
Una paradoja define hoy el mercado laboral: nunca ha habido tantas oportunidades ni tanta incertidumbre al mismo tiempo. Por un lado, emergen nuevas profesiones vinculadas a la inteligencia artificial, la ciberseguridad o el análisis de datos. Por el otro, muchas empresas afirman tener dificultades para encontrar el talento que necesitan. El problema no es solo de cantidad, sino de encaje. Hay titulaciones, experiencia e idiomas, pero faltan perfiles con visión, flexibilidad y habilidades humanas a la altura del reto.
La empleabilidad en 2025 ya no es un estado, sino un proceso dinámico. Pensar que una carrera universitaria o un máster garantizan el futuro es una ilusión heredada. El mercado cambia sin pausa, y quienes no revisan ni actualizan sus competencias se quedan atrás. Según el Digital Talent Overview 2025, elaborado por Mobile World Capital Barcelona, España supera ya los 1,08 millones de profesionales digitales, pero muchas vacantes siguen sin cubrirse, incluso en ciudades punteras como Barcelona. Esta tensión refleja un desequilibrio que va más allá de lo técnico: falta conexión entre lo que se enseña y lo que el entorno productivo realmente necesita.
¿Y qué perfiles buscan hoy las empresas? No se trata solo de programadores o ingenieros. Destacan perfiles como data analysts especializados en visualización y comunicación, machine learning engineers con enfoque sectorial, especialistas en ethical AI, arquitectos de soluciones en la nube o expertos en ciberseguridad con capacidad de anticipación. También ganan peso los perfiles híbridos: profesionales con formación técnica y habilidades de gestión, comunicación o liderazgo en entornos cambiantes. En paralelo, emergen roles vinculados a la sostenibilidad, la experiencia de usuario o la gestión de datos en salud, lo que amplía el mapa de especializaciones estratégicas.
Pero dominar una tecnología no es suficiente. Si no se sabe trabajar en equipo, priorizar, tomar decisiones éticas o explicar el impacto de una solución, ese conocimiento pierde potencia. Según el Future of Jobs Report 2025, publicado por el World Economic Forum y basado en las perspectivas de más de 1.000 empresas globales, más del 50% de los trabajadores necesitará actualizar sus competencias en los próximos años. Y entre las más valoradas destacan el pensamiento crítico, la colaboración, la resiliencia, la gestión emocional y la capacidad de aprendizaje activo. Las habilidades interpersonales y transversales ya no son complementarias: son la base que permite que lo técnico tenga sentido.
Hablar de empleabilidad en 2025 es hablar también de ética, sostenibilidad, cultura organizativa y desarrollo humano
Esto obliga a repensar también los modelos de formación. Las trayectorias profesionales tradicionales: formación inicial, empleo estable, promoción interna, han quedado atrás. Hoy conviven grados, másteres, microcredenciales, cursos online, proyectos paralelos y aprendizaje informal. La alfabetización digital ya no es exclusiva de los perfiles tecnológicos, y las habilidades humanas deben entrenarse con la misma intencionalidad que las técnicas. No basta con acumular certificados: hay que construir competencias transferibles y actualizadas.
En paralelo, el propósito profesional gana fuerza. Muchas personas, especialmente entre las nuevas generaciones, ya no buscan solo estabilidad o salario. Quieren participar en proyectos con impacto, alineados con sus valores. Buscan organizaciones coherentes, que promuevan la diversidad, la sostenibilidad o la innovación social. Las empresas que ignoren esta dimensión tendrán dificultades para atraer y fidelizar talento. Porque el compromiso no se impone: se construye con sentido y coherencia.
Por eso, hablar de empleabilidad en 2025 es hablar también de ética, sostenibilidad, cultura organizativa y desarrollo humano. Los perfiles más buscados son aquellos capaces de combinar lo técnico y lo social, de entender el contexto en el que operan, de conectar su conocimiento con un impacto relevante. Profesionales que no solo resuelven problemas, sino que los comprenden.
Se siguen valorando certificados por encima de competencias reales, experiencia acumulada más que capacidad de adaptación, conocimiento pasado más que disposición a aprender
Lo cierto es que seguimos midiendo mal la empleabilidad. Se siguen valorando certificados por encima de competencias reales, experiencia acumulada más que capacidad de adaptación, conocimiento pasado más que disposición a aprender. Pero el mercado ya no funciona así. La empleabilidad no es un atributo fijo ni un estatus. Es una brújula activa, una mentalidad en movimiento, una forma de estar en el mundo profesional.
La buena noticia es que nunca ha habido tantos recursos para construir esa brújula. La mala, que ya no es opcional. En 2025, ser “empleable” significa combinar lo técnico con lo humano, lo digital con lo ético, la eficiencia con la creatividad. Y significa hacerlo con flexibilidad, con criterio, con propósito. Porque el futuro profesional ya no se define por lo que sabes, sino por lo que eres capaz de seguir aprendiendo y aplicando con impacto.