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Gestión del cambio: ¿recurso o estrategia? (I)

En la gestión del cambio se dibujan dos grandes fuerzas motoras: la perspectiva biográfica y la sistémica

    Existen diferentes variables para analizar la gestión del cambio | iStock
    Existen diferentes variables para analizar la gestión del cambio | iStock
    Joan Manel Torres, profesor de ESIC Barcelona
    13 de Mayo de 2025
    Act. 13 de Mayo de 2025

    Uno de los mayores genios de la música, Miles Davis, empezó a tocar en el año 1945 junto a Charlie Parker. Todo el mundo requiere un maestro. Cuando además te pagan por aprender es la alquimia perfecta. El alto potencial en sí mismo acelera los cambios y, por ello, en 1948 Miles Davis creo su propia banda, Miles Davis Nonet. Durante 11 años exploraron (cambiaron) en expandir nuevos sonidos y ritmos. Este camino concluyó con la obra maestra del jazz modal: Kind of Blues.

     

    Este trazado evidencia dos variables que persiguen de forma permanente el cambio: la primera, experiencias de aprendizaje; segunda, nada que perder o mucho que ganar.

    En la gestión del cambio se dibujan dos grandes fuerzas motoras: la primera, la perspectiva biográfica, aquella que nos autoexige cambiar o rechazamos hacerlo; la segunda, la sistémica, la cual desde fuerzas exógenas nos seducen a cambiar. Independientemente de dónde pongamos el focus, o, dicho de otra manera, el locus interno o externo. Esta encrucijada va de ganar o perder. Esta nebulosa es todavía más compleja, ya que es una pérdida o ganancia predictiva a futuro. Ante esto no será menor la situación de partida: ¿qué cuantía estamos dispuestos a perder?, y ¿qué cuantía nos ofrecen si ganamos?

     

    Esta cacofonía de vectores nos aproxima a que la gestión del cambio es más jazz que sinfonía. O, dicho de otra forma, cierto caos organizado para conquistar nuevos futuros. A continuación, compartimos variables a tener presentes en la gestión del cambio. Estas son:

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    Fuente: elaboración propia a partir de Kotter (1996), Berger (2022)

     

    Palancas de gestión de cambio

     

    “Todo el mundo pide un cambio, pero nadie quiere cambiar” nos interpela Depedro en una de sus sonatas. La evidencia científica y nuestra historiografía contemporánea acredita en qué casos los cambios se aceleran y se logran: sentido de urgencia real. Algunos casos o ejemplos desde la política a la microsociología nos pueden ayudar a vislumbrar como se traccionan las palancas provocadoras de cambio:

    • Crisis de la covid-19. Una vacuna en escasos 12 meses reduciendo por diez el plazo medio de desarrollo vacunal. Sentido de urgencia: fallecíamos.
    • Johan Cruyff. De gran fumador eterno a embajador de Chupachups a nivel mundial. Sentido de urgencia: primer infarto.
    • Hernán Cortés. Quemó las naves al llegar a México por disenso de sus cuadros intermedios con el avance en tierra firma. Sentido de urgencia: al quemar las naves elimino cualquier alternativa de retorno.
    • Asalto a Brécourt Manor. Una de las operaciones claves en la Segunda Guerra Mundial, donde se inutilizaron cuatro cañones que bombardeaban a las tropas alineadas en el desembarco de Normandía. Sentido de urgencia: la ganancia superaba con creces el status quo.
    • Telemedicina. Atención telefónica y videoconferencia en atención primaria y especializada en la crisis de la covid-19. Sentido de urgencia: nos infectábamos y requeríamos los servicios médicos a distancia para avanzar.

    Estos cinco ejemplos, no limitantes, acreditan lo siguiente: cuando el sentido de urgencia es real, el cambio es inexorable. El antónimo serio que las personas rechazamos los cambios cuando el sentido de urgencia es un intangible es un futuro incierto y el contexto actual es muy favorable. En este escenario es cuando nos preguntamos: ¿por qué debería cambiar?