Sin trabajo, con una furgoneta y menos de 200.000 pesetas en el banco. Así puso en marcha Manel Viñals un proyecto dedicado al embalaje ubicado en la Sénia, una de las capitales del mueble del país. Era 1986 y casi 40 años después, Controlpack se ha convertido en un referente internacional en maquinaria y productos de embalaje que llega desde Pakistán hasta Costa de Marfil y factura unos 75 millones de euros al año. "No me imaginaba esta evolución, era un negocio para ganarme la vida con pocos problemas", explica Manel.
Una furgoneta, cinta adhesiva y cajas de cartón
Manel Viñals trabajaba en una de las muchas empresas de muebles de la Sénia. Los productos que vendían en el país, se embalaban de cualquier manera, incluso con mantas; pero para la exportación, se ponían en cajas y se envolvían en plásticos. La empresa donde estaba fue mal a raíz de la crisis de los años 80 y ya tenía claro que el mundo del embalaje era una oportunidad de mercado. "Cobré un millón de pesetas del paro, me compré una furgoneta y con 1.000 euros en el banco me lancé a empezar mi negocio". Su hermano, Nicolás, le ayudó.
Al principio, vendía cinta adhesiva y cajas de cartón. Prácticamente al día, compraba el producto, lo vendía y lo cobraba a la semana para volver a poner en marcha la rueda. Todo enfocado a la industria del mueble de la Sénia. "Fuimos los primeros, junto con otra empresa", recuerda. Aunque los primeros dos años fueron muy difíciles y requirieron grandes sacrificios e infinitas horas de trabajo, veía futuro: "Tarde o temprano, teníamos claro que todas las empresas debían empezar a embalar sus productos".
Viñals: "Es lo que nos hizo crecer"
En 1993 creó la sociedad Controlpack y ya incorporaron otros materiales de embalaje como el plástico de burbuja y los espumados, para proteger mejor el producto. Una fecha y un momento clave llegó en 1995, cuando entran también en el sector de maquinaria para embalar. Es decir, también empiezan a vender máquinas para el embalaje de productos. Esto les abre la puerta de otros sectores y les hace crecer más allá de la Sénia. "Unimos el material con la maquinaria y cogimos mucha más entidad. Es lo que nos hizo crecer", explica Manel. Barcelona, el Vallès y el Baix Llobregat fueron los primeros destinos.
Todavía ahora, Controlpack distribuye maquinaria de otros fabricantes, pero la adapta e incorpora mejoras según las necesidades de cada cliente. Una de las marcas que cogieron la distribución fue Robopac, la número uno del mundo en ventas. Y Manel Viñals presume de ser la empresa que más máquinas de Robopac vende en el mundo. "Crecimos gracias a esta marca tan potente", señala Viñals, que añade otro factor clave que les ha impulsado: "Mucho trabajo para poder ofrecer precios baratos y competir con los grandes".
Un modelo innovador

Uno de los puntos fuertes de Controlpack es la personalización de la maquinaria | Cedida
La innovación también ha marcado la trayectoria de Controlpack. Innovación tecnológica y en el modelo de negocio. Ya a principios de 2000 empezaron a dejar máquinas gratuitamente a las empresas a cambio de que les compraran los productos de embalaje. Un sistema similar al de las máquinas de café de los bares. Y también innovación en el producto, con materiales como un embalaje anticorrosivo. Todo ello les ha permitido cruzar fronteras: "A partir de 2005, hicimos una apuesta clara por la I+D y la exportación".
Viñals: "Nunca me habría imaginado vender maquinaria en Pakistán"
Hoy en día venden a unos 25 países cada año, algunos tan lejanos como Kazajistán, India, Costa de Marfil o Pakistán. "Tenemos productos que nadie más tiene", destaca Manel, que reconoce que poco se imaginaba hace 40 años que acabaría vendiendo maquinaria a empresas de Pakistán. Además, tienen filiales en Francia, Portugal y Cuba, con Latinoamérica como uno de los mercados fuertes. Y del mueble han evolucionado a otros sectores, especialmente ahora la logística y la alimentación.
Uno de los retos que ahora se marcan es desarrollar aún más maquinaria propia. Para conseguirlo han anunciado una inversión de 15 millones de euros para adaptar dos naves industriales en La Sénia. Es una apuesta empresarial, pero también de territorio y de reivindicación de una región que tuvo el mueble como emblema, y que ahora mira al futuro con el embalaje como punta de lanza. De hecho, las naves que se ha quedado Controlpack habían sido de la industria del mueble hasta la última crisis de 2008, que quedaron vacías.
Controlpack es una historia de emprendimiento, trabajo, convicción e innovación: "Lo más importante es que el cambio no te dé miedo". Y todo ello desde un territorio del sur del país, a menudo olvidado, a pesar de la tradición industrial que siempre ha lucido.