
Los verdaderos emprendedores no suelen retirarse nunca del todo, pero cuando a Clara Navarro le llegue formalmente el tiempo de la jubilación estará a punto de cumplirse un siglo de la primera experiencia empresarial de Salvador Alemany. De los años 50 aún en blanco y negro hasta los años 50 que vendrán, la trayectoria de los dos invitados especiales de esta edición del Día de la Empresa permite trazar un recorrido intergeneracional que acabará abrazando casi cien años del tejido productivo en Catalunya.
Una idealista pragmática como orientadora empresarial
A pesar de su juventud, Navarro es una referente en la economía de impacto, donde la finalidad de las organizaciones y los inversores no se limita solo a maximizar los beneficios, sino también sus consecuencias sociales y ambientales. Ya con esta filosofía de base decidió crear la Fundación Ship2B, convencida de que las empresas pueden contribuir decisivamente a resolver los mayores retos de la humanidad y hacer un mundo mejor. Y sin perder de vista la rentabilidad, sino usándola precisamente como herramienta.
Autodefinida como una "idealista pragmática", el optimismo es uno de los motores de esta barcelonesa que se forjó como consultora en McKinsey & Company y desde 2010 ha enseñado e investigado sobre emprendimiento social en la Universittà Bocconi de Milán, en la Universidad de Barcelona (UB) y en Esade, donde actualmente ocupa la dirección del programa de especialización en sostenibilidad.
El resto de su tiempo lo dedica a realizar tareas de asesora estratégica de organizaciones como el Grupo Sylvestris, Nactiva Capital Natural o la Fundación Quadpack, a la vez que ejerce de vocal y miembro de la comisión de Innovación en Aigües de Barcelona.
Navarro se está consolidando como un referente de la llamada economía de impacto, asesorando a las compañías para que pongan sus activos al servicio de causas sociales sin perder de vista la rentabilidad
Justo antes de la pandemia, su perfil ya destacaba dentro del grupo de profesionales más influyentes en el campo de la 'nueva empresa' cuando fue galardonada por la Fundación FIDEM, vinculada al Ayuntamiento, en el marco del reconocimiento anual que hace a las mujeres emprendedoras.
De niño del Raval a ilustre de la sociedad civil
A Salvador Alemany, los reconocimientos le llegaron más tarde, pero la confianza y el entusiasmo le han acompañado desde muy joven. "En la vida puedes empezar con malas cartas y convertirlas en buenas", ha explicado a menudo el presidente de SABA Infraestructuras y exnúmero uno de Abertis y del Cercle d'Economia.
Esta fórmula la ha aplicado a la vida y, por supuesto, al ámbito profesional. Un golpe de suerte rellenando una quiniela de fútbol cuando apenas era un preadolescente vecino del Raval, permitió a su familia comprar un terreno en el barrio del Clot y montar un pequeño garaje, el primer contacto de Alemany con un ámbito al que regresaría décadas más tarde.
A partir de un pequeño garaje familiar comprado gracias a un golpe de suerte a finales de los 50, Alemany ha llegado a presidir Abertis, el Cercle d'Economia y ha convertido SABA Infraestructuras en un gigante del sector
Durante los 60 y 70, y después de formarse como auditor, trabajó en el mundo de la incipiente informática aplicada a las empresas y a la banca (Condal y Mas Sardà). En 1987, la absorción que el Banco de Bilbao (hoy BBVA) hizo de la entidad donde era subdirector lo catapultó hacia el mando de la Sociedad Anónima de Aparcamientos de Barcelona (SABA), aprovechando su vinculación al sector como presidente del Gremio de Garajes y miembro del Consejo Municipal de Circulación.
Desde entonces, su nombre ha estado presente —de manera siempre discreta pero continuada— en los principales foros económicos y sociales del país hasta convertirlo en un "señor de Barcelona" de nuestros días. La lista es larga: presidente del Patronato del Liceo, el Instituto de Economía, el Consejo Social de la UB, el Instituto Cerdà, la Cruz Roja, colegiado de mérito en el Col·legi d'Economistes, Medalla de Oro al Mérito Cívico de la ciudad y Creu de Sant Jordi en 2011.
Barcelona siempre en mente
El Barça, sin embargo, es quien más proyección le dio a lo largo de los diecisiete años (1986-2003) que formó parte de la directiva de Josep Lluís Núñez como máximo responsable de la sección de baloncesto, en una época de esplendor e interés mediático muy superior al actual. Del deporte aprendió que, más allá de tácticas y técnicas, la habilidad, sensibilidad y motivación de cada miembro de un equipo y su implicación con el resto pueden ser claves para que un proyecto salga adelante.
Y el ajedrez, otra de sus pasiones, le han enseñado que hay un tiempo para pensar y un momento para decidir. "No puedes pensar más tiempo del que dispones y tienes que mirar que tu decisión sea tan acertada como sea posible en función de eso", reconoce.
Barcelona es uno de los denominadores comunes que hacen confluir la trayectoria y los esfuerzos de Alemany y Navarro. La asesora de múltiples empresas perteneció al Consejo para la Promoción de la ciudad, ha sido miembro de la junta de Barcelona Global (agencia de atracción de inversión privada) y es moderadora habitual de eventos organizados por el consistorio en torno a políticas económicas de impacto y sostenibilidad, además de impartir cursos de formación en BCN Activa.
"La ciudad debe aspirar a ser competitiva internacionalmente sin dejar de lado la calidad de su comercio local y las pymes. Una Barcelona formadora exportadora de talento que sepa retener a los mejores barceloneses de adopción. Anclada a las tradiciones y las raíces, pero capaz de aportar al mundo; tecnológica y humanista a la vez", define Navarro, que lucha por conseguir que las corporaciones ya grandes y consolidadas "aprovechen sus activos al servicio de causas sociales" y persigue la idea, innegociable, de que las empresas puedan escalar de verdad sin perder la esencia.
Todo ello con una "inteligencia empresarial" evolucionada que precursores como Alemany usaban ya, sin conocer ni siquiera la existencia del término, un puñado de décadas atrás.