
Vega Chargers nació en 2019 con la ambición de convertirse en un referente en el diseño y fabricación de estaciones de recarga rápida para vehículos eléctricos. Lluís Auroux, Iban Fontcuberta, Israel Hernández y José Fuentes fueron los cuatro socios fundadores de un proyecto que en seis años ha llegado a Australia, Latinoamérica u Oriente Medio y que multiplica la facturación año a año. “Empezamos cuatro y ahora ya somos una sesentena de trabajadores”, destaca Iban, actual CEO de Vega Chargers. Y todo hecho en su fábrica de Barberà del Vallès.
Tres de los cuatro socios provenían del sector de los cargadores eléctricos y vieron una oportunidad a explotar en el mercado: diseñar cargadores de carga rápida de corriente continua y que fuera una alternativa real a los cargadores de corriente alterna que se instalaban en parkings, centros comerciales o empresas. El uso de cargadores de corriente alterna limitaba mucho la potencia de la carga: “Con corriente continua, la carga es cuatro o cinco veces más rápido”. “Cuando iba al centro comercial de turno con mi coche eléctrico conseguía 40 kilómetros de autonomía en una hora. Con nuestros cargadores, eran 200 kilómetros”, explica Fontcuberta.
La clave para entrar en el mercado
Esta tecnología aún no estaba muy extendida y dedicaron más de un año a investigar y hacer pruebas: “Era un punto diferencial para entrar en el mercado. Y pensando que se podía escalar de manera rápida con más potencia”. En 2021 sacaron al mercado su primer punto de recarga, Gravity. Tenía una potencia de 30 kw, pero se podía escalar rápidamente hasta los 240 según la necesidad de cada estación.
Fontcuberta: "No vendíamos más porque no fabricábamos más"
“Nunca es fácil la entrada al mercado”, reconoce Iban Fontcuberta. Aun así, recuerda que en aquel momento había un auge de instalación de cargadores, que aprovecharon: “Todo lo que podíamos fabricar, lo vendíamos. No vendíamos más porque no fabricábamos más”. Su primer cargador de 30 kW era diferencial en el mercado, por su rapidez y que era muy silencioso.
Unos avances que lograron, y logran, por la apuesta clara por la investigación y la innovación: “Para nosotros es clave la tecnología propia”. Una prueba de ello es que estuvieron más de un año para terminar su primer cargador. Y es que a diferencia de otras empresas del sector, decidieron que crearían todo el producto desde cero. A pesar de hacer el proceso “más complicado”, permite adaptar el producto a cualquier cambio del mercado y necesidad del cliente: “Tenemos el control total del cargador, lo podemos adaptar a cualquier demanda y somos más ágiles y flexibles”.
De Barberà a Australia
Esta diferenciación de su primer producto abrió las puertas de medio mundo a Vega Chargers, que vende los cargadores a través de operadores que los distribuyen y los instalan. “Nosotros no hablamos con el cliente final, no sabemos dónde están los cargadores. Pero cuando vas a un sitio y ves un cargador Vega, hace ilusión”, destaca Iban. En estos primeros cuatro años del estreno de Gravity, ya han llevado cargadores a Portugal, Países Bajos, Reino Unido, Qatar, Abu Dhabi, Australia o Latinoamérica.
Además de ser silenciosos, una de las características que ha fomentado el crecimiento de Vega ha sido su catálogo: disponen desde cargadores de 30 kW para aparcamientos hasta 240 kW para vías interurbanas. Y están trabajando en un supercargador de hasta 600 kW pensado para autopistas y áreas de servicio. Además, disponen de cargadores de corriente continua y alterna, que aún son los que tienen más salida.
Un cargador inteligente y ultrarrápido
Uno de los avances tecnológicos que han impulsado es la incorporación de inteligencia artificial en los puntos de recarga, la cual permite repartir la potencia de un conjunto de cargadores situados en una misma estación en función de cuántos y qué coches están cargando. Una carga distribuida e inteligente. Recientemente, han cerrado una ronda de inversión de cinco millones de euros que, entre otros, les permitirá trabajar en un nuevo cargador ultrarrápido de 720 kW y que se vuelve imprescindible para avanzar en la movilidad sostenible.
En solo cinco años de vida, la primera nave de 2.000 metros cuadrados de Barberà ya se les ha quedado pequeña y ahora ocupan otra, destinada a las oficinas y un laboratorio, de 2.000 metros cuadrados. Fabrican entre 3.000 y 4.000 puntos de recarga al año y esperan cerrar el 2025 con unos cinco millones de euros de facturación. La previsión para el 2026 es duplicar esta cifra. El reto es acabar de consolidarse en Europa y potenciar la presencia en Latinoamérica.