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Trump: acuerdo sí, guerra comercial no

No es la naturaleza del acuerdo lo que hay que juzgar, más irrelevante de lo que pueda parecer, sino la ausencia de guerra comercial

Donald Trump en una visita a Europa esta semana | Europa Press
Donald Trump en una visita a Europa esta semana | Europa Press
Jaume Puig | VIA Empresa
CEO y CIO de GVC Gaesco Gestión
Barcelona
29 de Julio de 2025 - 05:30

Como era de esperar, la amenaza arancelaria del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, con respecto a la Unión Europea (UE) no se ha cumplido. Se ha evitado una hipotética guerra arancelaria días antes de la fecha límite -el 1 de agosto, en este caso- y se ha llegado a un acuerdo. Ni el 50%, ni el 30%. Finalmente, el 15% de aranceles base de los productos europeos hacia Estados Unidos.

 

De hecho, no creo que haya ninguna guerra arancelaria de verdad, ni con la UE, el principal socio comercial de los EUA, que supone una quinta parte de las importaciones norteamericanas, ni tampoco con ninguno otro de los países que suponen el grueso de las importaciones norteamericanas. Por orden, México, Canadá, China, Suiza, Vietnam, Taiwán, Japón, Corea del Sur y la India. Entre todos, contando a la Unión Europea, suponen cuatro quintas partes de las importaciones norteamericanas.

Estamos, pues, viendo acuerdos comerciales y no guerras. Los pactos son opinables, y todo el mundo puede discernir sobre si han sido buenos o no. En el seno de la UE ya hay opiniones discordantes nada más haberse anunciado. Nada más lógico, siempre las habrá. De hecho, no hace falta recordar aquella frase atribuida a Henry Kissinger, entre otros, y repetida hasta la saciedad, de que “un acuerdo es bueno si todas las partes salen pensando que podrían haber conseguido más”. No es la naturaleza del acuerdo lo que hay que juzgar, más irrelevante de lo que pueda parecer, sino la ausencia de guerra comercial.

 

Los mercados bursátiles prácticamente ni se han movido con la noticia. Quiere decir que estaban convencidos de que no habría guerra comercial, ya lo estaban descontando. Lo han adivinado. Los mercados le tomaron la medida al presidente Trump pocos días después del llamado Liberation Day, el 2 de abril. Después de caer durante una semana entera, las bolsas hicieron mínimos del año el 9 de abril y no han dejado de subir desde entonces.

Los mercados bursátiles prácticamente ni se han movido con la noticia. Quiere decir que estaban convencidos de que no habría guerra comercial, ya lo estaban descontando

Dos fueron los factores que convencieron al mercado de la irrelevancia de la amenaza arancelaria de Trump. En primer lugar, que cada vez que llegaba a una fecha límite puesta por él mismo, se producía una extensión temporal, es decir, se ponía de manifiesto que los aranceles eran una mera herramienta de negociación. En segundo lugar, la estimación del Fondo Monetario Internacional (FMI) sobre la escasa incidencia de las tarifas de Trump sobre el crecimiento mundial, sobre el cual ya traté bastante en el artículo sobre “los zigzagueos de Trump y los mercados”, el pasado día 7 de abril. Ahora, las intimidaciones arancelarias de Trump ya no mueven los mercados, como lo hicieron en la primera semana de abril.

Como es suficientemente conocido, Trump utiliza la amenaza arancelaria para obtener unas finalidades. No hay que creerse nunca sus advertencias, pero sí entender siempre cuál es su objetivo final. En este caso lo ha conseguido. La UE comprará 750 billones americanos con productos energéticos (gas, principalmente) a Estados Unidos y adquirirá, además, “cantidades ingentes” de equipamiento militar también a EE.UU. Tal como estaba claro desde el principio, el objetivo de Trump no era solo que la Unión Europea aumentara su presupuesto militar, sino que lo hiciera comprando la mayor parte del armamento a la industria norteamericana. Me he referido a esta cuestión en numerosas ocasiones, y hace muy poco en el reciente artículo de Carlos Rojas sobre la materia.

Hay que distinguir los aranceles teóricos de los efectivos; el tiempo tiende a minimizar siempre los aranceles efectivos, y no será diferente esta vez

Cuando se gestó el preacuerdo con China, expliqué también la auténtica intención de Trump: garantizarse el suministro de las llamadas tierras raras, el pasado día 14 de junio en “Trump y los aranceles de pan con tomate”. El patrón se va repitiendo con el tiempo. Van cayendo los acuerdos, uno detrás de otro, y lo continuarán haciendo. No habrá ninguna guerra comercial relevante. Lo cual quiere decir que no serán las amenazas arancelarias de Trump las que entorpezcan el camino de los mercados bursátiles.

¿Y las compañías afectadas por los aranceles impuestos? Las empresas son camaleónicas, y saben adaptarse muy bien a estos escenarios. Lo han hecho toda la vida. Una vez saben cuáles son las reglas del juego, actúan. Se instalan en los países desde los cuales se favorece las exportaciones, no necesariamente Estados Unidos, y utilizan técnicas muy antiguas como el ensamblaje, entre muchas otras. Por eso, con el tiempo, siempre hay que distinguir los aranceles teóricos de los efectivos. El tiempo tiende a minimizar siempre los aranceles efectivos, y no será diferente esta vez.