El mes pasado, VIA Empresa informaba de los múltiples problemas que atraviesa la empresa catalana Ercros, que sufre el estancamiento del sector químico en general y que, al mismo tiempo, está bajo la sombra de una OPA de la firma portuguesa Bondalti. La OPA sigue su curso, pero mientras tanto parece buen momento para hacer historia de esta compañía catalana tan tradicional, que ya acredita una trayectoria de más de 120 años en el negocio químico y que hace más de 100 que empezó a cotizar en bolsa.
La empresa factura 643 millones de euros anuales, una cifra similar a las ventas que ya tenía en 2009, lo que da una idea del estancamiento secular de la empresa. En 2024 volvió a las pérdidas, una situación que no se vivía desde hacía una década, ya que en 2015 consiguieron números negros tras muchos años encadenando pérdidas. El valor de la empresa hoy es de unos 323 millones de euros, muy lejos de los más de 500 millones que valía hace dos décadas. Queda claro que los mejores tiempos del negocio son cosa del pasado.
El actual presidente de la compañía es Antoni Zabalza Martí (1946), que ocupa el cargo desde 1996, cuando sustituyó a Josep Piqué Camps (1955-2023), a quien acababan de nombrar ministro de Industria y Energía. Antes de llegar a Ercros, Zabalza había sido secretario de Estado de Hacienda con los socialistas. Hoy, en el consejo de administración le acompañan varios consejeros externos e independientes, pero también uno dominical: se trata de Joan Casas Galofré, que con su 6% de la compañía es el segundo mayor accionista. Por delante de él, solo figura el abogado Victor Manuel Rodríguez Martín, que tiene un 6,3%. En total, los paquetes estables solo totalizan una cuarta parte del capital, dado que un 75% es considerado de libre cotización en bolsa, lo que en términos técnicos se denomina free float.
La empresa factura 643 millones de euros anuales, una cifra similar a las ventas que ya tenía en 2009, lo que da una idea del estancamiento secular de la empresa
El perfil accionarial de la compañía ha cambiado mucho respecto al momento en que Zabalza llegó a la presidencia, porque en aquel tiempo todavía había vestigios de quien había sido el gran propietario, el Grupo Torras, brazo inversor del fondo soberano de Kuwait (KIO). La implosión de los negocios ibéricos de los kuwaitíes provocó, entre muchas otras consecuencias, que Torras fuera reduciendo su participación desde el 40% hasta el 15% de aquel 1996. El segundo accionista era Javier de la Rosa (11%), también estrechamente vinculado a los kuwaitíes y ya con problemas con la justicia en aquellos momentos. El tercero en importancia era el constructor Juan Miguel Villar Mir, que tenía un 9,4% producto de su entrada en la filial de fertilizantes de Ercros, que era lo que realmente le interesaba del negocio. No hay duda de que el país ha cambiado mucho en estos casi treinta años transcurridos desde entonces.
Pero podemos seguir retrocediendo en el tiempo, y llegaremos al período 1987-89, en el que se forma la Ercros actual a partir de la fusión de Anónima Cros con Unión Explosivos Rio Tinto (ERT), otro clásico del sector químico estatal. De hecho, sus raíces se hunden hasta 1872, cuando se fundó en el País Vasco la empresa Sociedad Española de la Pólvora Dinamita, que justo 100 años más tarde se fusionaría con la Compañía Española de Minas de Rio Tinto para formar la mencionada Unión Explosivos Rio Tinto. Como decíamos, en 1987 se produjo la entrada de Anónima Cros en el accionariado de ERT y dos años más tarde ambas firmas se transformaron en una, bautizada como Ercros.
La historia de La Cros había comenzado en 1866, cuando Amadeu Cros Nubiola (1832-1916), de ascendencia occitana, agrupó los negocios químicos de su familia en una nueva sociedad. Ya en 1817 su abuelo, François Cros, se dedicaba a este sector. En 1904 el negocio tomó la forma de sociedad anónima, lo que permitió incorporar accionistas ajenos a la familia, en general personajes influyentes de diferentes ámbitos del mundo de la empresa. Desde 1930 la sede central de la compañía pasó a ser un edificio muy bien conocido por los barceloneses, una obra del arquitecto Joan Padrós Fornaguera que encontramos en el número 56 del Paseo de Gracia, justo en la esquina con la Calle Aragón.
La nómina de presidentes de la Anònima Cros es impresionante, porque por allí desfilaron Eduard Maristany Gibert, marqués de l’Argentera y magnate del mundo ferroviario, que fue presidente entre 1916 y 1941 (precisamente sustituyó al fundador cuando este murió), Josep Valls Taberner, entre 1958 y 1965, Josep Maria Bultó Marquès (de la misma estirpe que los propietarios de Bultaco), entre 1965 y 1977 o Francisco Godia Sales, que presidió la compañía entre 1977 y 1988. El caso de Bultó es merecedor de una reseña, porque su mandato finalizó de manera abrupta cuando fue asesinado por el grupo terrorista EPOCA (Exèrcit Popular Català), con un modus operandi idéntico al que un año más tarde se utilizaría para acabar con la vida del exalcalde Joaquim Viola Sauret.
El último cambio corporativo importante de Ercros se produjo a principios del siglo XXI, cuando se incorporó a la empresa otro grupo químico relevante del país, como es el caso de la firma especializada en derivados del formaldehído Derivados Forestales, la empresa que había capitaneado Pere Mir Puig (1919-2017) y que tenía como uno de sus principales ejecutivos a Àngel Surroca Surroca (1935).
Finalmente, también hay que hablar de quien con toda probabilidad pronto será el nuevo propietario de Ercros, como es el caso de la compañía portuguesa Bondalti, que también tiene raíces en el siglo XIX, en este caso bajo la denominación de Companhia União Fabril. Sus áreas de negocio son la química (productores líderes de anilina), el ciclo integral del agua y la energía (producción de hidrógeno y refinamiento de litio), lo que les permite facturar 535 millones de euros. La totalidad del capital pertenece al holding familiar José de Mello Capital.