). A partir de aquí vinieron todos los cambios de manos que hemos relatado, la expansión, las aventuras bursátiles y todos los avatares imaginables hasta llegar a esta última curva donde la firma ha estado a punto de salirse de la pista. Ahora parece que los acreedores conseguirán su propósito y se quedarán con el control de Telepizza, en detrimento de los actuales propietarios, incapaces de enderezar el rumbo de la empresa. Si no hay ningún imprevisto, el desenlace lo tendremos muy pronto.

*Food Delivery Brands, operadora de Telepizza, se ha puesto en contacto con VIA Empresa después de la publicación del artículo y ha querido matizar que “la supervivencia del negocio no está en peligro. Al contrario, el grupo avanza en la implementación de una estrategia para impulsar su negocio y el crecimiento futuro y recientemente ha anunciado la firma de acuerdos para la recapitalización de su deuda con el objetivo de seguir creciendo en sus mercados clave e impulsar la expansión futura del grupo”

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