
Henry Ford (1863-1947) abandonó la granja familiar obsesionado por los coches sin caballos, un error según su familia. En 1899, con varios amigos, creó una empresa automovilística de la que se marchó poco después porque no le permitían experimentar; sólo les preocupaban las ventas. En 1901 fundó la Ford Motor Company con varios socios. Las reuniones del consejo se hacían a gritos y puñetazos sobre la mesa. El conflicto se resolvió en 1906, cuando Henry se hizo con la mayoría.
Fóbico del papeleo, tiró los libros de contabilidad: "Pongan todo el dinero que hagamos en un barril; cuando llegue un cargamento, metan la mano y saquen lo necesario para pagarlo."
Se mantuvo distante de sus hermanos. A uno de ellos, que inició un negocio propio de venta de tractores Ford, no le comunicó la decisión de trasladar toda la operación de tractores a Irlanda, lo que lo abocó a la quiebra.
No quería ser un rico industrial más. Quería ser un filósofo inventor, como su amigo Edison. El salario de 5 dólares por día que implantó lo convirtió en una figura nacional de la noche a la mañana.
A los sesenta y un años tuvo un hijo extramatrimonial, a quien invitaba a jugar con sus nietos.
Su hijo Edsel (1893-1943) iba al despacho cada día después de la escuela. Henry decía: "Si sigue siendo como es, algún día esta compañía estará en buenas manos". Opinaba que la universidad era una afectación, y que Edsel podía aprender todo lo que necesitaba dentro de la planta de Ford. Cuando su hijo cumplió veintiún años, Henry lo llevó a un banco de Detroit: "Tengo depositados aquí un millón en oro para ti."
Los hermanos Dodge prometieron combatir hasta el final cualquier intento de desviar dividendos hacia los gigantescos proyectos de construcción de Henry, que consideraban megalómanos. Henry anunció que dimitía como presidente, y tuvieron que aceptar su condición: que su hijo Edsel fuera el sucesor.
Desde dentro, Ford se veía como una monarquía benigna que se transformaba, gradualmente, en un despotismo. Henry se deshizo de todos los accionistas minoritarios; después, purgó a quienes habían contribuido a construir la empresa, y finalmente emergió como un dictador apoyado en unos pocos y en un culto a la personalidad.
Edsel era el presidente de Ford, pero no por sus méritos, sino por conveniencia paterna. Estaba atrapado en el papel del buen hijo. El verdadero poder era un espejismo. En 1917 pensó en alistarse en el ejército, pero su padre se lo impidió.
Cuando en 1919 nació su segundo hijo, le puso por nombre Edsel Jr., pero después lo cambió en el certificado de nacimiento a Benson. Esta inseguridad personal que sentía Edsel respecto de sí mismo no significaba, sin embargo, ninguna duda hacia su padre: aceptaba el mito de Henry Ford sin ningún tipo de cuestionamiento.
Edsel tenía buena presencia, pero era de salud frágil. Su hermano Benson era prácticamente ciego de un ojo.
Fue gracias a la influencia de Edsel que Ford compró la empresa Lincoln en 1922. "Mi padre fabricó el coche más popular del mundo; yo querría fabricar el mejor coche del mundo." A mediados de los años veinte, gracias a sus esfuerzos, los aviones se convirtieron en una línea de productos relevante.
Cuando Edsel despidió a un alto directivo, éste recurrió a Henry y fue readmitido. "Esto supuso el fin de las relaciones amistosas entre Edsel y su padre; durante meses no se volvieron a hablar."
Henry estaba atrapado en una paradoja creada por él mismo. Quería que Edsel lo sucediera, pero no quería cederle el control. Parecía que había una voluntad calculada en la humillación constante de su hijo. Cuando comenzó la construcción de un nuevo edificio de oficinas, dijo: "No necesitamos más espacio administrativo. Si somos demasiados, despidan a algunos." Hizo detener la excavación y la dejó tal cual durante semanas, como recordatorio de quién mandaba.
"Henry estaba atrapado en una paradoja creada por él mismo. Quería que Edsel lo sucediera, pero no quería cederle el control"
Edsel intentó dar un paso adelante con el apoyo de su cuñado Ernest Kanzler a finales de 1923. Pero Henry aprovechó que Edsel estaba en alta mar para despedir a Kanzler.
Con la edad, Ford se sintió cada vez más atraído por excentricidades de todo tipo. Tenía episodios de crueldad deliberada y una terquedad esclerótica para hacer siempre la suya. Edsel sufría las consecuencias. Henry amaba profundamente a su hijo, pero no podía renunciar a su papel de padre; y cada vez que Edsel intentaba ganar espacio, Henry lo devolvía a la dependencia, contradecía caprichosamente sus decisiones como presidente y lo humillaba ante los demás. Edsel acababa encogiéndose de hombros y repetía la única explicación que sabía dar a aquel comportamiento: "Bueno, al fin y al cabo, mi padre construyó este negocio. Es cosa suya."
En esta primera entrega sobre la familia empresaria Ford, vemos cómo la fuerte personalidad de un fundador visionario se transforma, con el tiempo, en despotismo. Como el dios Saturno, devora a sus hijos para evitar que le hagan sombra. Nos hace plantear preguntas como: ¿qué pasa cuando el predecesor no acepta que su tiempo ha terminado? ¿Cómo se evita que el continuador quede atrapado entre la obediencia y el respeto?